El video familiar del cumpleaños del pequeño Manu, esperando la llegada de su amigo Felipe para soplar las velitas, ya nos sitúa en la profunda amistad que los une. La elipsis temporal los reencuentra en la adolescencia, época en la que siguen siendo amigos (como dan cuenta las fotos en la pared de la habitación de Manuel que recorre la cámara) y en que además comparten la formación de una banda de punk rock en un balneario de la costa argentina en el cual viven.
Sublime (2022), opera prima del realizador argentino Mariano Biasin, nos transporta a esa etapa de la vida donde se juega el duelo por los padres de la infancia y por aquel niño que uno fue. En este momento de conmoción de las identificaciones edípicas, el grupo de pares juega un rol importante durante el proceso de separación, la definición de la propia identidad sexuada y en el forjamiento de un proyecto de vida. En este sentido, el film adscribe al género del coming of age.
Manuel (Martín Miller) está saliendo con Azul (Azul Mazzeo). Despuntan allí la timidez y el desencuentro de la iniciación en lo sexual, que está signado por el despertar en Manuel del deseo homosexual por Felipe (Teo Inama Chiabrando), que se puntúa con su mirada a la foto de éste, pegada en la furgoneta del bosque, tras el fallido encuentro con Azul.
El director realiza un buen uso de aquello que los jóvenes leen en la clase de literatura para establecer las dudas de Manuel y la dificultad para trascender sus recuerdos con Felipe, y la ayuda que le brinda a su amigo en la composición de la letra de una canción como intento de expresar aquellos sentimientos que comienza a descubrir y que no se anima a decir (muy bien trabajado mediante la secuencia episódica que da cuenta al mismo tiempo del paso de los días, hasta el tan esperado recital de la banda). No obstante, el punto tal vez más flojo es lo reiterado y extenso que se vuelven los ensayos de la banda.
Hay también una destacada fotografía de Iván Gierasinchuk, que a través de los primeros planos sobre Manuel y del fuera de campo y el fuera de foco de quienes lo rodean en diversas escenas, logra meternos en el punto de vista del personaje y en la interioridad de su conflicto entre preservar en la amistad con Felipe o jugársela por su deseo. Además hay un acierto en la paleta de colores, donde el predominio del azul para Manuel expresa la controlada contención de sus sentimientos y la melancólica nostalgia de lo no correspondido, en vistas de que Felipe sale con una chica. El verde que predomina sobre Felipe marca la diferencia anímica de quien no sabe de ese amor silencioso, pero al mismo tiempo no está tampoco en total desarmonía con él.
La trama romántica está bien construida en sus inflexiones, sus tensiones y su clímax, logrando transmitir la fascinada idealización y la atmósfera de temor al desencanto del primer amor (algo que captura muy bien el título) y descansa en las logradas interpretaciones de los protagonistas, apoyados por un elenco de secundarios que no desentona.
Bella y luminosa, pero sin rechazar la dimensión conflictiva que siempre implica asumir el propio deseo, Sublime es una poética oda a la amistad y al despertar al deseo en ese tiempo iniciático en que la que vida es una tierra abierta al descubrimiento y la novedad.
Sublime (Argentina; 2022). Guion y dirección: Mariano Biasin. Fotografía: Iván Gierasinchuk. Edición: María Astrauskas. Elenco: Martín Miller, Teo Inama Chiabrando, Azul Mazzeo. Duración: 100 minutos.
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