*La excusa es la mudanza: una casa que se deshabita, que se vacía y que, en ese proceso, da lugar al reencuentro con lo que permanecía guardado, oculto. Cajas y valijas toman protagonismo junto al contenido desperdigado en las estanterías. Una segunda excusa aparece en la placa inicial para refrendarse en la imagen del niño que vemos dormir al inicio y dar sus primeros pasos después. Vaciar la casa que se va a dejar atrás no implica el olvido o la negación. Como una recapitulación, vuelve al recuerdo de otra época: recordar por el hecho de no olvidar y también como forma de traspaso a futuro, de dar testimonio para cuando el hijo crezca, pueda saber de su padre y el tiempo y el país en que le tocó vivir.

*La elección de la década del ‘90 no responde a la casualidad. Hay una motivación práctica: son los años de juventud de Sebastián Deus, su trabajo como fotógrafo y como reportero televisivo cubriendo marchas y reclamos sociales. Y hay un motivo político: una militancia explícita -aunque algo difuminada- en la izquierda en general, y en el Partido Obrero en particular. Los dos elementos se amalgaman cuando despliega las tiras de contactos fotográficos que pega en una de las paredes: entre el color y el blanco y negro emergen imágenes del pasado, registros del ojo del protagonista, rastros palpables de lo que eligió retratar. La presencia, en fin, de una mirada personal.

*La unión de esos dos elementos -la militancia expresada en lo laboral y en lo político- establece, además, un espacio de pertenencia. Más que esas fotos tomadas por el fotógrafo, serán las filmaciones que se entrelazan al promediar el documental las que pongan de relieve a ese espacio. Lejos de lo que podría considerarse un ejercicio narcisista, esas filmaciones registran el trabajo de Deus -una imagen que vuelve sobre otras imágenes-. Y en ellas, lo que resalta es su lugar en la calle, mezclado entre quienes marchan, buscando aquello que vale la pena fotografiar. Sebastián no es, entonces, solo el protagonista del documental, sino también el de esas marchas -y hasta de esas represiones estatales- que registra. Su lugar es la calle, no la distancia justa que un fotógrafo debería tener ante un hecho (retomando lo que tematizaba el documental sobre Eduardo Longoni, Una mirada honesta). Por eso, con raras excepciones justificadas (algunas imágenes de la represión en la marcha contra la reforma jubilatoria a fines de 2017), las imágenes de Los 90 están a la altura de la gente que marcha. La cámara se mezcla con ellos, los mira, de frente o de costado, pero siempre a la altura de los ojos. La cámara está como y con la gente, en la calle.

*Ese posicionamiento de la imagen es el que guía todo el documental. Los 90 atraviesa la década desde una serie de hitos más o menos recordados -de las Marchas de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo a las protestas contra el indulto o la flexibilización laboral-, focalizados en la gente que marcha. Si la consigna que parece sostener todo el trabajo es la frase de Hebe de Bonafini en una improvisada conferencia de prensa (“Las Madres pensamos que las batallas se ganan en las calles (…) (porque) en los tribunales los pobres nunca tenemos razón”), lo es porque todo el registro del documental refiere a la gente que sale a reclamar por sus derechos. Y lo interesante es que lo hace sin necesidad de poner nombres, entendiendo que lo político no es una sucesión de personas, sino un sistema. En todo caso, se preocupa por aclarar el hecho que registra y la fecha en que ocurrió. Pero los nombres propios de la época circulan sin necesidad de nombrarlos (la pintada en una pared que menciona a Menem, la tapa de Clarín referida a Cavallo, el corte de ruta en Florencio Varela que “es para Duhalde que lo mira por TV”). Los que hay que nombrar, los que valen la pena, son los que están en la calle (Hebe, Maldonado), las víctimas del sistema, los que siguen reclamando porque les arrebataron algo (un hijo, un hermano, el trabajo, los ahorros de toda una vida). La calle es el espacio de la resistencia al sistema.

*Pero la mirada sobre ese territorio no se circunscribe al pasado situado hace más de dos décadas. Su revisión se relaciona con una doble intencionalidad. Por un lado, sostener el recuerdo del pasado como parte de las raíces en las que se asienta una sociedad (la metáfora inicial del árbol y la imagen de quienes lo están cortando es sumamente poderosa, pero queda abandonada en ese comienzo cuando reclamaba volver a ella de alguna manera). Por otro lado, sirven como punto de partida para la comparación con el presente. Lo que muestra Los 90 es ese “tiempo que ya no está, y que se parece mucho al que es hoy”. Si el resumen más aproximado puede encontrarse en la voz de Gustavo Campana que proviene de la radio -y hay que ver que tanto la radio como la tele sirven para el propósito comparativo- y que dice, al cumplirse un mes de la desaparición de Santiago Maldonado, que “en un mes atrasamos cuarenta y un años”, la relación con la década del noventa vuelve en la renovación de las marchas -lo que fue la flexibilización laboral ahora es reforma jubilatoria; las Madres que marchaban en la Plaza en el ayer de la caminata y en el hoy en silla de ruedas-, pero especialmente en la continuidad implícita que vislumbra -la repetición de políticas y formas represivas-, y hasta en las palabras explícitas que encuentra -la mención al texto de Rodolfo Braceli que hace mención al asesinato que prosigue en ese presente del 2017-. Aunque para el final Deus deja que lo comparativo pierda en algo ese sesgo de lucha para manifestarse como celebración -de la marcha contra los militares se pasa a la que se organizó para la despedida de Hebe de Bonafini; el cambio del helicóptero en que se fue De la Rúa por el que llevó a la Selección Argentina a sobrevolar Plaza de Mayo tras ganar el Mundial; la melodía del “Que se vayan todos” que vuelve a su origen futbolero con el campeonato ganado en Qatar-, no deja de señalar como posible horizonte ese final tardío de la década que fue la explosión de la crisis en diciembre de 2001. Aunque allí también se pueda ver cómo se rompe el aislamiento y la confrontación de todos contra todos porque, se entiende, “la gente, en la calle, hace la diferencia”.

Los ‘90, autorretrato de una década (Argentina, 2023). Guion, dirección y edición: Sebastián Deus. Duración: 63 minutos.

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