
*La fórmula que enuncia el título refiere a una práctica habitual: una novia para tener un buen matrimonio, debe llevar el día de la boda algo nuevo, algo viejo y algo prestado. En un momento de la película, se hace explícito, cuando la voz de Maribel ocupa la banda sonora mientras en pantalla se ven las imágenes del casamiento de Hugo Felpeto y Alejandra Cánepa, sus padres. Pero el título no alude ni al casamiento ni a la historia familiar, sino a la formulación de la película en sí misma, construida con retazos donde conviven lo viejo, lo nuevo y lo que se toma prestado.
*Lo prestado parece ser, en ese sentido, lo que adquiere más peso. Rosselli toma prestada la historia de la familia Felpeto-Cánepa, su pasado condensado en pilas de cintas de vhs, un recordatorio de la felicidad enmudecido y vuelto a narrar por la voz de la hija. Pero el préstamo no implica una apropiación plena, sino la utilización de esos elementos para construir una historia distinta. Si el archivo funcionaría como potencial reconstrucción del pasado, la utilización acotada que se hace en la película, abre la perspectiva que construye un presente en el que aquello solo se cifra como origen, como posible explicación de cómo se ha llegado hasta allí.
*Lo viejo es tanto la sucesión de imágenes de los vhs como el relato de Maribel. Lo interesante es que esa utilización de los archivos trabaja para romper con la estructura aparente hacía la que podía deslizarse la película. Los fragmentos irrumpen sin una relación de continuidad ni de contiguidad con el resto de las imágenes: puede pensarse que esas apariciones son intervenciones desde un afuera que construyen una suerte de historia en paralelo. Pasado y presente funcionan referenciándose mutuamente, pero a la vez refractándose, como si se tratara de universos que nunca van a encontrarse.
*Lo nuevo está en otro lugar. Si lo viejo revela una mirada sobre el pasado familiar, lo nuevo implica un presente en el que la actividad familiar –el negocio de la quiniela ilegal en una zona del partido de Lomas de Zamora- se vuelve el centro. En ese tramo, se renuncia a la exploración del pasado y cuando amenaza con aparecer –las preguntas de Maribel al Mago- la respuesta lo evade o se congela en el gesto de repetir una historia ya contada. Por esa misma razón, el parecido que advierte en el joven de la foto con la imagen de su padre, aùn en su decisión de acercarse a él, se vuelve un camino cerrado: el pasado vuelve a ser un relato familiar congelado e inalterable. En ese juego de tiempos, se intuye una línea de continuidad de las acciones que no pueden explicarse más que como una consecuencia. El presente del mundo de las apuestas clandestinas es una derivación de un pasado que no se actualiza, sino que se visibiliza solo como antecedente necesario.
*Rosselli toma prestada entonces la historia de la familia Felpeto-Cánepa, para construir una ficción sobre la misma. La familia se mueve, en el espacio de la (aparente) ficción, sosteniendo el negocio de las apuestas como un continuo –remarcado con la insistencia de los mensajes telefónicos que pasan las apuestas- que no se detiene y que promueve el conflicto como parte de la posición que ocupan. A partir de allí, la ficción logra construir un territorio determinado por el carácter dual de la historia. El relato se desliza entre lo marginal –por la clandestinidad e ilegalidad- y el poder acumulado en una tensión continua –y cuya resolución mayor es la inevitabilidad de los allanamientos policiales en relación con el aviso previo que reciben-. El territorio es también físico, en tanto descripción de los ámbitos que establecen la circulación –trenes, motos en calles secundarias o autopistas- pero sobre todo de la clausura sobre los cuerpos: allí se pone en juego tanto lo cerrado (desde el barrio en el que fueron comprando casas como protección y derivación de las ganancias obtenidas hasta la indiferenciación del espacio de trabajo con el hogar) como la oscuridad a la que están obligados (no ser vistos desde afuera, trabajar solo con la luz de las computadoras). Es esa construcción (cuyo contrario es el territorio de juego que se controla) que combina lo marginal con la modernidad, lo que hace al peso de la historia. Pero a la vez, ese territorio que oscila entre lo real y lo imaginario en tanto construcción, lo hace como consecuencia de un trabajo minucioso para desdibujar los límites entre lo real y lo ficticio. Lo que plantea Algo viejo, algo nuevo, algo prestado es, más que determinar qué es cada cosa, otra pregunta más interesante que implica pensar el estatuto de las imágenes y su utilización. De la forma en que lo que podría ser documental se puede convertir en una ficción y de cómo lo que se plantea como ficticio puede devenir, trabajado conscientemente, en un documental: allí hay una singularidad y un espacio que, de tan poco explorado en el cine argentino, hace de la película de Rosselli un objeto extraño y por eso mismo, fascinante.
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado (Argentina, 2024). Dirección y guion: Hernán Rosselli. Fotografía: Joaquín Neira. Edición: Hernán Rosselli, Federico Rotstein, Jimena García Molt. Elenco: Con Maribel Felpeto, Juliana Simões Risso, Alejandra Cánepa, Leandro Menendez, Javier Abril Rotger, Marcelo Barbosa, Hugo Felpeto. Duración: 100 minutos.
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