*La escena es de 2012 y el documental la repite varias veces, reutilizando el mecanismo de los noticieros televisivos –de donde esa imagen proviene- para generar impacto. Un edificio completo, una fábrica, es dinamitada por sus dueños. La voz completa el significado de esa escena: era la fábrica de celuloide de Kodak. El derrumbe del edificio es real y también simbólico: ya no se trata solo de discontinuar un producto, sino de borrar toda posible huella de su existencia (lo que no existe no puede resistir). Apenas tres años más tarde, otra empresa, Disney, abandona las copias en fílmico para completar el proceso. Ya no se trata solo del final de la transición de la exhibición en fílmico a la digital, sino de la decisión del mercado de hacer desaparecer el formato.

*La contracara de ese edificio derrumbado es el Eye Filmuseum de Holanda. Un espacio amplio, moderno, destinado a albergar el material fílmico de más de un siglo. Las latas y los rollos de cine sobreviven allí como si se tratara de un bunker en medio de la guerra. Se guardan. Se restauran. Se clasifican. Se ponen a disposición. Puede pensarse, en la perspectiva que asume el documental, como un espacio de resistencia. Lo que hace, en fin, Continuará… (Rivera, Penelas, 2024) es articular ese lugar con otros más modestos en los que la preservación y la circulación de los materiales se vuelve esencial. De la filmoteca creada y sustentada por Fernando Martín peña en Argentina al BD Cine de París o la Lobster de Serge Blomberg, se establece una red de relaciones que sustenta la persistencia del cine en formato fílmico como un patrimonio que solo en esos lugares parece adquirir el valor que realmente tiene.

*¿Es entonces Continuará… una película sobre la preservación del fílmico? En todo caso, hay que pensarlo como una parte. La decisión de que el documental tenga en su centro a un director de fotografía que además es coleccionista y exhibidor de películas en fílmico -lo que lo relaciona con La vida a oscuras (Bellande, 2023)-, impone una mirada más amplia. Aunque hay elementos que definen el recorrido. Cuando Claudo Arditi plantea que “el 35 mm nació perfecto” no solo expresa una opinión, sino que define las bases en las que se moverá el documental. La comparación entre el dispositivo analógico y el digital recorre las diferentes intervenciones de los entrevistados, y se centra en principio en el carácter físico. El peso de los rollos y las latas y el tamaño de los proyectores no implican una mirada nostálgica, sino que se relaciona con lo que se ve en la pantalla. Los dispositivos digitales pierden esos elementos: livianos pero frágiles, son cuerpos sin cuerpo reducidos a una mínima expresión. Un DCP, como cualquier dispositivo de almacenamiento es una especie de caja negra. Se supone que hay algo, pero no se ve ni se lo puede tocar. La diferencia está allí. Si la lata es la carcasa antigua, lo que hay dentro de ella se puede ver, tocar, oler. Ese formato señala una presencia que lo digital solo puede reponer como virtualidad. Es un hallazgo en ese sentido, el planteo de Daniel Vicino cuando incorpora la sonoridad del dispositivo: el ruido de la máquina se transforma en un sonido que señala la existencia del ritual. De esa manera, una aparente imperfección (en este caso, un sonido externo a la película) se vuelve marca de una presencia física que reduce lo digital a una ajenidad.

*Esa fisicidad del fílmico se potencia cuando en Continuará… se produce un aparente desvío hacia el cruce con otras artes. El fílmico como espacio de intervención del material como lo realiza Paula Pellejero, pintando la tira y generando en la proyección un efecto experimental que el digital no podría reproducir. O en la instalación de Andrés Denegri que desarma –y rearma- el mecanismo de poleas y correas de una máquina cerrada para descentrar la proyección y combinar, en una misma pantalla, imágenes de diferentes proveniencias en un loop interminable. El cine está allí, dice el documental, como una presencia, más que en los ceros y unos almacenados en un dispositivo, aunque eso sea considerado “una película”. En ellos se recupera el cine no solo como elemento físico sino como ilusión, como la maquinaria que proyecta imágenes a 24 cuadros por segundo.

*Hay, sin embargo, un elemento que Continuará… explora como central, en especial en su segunda mitad, y es la relación que el cine establece con el escenario económico en el que se desarrolló. No es casual ni la referencia original al primer corto de los Lumiere ni a El maquinista de La General (Keaton, Bruckman; 1929). El cine se plantea como una maquinaria que señala el progreso de la técnica, como los ferrocarriles. El cine como forma involucra una sala oscura, un proyector mecánico, un ritual colectivo, que es amenazado por el pasaje de lo técnico a lo tecnológico. Lo que Continuará… deja en claro es que ese pasaje a lo digital –eso que alguno califica como una desgracia- tiene una motivación puramente económica. Una exacerbación del consumo tecnológico que se apoya en la novedad constante y en la obsolesencia programada que plantea el capitalismo del siglo XXI. El planteo se profundiza y se comprende en el momento en que Peña plantea que, aunque los costos bajaron para las copias y el traslado, el precio de las entradas nunca bajó. O cuando Néstor, el trabajador de Ajaf plantea que la cámara digital parte de lo mismo que la analógica. El capitalismo encontró en la industria del software y en el diseño, el aliado estratégico: mientras el distribuidor reduce sus costos y amplia sus ganancias, el resto de la cadena debe pagar más por lo mismo y en un circuito que nunca termina. No solo para actualizar programas o para ver una película en una sala, sino para adoptar las salas continuamente y para preservar las copias. Una transferencia de dinero organizada siempre hacia el mismo lugar. Continuará… entonces se vuelve una película política en tanto identifica con claridad al enemigo y reúne las voces de una resistencia que hasta parece refugiarse en la clandestinidad. La resistencia del fílmico en negocios, laboratorios, bares y cineclubes y hasta en el living de un departamento, sostiene la esperanza de un revival como tuvo el vinilo discográfico (la experiencia Oppenheimer es una señal en ese sentido). Aunque quizás no haya resistencia más poderosa que rescatar la belleza en medio de la tecnología, como ese momento en que Serge Blomberg despliega un rollo de película a la luz y no puede decir otra cosa que “¿No es hermoso?”.

Continuará… (Argentina, 2024). Dirección: Fermín Rivera y Emiliano Penelas. Guion: Fermín Rivera. Fotografía: Emiliano Penelas. Edición: Emiliano Serra. Elenco: Emiliano Penelas, Claudio Arditti, Sol Colombo, Fernando Martín Peña, Azucena Losana, Pauala Pellejero, Serge Bromberg. Duración: 63 minutos

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