Para quienes pasamos los 50 años, Wham! se recuerda como:
a)Un grupo de pop comercial de la década del 80.
b)Que tuvo dos megahits planetarios (“Careless whispers” y “Wake me up before you go-go”)
c)En el mejor de los casos, como plataforma de lanzamiento de la carrera solista de George Michael.
Puede ser poco para una época en la que convivió con los reinados mundiales de Madonna y Michael Jackson –o con una música pop en la que también incursionaban desde Paul McCartney a Kate Bush-, pero al menos alcanzó. A eso hay que agregarle que tenían el look perfecto de revista teenager que sobraba para que el ambiente rockero del momento los denostara.
Entonces, la pregunta es sobre el sentido de realizar un documental sobre un grupo pop que hoy está prácticamente olvidado –salvo por la recurrente reiteración de aquellos dos hits en las radios- y cuya eclosión ocurrió hace casi 40 años. Se entiende la compulsión de productoras y plataformas por raspar la olla del pasado hasta el final, sobre todo teniendo en cuenta que hay un público para este tipo de materiales. Pero la sensación de que lo que queda por narrar son historias de músicos cada vez menos importantes, no obstruye lo que en un principio parece plantearse como la construcción de una nostalgia por un tiempo mejor, al menos en lo musical.
A diferencia de otros trabajos, cuya apuesta por la linealidad explicativa los vuelve tediosos –o por lo menos, víctimas de una serialidad programada desde las productoras para su venta a escala mundial-, este Wham! parece aspirar a otras cosas. Quizás tenga que ver la decisión de circunscribirse específicamente a la vida del grupo –si se lo extiende a la primera agrupación de sus integrantes, The Executives, el documental abarca los siete años que van desde 1979 a 1986- lo que le permite evitar la dispersión habitual, pero incluso teniendo en cuenta ese detalle, aparecen otros elementos que remarcan el posible interés.
1)Se reafirma en la tendencia que se verifica en los últimos tiempos en cuanto a la construcción documental exclusivamente en base a materiales de archivo (un ejemplo cercano es Love to love you, sobre Donna Summer). La recuperación que se encara –que incluye tanto registros sonoros como los demos de la primera época del grupo o filmaciones de algunos de sus primeros shows en una discoteca del Reino Unido- permite que la intensidad de lo que ocurrió en apenas cinco años quede reflejada en la pantalla sin intermediaciones ni valoraciones ajenas. El archivo aparece aquí no como prueba, sino como sustancia sobre la cual construir una historia.
2)La expansión que implica la selección, discute con la historia conocida del grupo, que se termina por revelar como construcción sesgada. Lo que se oculta es lo que se deseó que no se viera: que el triunfo del grupo es la historia de un fracaso inicial –marcado por dos singles que apenas circularon y que hicieron pensar seriamente a George Michael que su destino no era la música-, de la obcecada negativa de las compañías discográficas que no veían –como suele ocurrir- el potencial de lo que tenían entre manos y del desplazamiento producido desde el acercamiento inicial a formas ligadas al rap y el funk hacia el pop que desarrollaron luego.
3)Es la (pre) historia de Wham! la que desarma al menos un par de (pre) conceptos muy poderosos. El primero, quizás el más difundido, es que se trataba del “grupo de” George Michael. Es notable que lo que se recalca son las características de los miembros como opuestas a lo que se conoció de ellos (Ridgeley como líder, Michael secundándolo desde su timidez), pero también que Michael observaba a su compañero como un espejo para romper con sus limitaciones (en algún momento se menciona que el grupo estaba constituido por un Andrew Ridgeley verdadero y otro “falso” que era George Michael). El segundo es que se trataba de uno más de los productos manufacturados por la industria de acuerdo a sus necesidades. Ridgeley y Michael comenzaron a hacer música juntos en la secundaria, pero más que eso, lo que deja en claro el documental es que lo que le dio éxito al grupo fue una consecuencia de la combinación de lo azaroso (el increíble llamado para suplir a un grupo que se había bajado de Top of the Pops) y de una serie de decisiones personales y grupales (el vestuario elegido por Ridgeley, las coreografías, las cantantes que los acompañaban a semejanza de otro grupo de la época –The Human League-, la decisión de producir “Careless whispers” después de la fallida mezcla inicial en Estados Unidos). La concesión a la industria, en todo caso, aparece en cierta aceptación de un esquema de composición para la repetición del éxito (el odio que despierta en Michael, por ejemplo, un tema como “Bad boys”, concebido bajo esa fórmula). Más que un producto coreografiado por una empresa, Wham! es antes la historia de una gran amistad llevada a lo musical, y que se terminó cuando los dos amigos entendieron que no podían dar algo mejor de lo que ya habían hecho.
4)El formato que asume el documental entra en consonancia directa con el universo que representaba el grupo. La guía que lo sostiene son los scrapbooks que, según se dice, fue armando la abuela de Ridgeley con recortes de prensa de la carrera del grupo. 40 libros que marcan el entorno de la narración y a la vez implican una forma de explorar esa historia. Como en ellos, el documental aparece como un recorte de hechos que van encadenándose. Pero si allí hay una implícita historia oficializada por la prensa, aquí la voz de los protagonistas construye una suerte de contra-relato. No deja de ser curioso, por tanto, que por debajo de la superficie, lo que quizás sobreviva de un documental como Wham! sea menos la celebración fulgurante de la historia de un grupo pop que la asunción de la necesidad de contar una historia desde la visión propia para enfrentar a la construida por un discurso dominante desde el negocio musical.
Wham! (Reino Unido, 2023). Dirección: Chris Smith. Disponible en Netflix
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