Franklin (James Morosini) decide bloquear de todas la redes sociales a su impresentable padre Chuck (Patton Oswald), a quien no se le ocurre mejor idea que crearse el perfil falso de una chica de la edad de su hijo con el fin de poder “acercarse”. I Love My Dad ofrece un planteo novedoso por el deslizamiento de su propuesta en términos de historia: muchas personas se hacen perfiles falsos en las redes para fisgonear o incluso engañar con identidades apócrifas a sus ex parejas o pretendientes. Lo que no es usual es que los impostores sean padres haciéndose pasar por mujeres de la edad de su hijo para armar historias de amor virtual.
La primera escena es fantástica: un niño de 8 o 9 años pasea por el barrio con su padre y encuentra un perro. El padre, festivo, le propone adoptarlo. El niño, sensato, objeta que el perro puede estar perdido y sus dueños en su busca. El padre sonríe desestimando la palabra del niño. Padre e hijo se llevan al perro. Luego pasan junto a un árbol en el que hay un cartel buscando al mismo perro. El padre vuelve a sonreír y arranca el cartel antes de que el niño lo vea. Inmediatamente viene la secuencia de títulos en la que se suceden mensajes telefónicos con excusas inverosímiles con las que el padre se disculpa minimizando sus acciones ante ausencias imperdonables: graduación, cumpleaños, enfermedades, etc. La desestimación de la palabra de un hijo y la minimización de sus propias conductas -actos estragantes en la subjetividad, y más aún en momentos de crianza, y llevada a cabo por un otro primordial- retratan de manera escueta y eficaz a un padre mentiroso, manipulador y poco confiable, evidenciando también que el autor sabe de lo que está hablando. Hasta aquí la narración es omnisciente y focaliza en el padre. El resultado es hilarante y auspicioso.

Luego de los títulos pasamos al hijo, ahora veinteañero, que en la ronda final de su grupo de terapia -post internación psiquiátrica por intento de suicidio- refiere como su mayor logro haber bloqueado a su padre de todas las redes sociales, intento de “contacto cero” con quien tanto daño le infligió a lo largo de su vida y tuvo gran responsabilidad respecto de su situación actual. El padre, al percatarse del bloqueo, se “entristece”. Un compañero de trabajo le cuenta que espiaba a su ex novia con un perfil falso. Esto, más el encuentro en un bar con una mesera que se conduele ante sus lágrimas de cocodrilo, le da la brillante idea. Hasta aquí, sólo las primeras secuencias.
La película podría haber armado un relato intimista que interrogue una temática actual y perturbadora: las redes y los vínculos virtuales que generan emociones y sentimientos reales, especialmente en personas vulnerables e introvertidas. Pero también podría haber virado hacia una comedia de enredos (por momentos intenta ir hacia allí) que narre malentendido tras malentendido, facilitados por este canal de comunicación (aunque no pareciera que la tentativa de suicidio del protagonista sea la mejor opción para esto). Incluso el mismo compañero de trabajo que mencionó la idea le espeta a padre más adelante: «¡Eso es incesto! Yo espiaba a mi ex novia con un perfil falso, pero vos espiás a tu hijo haciéndote pasar por una chica». El compañero quiere frenarlo. Pero la mentira se hace imparable.
I Love My Dad acumula situaciones de dudosa verosimilitud, a las que se suma una especie de realismo mágico con la aparición física de la chica durante el intercambio virtual: el otro lado de la línea del chat se corporiza. Así, la narración alterna el punto de vista del joven hijo, claramente melancólico, sufriente y al borde, con el del padre que escala las mentiras mientras, por momentos, la narración es omnisciente. Esta caótica estrategia se convierte en una ensalada con ingredientes incompatibles y complica el trabajo con el tono, que oscila entre el polo del drama con potencialidad de tragedia y la comedia disparatada y más que liviana. La conciliación de ambos planteos se vuelve imposible, aunque la riqueza del planteo y varios momentos muy logrados dejan ganas de ver qué hubiera pasado si se seguían los dos caminos por separado y al final se llegaba a dos obras distintas pero interesantes.
I Love My Dad (Estados Unidos, 2022). Dirección: James Marosini. Duración: 96 minutos. Nuevas Autoras/Nuevos Autores.
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