
Con 94 años, ha vuelto.
Con 94 años, nunca se ha ido en realidad.
Con 94 años, ha dirigido Jurado #2 (2024) para la plataforma de Max (HBO) y lo ha hecho muy consciente de la estética de plataforma: ningún plano deslumbrante, música moderadora más que moderada, muy buenos actores secundarios, una fotografía con colores muy brillantes, un montaje de serie y una historia tan bíblica como humana: es decir, una historia con la cual la humanidad se interpela desde las épocas en que los dioses -a diferencia de la prédica en el relato bíblico- eran los que se hacían (escribían) a imagen y semejanza de los hombres… de lo humano, más bien.
Con 94 años, encara como director (solamente) una película “traicioneramente” pequeña. Una película a medio camino entre la fábula[1] y el canibalismo de una. Una película atrapante desde el minuto en el que se entra en la corte y donde no se pierde tiempo en detalles obsoletos: va al hueso, esquiva los rellenos, se encarga de que no le sobre ni una escena y funciona como una relojería inquietante.
Con 94 años, ha hecho una película realmente inquietante.
Con 94 años, cuenta la historia de un jurado popular en Georgia, sus miembros, un terrible asesinato, el supuesto asesino, el juicio, el defensor público, la fiscal, la jueza, la política, los idealismos y la particular y “accidental” relación de uno de los jurados, el número 2, interpretado por el efectivo Nicholas Hoult, con el asesinato en cuestión.
Con 94 años, no hace otra cosa más que la de poner en la balanza (valga la redundancia a la imagen que aparece una y otra vez en la película) la noción de justicia y la noción de verdad no como símiles o analogías, sino por el contrario, como antítesis.
Con 94 años, logra una maravilla filosófica y, sobre todo, moral: que la justicia y la verdad sean antítesis.
Con 94 años, manifiesta que la culpa, el sentir la culpa, el manifestar la culpa, el esconder la culpa, el negociar la culpa no es otra cosa más que el “peso” específico donde esa balanza se desnivela. Donde esa balanza, entre los humanos de la sociedad que sea, nunca va a tener un equilibrio correcto. Ojo, va a tener un equilibrio, pero no el “correcto”.
Con 94 años, agudiza sobre la noción de redención… Sobre cuántas redenciones necesitamos en la vida para sentirnos salvados. Sobre cuántas oportunidades ganadas u otorgadas necesitamos tener para poder realizarlas. Sobre cuántas da el Estado (estadounidense). Sobre cuántas, en realidad, quita.
Con 94 años, ataca al sistema judicial de su país, sus poses políticas, sus oficinas burocráticas, sus procesos de investigación, sus accesos y laberintos, su desidia e impericia en las mismas y cómo los juicios, en realidad, no son más que una continuación perversa del prejuicio; especialmente entre los famosos jurados populares.
Con 94 años, demuestra como todo juicio “Del Estado contra…” en EEUU, no es más que una mala secuela de un prejuicio que nunca pierde su poder original. Como el pecado de Adán. Como la piedra con la que Caín mató a Abel. Como el verdadero asesino de Kendall (la bellísima Francesca Eastwood) en la película.
Con 94 años, su legado en el cine es leyenda; está más allá del bien y del mal porque sus películas han transitado el bien y el mal, lo bueno y lo malo, como muy pocas filmografías en la industria. Especialmente en la hollywoodense. Por eso es clásico cuando lo necesita. Por eso es clásico siempre, ya que nosotros los necesitamos.
Con 94 años, ha hecho reencontrar a aquella disfuncional -aunque adorable- madre (Toni Collete, la fiscal) con su disfuncional -aunque igual de adorable- hijo (Justin, interpretado por Hoult) de Un gran chico (2002) y este no es un dato menor. Hay un guiño allí. Especialmente en los últimos quince minutos del film. Especialmente en los roles de una como fiscal y el otro como jurado. Especialmente cuando hay alguien que juzga y otro que debe ser juzgado.
Con 94 años, para ver en una computadora, en una tablet o en un celular, el gran Clint Eastwood ha hecho Jurado #2 y lo ha hecho con tal maestría, que asombra. Lo ha hecho con tal contundencia cinematográfica que vuelve a sorprender. Lo ha hecho con tal amor al cine, que, esperemos, cuando cumpla los 100 -son seis años más, nomás-, nos vuelva de nuevo, a conmover. Pues sí, verdad y justicia no son lo mismo en su film; pero asombrarse y conmoverse siempre lo son en su gigantesca y genial filmografía.
Juror #2 (EUA, 2024). Dirección: Clint Eastwood. Guion: Jonathan Abrams. Fotografía: Yves Bélanger. Edición: Joel Cox. Elenco: Nicholas Hoult, Toni Collette, J. K. Simmons, Kiefer Sutherland, Zoey Deutch, Gabriel Basso, Leslie Bibb, Chris Messina, Amy Aquino, Adrienne C. Moore, Cedric Yarbrough, Francesca Eastwood Duración: 114 minutos.
[1] Todo un tema a tratar el de la “animalidad” en los procesos judiciales yanquis.
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