
*Hay una pregunta que se desliza en un momento del documental, que es la que rodea al fútbol desde sus inicios. ¿Por qué se es hincha de un club? En términos generales, la voz off parece responder a partir de la experiencia propia: un equipo que domina una época, que tiene grandes jugadores genera atracción y eso lleva al crecimiento de su hinchada. Otra posibilidad es la cercanía, el club de barrio con el que se establecen lazos que no dependen de calidades futbolísticas o logros colectivos. Pero es cierto que las razones del hincha no entienden de explicaciones racionales, que solo pueden formularse a posteriori y solo con el carácter de hipótesis –generalmente indemostrables.
*La voz en off se despoja de su amor por River –al que se adhirió en esos años 90 triunfales y de jugadores excepcionales- y se deja llevar por los colores del club de su barrio, en el que jugó al fútbol, en el que pasó su infancia. Porque ese club de barrio, literalmente desconocido para los que no trajinaban las categorías inferiores del ascenso, de pronto emergió para el público como un objeto extraño que nadie sabía de dónde había salido. Y que, para mayor impacto, tenía un conductor carismático y que se volvió –aún contra su visión- un personaje atractivo –especialmente para los programas deportivos. Pablo Vicó era una rareza en sí mismo, en un fútbol argentino plagado de técnicos eyectados de sus cargos generalmente más temprano que tarde. No tanto por el apodo relacionado con un personaje popular (“Don Ramón”, por su parecido con el personaje de “El Chavo del 8”) sino porque su permanencia como técnico de Brown de Adrogué se volvió un record (su otro apodo, relacionado con ese detalle fue “el Ferguson de Brown”). Y porque, sí, claro, el hombre vivía, literalmente, en el club.
*En algún momento del documental, Vicó habla de su historia como jugador en Brown, de su abandono temprano por la rotura de ligamentos. Más importante que esa trayectoria parece ser, en su discurso, el momento en que perdió el miedo. Es 2008 y varias veces había asumido como DT interino para apagar el incendio dejado por otros técnicos. El miedo a no poder sostenerse en el tiempo, a que solo pudiera ser un bombero ocasional. Asumir el riesgo que supone el deporte: asomarse a la posibilidad del triunfo, pero también de la derrota. 2008 es el punto de partida de Vicó, pero también de ese Brown de Adrogué que entusiasmó a sus hinchas desde sus posibilidades de ascender.
*Vicó lo relativiza un poco. No es falsa humildad, sino conciencia de su lugar real, de ser un trabajador más del club (y es notorio que, aunque es el centro alrededor del cual gira la película, no obtura el lugar que ocupan tanto los jugadores como el resto del cuerpo técnico y hasta la voz del estadio). Es esa percepción lo que le permite asomarse a lo insólito, a ese tipo de locuras que solo el fútbol puede despertar: desde el merchandising del club con su imagen a su nombre en un sector del estadio, pasando por la mención a que la gente está haciendo una colecta para hacer una estatua. Aunque quizás, lo más llamativo sea esa frase escrita en el paredón lindero del club, del lado de la calle y que muestra entre orgulloso e incrédulo: “Vicó es el Perón de Brown de Adrogué”. La dimensión del hombre trasciende sus propios logros y su historia y se proyecta por senderos inexplicables y misteriosos.
*La historia de Vicó anudada a Brown de Adrogué es la historia de los ascensos, de haber llevado al club a la segunda categoría del fútbol argentino y hasta de haber peleado la posibilidad de llegar a Primera. El documental revisa esos hitos, pero lo hace desde la perspectiva de lo que significa para los hinchas, que tuvieron que verlo las dos veces por TV. Esos triunfos épicos –por penales el primero; ganando en tiempo agregado en el segundo- se emparejan con los momentos duros, entre la muerte del hijo y el infarto de Vicó, episodios narrados casi lateralmente. Un resumen posible de ese equilibrio que el documental busca puede encontrarse en el recuerdo de aquel triunfo contra Independiente en el debut en el Nacional B y el partido con Sarmiento, cuando Brown queda eliminado de la posibilidad de llegar a una final por el ascenso a Primera. Entre la alegría de la euforia y la decepción de la derrota, Todos quieren venir a Brown parece comprender que de esos vaivenes están hecho tanto el fútbol como la pasión que despierta.
*Tal vez por esa razón, el documental elige correrse de lo que ocurre dentro de la cancha (esos hitos mencionados aparecen tomados de las transmisiones televisivas, aunque puestos en segundo plano). La cámara busca otros elementos, toma distancia del campo de juego para encontrar la lógica de la adhesión en las tribunas, la llegada a la cancha, la sonoridad de la hinchada. Y cuando entra al campo, su centro es ese espacio lateral en el que se mueve Vicó, ese lugar desde el cual grita, se enoja y festeja. Ni siquiera importa escuchar lo que dice: es su gestualidad corporal la que se impone. Dentro y fuera de la cancha, en los entrenamientos y en las reuniones con su equipo de trabajo, Vicó dice más en su postura y en sus gestos que en las palabras. En esa distancia desde la que se narra el documental, lo que importa es menos el eventual triunfo futbolístico que la construcción de una imagen del club.
*Todos quieren venir a Brown es, en fin, el retrato de un hombre feliz. El de un hombre que vive a 74 pasos de una cancha de futbol. Vicó está casi siempre sonriendo o riendo. Ni siquiera el recuerdo de sus tragedias o cierta bronca por la forma en que lo aborda el periodismo deportivo, parecen alterar esa imagen. Cuando suceden las derrotas, la cámara nuevamente pone distancia, se queda, por ejemplo, fuera del vestuario en el que se advierte, en fuera de campo, la tristeza. Pero la imagen de Vicó como hombre feliz encuentra su confirmación en ese momento del ascenso en la cancha de Deportivo Morón, abrazado por la mascota del club vencido y saludado por los hinchas rivales. Todos quieren venir a Brown entiende que si Brown se convirtió en un club al que todos quieren ir, excede esos hechos fácticos que enumera el utilero (“todos quieren ir a Brown porque están bien, les pagan y no los aprietan”): si todos quieren ir a Brown es porque allí estaba Vicó y porque su filosofía futbolística no proviene de posiciones y tácticas sino lo que implica como transmisión esa arenga que se escucha cerca del final, cuando el capitán del equipo sostiene que “lo más importante que tengo es mi compañero”. En ese recorrido, más que explicar por qué todos quieren ir a ese club, el documental encuentra la respuesta inicial a la pregunta de por qué alguien puede hacerse hincha de un club.
Todos quieren venir a Brown (Argentina, 2025). Guion y dirección: Lucas Da Rocha. Dirección de fotografía y edición: Lucía Casado. Duración: 105 minutos.
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