Mirlos de Arkansas refiere desde su título a un extraño suceso ocurrido a finales de 2010 en Estados Unidos. En el estado de Arkansas, más precisamente en el pueblo de Beebe, un misterioso fenómeno alcanzó efímera relevancia global: entre Navidad y Año nuevo de ese año, cinco mil pájaros cayeron muertos desde el cielo, atemorizando a la población de dicho estado. Macabro suceso que podemos linkear con la película de Alfred Hitchcock, Los pájaros (1963), en la que unas aves atacan sin motivo a los habitantes del pueblo Bodega Bay a partir de la llegada al lugar de Melanie Daniels (Tippi Hedren). A partir de ese ilustre antecedente cinematográfico y de la siniestra noticia de la masiva e inexplicable muerte de esas aves, uno supondría que el director Pablo Vergara tendría material de sobra para desarrollar una trama construida a partir del terror climático que profundice en ese hecho inquietante. Lamentablemente, nada de eso ocurre. 

Si Seinfeld era una serie sobre la nada, podríamos decir que Mirlos de Arkansas es una película en donde no pasa nada y eso es, sin dudas, un problema cuando pensamos en una película de terror. 

Del acontecimiento macabro que da origen al título no tendremos más noticias a lo largo de los 75 minutos de película. Lo que sucede es lo siguiente: cuatro amigos quedan varados dentro de un Renault 4 que se encuentra perdido en un terreno boscoso. Los jóvenes vienen de entrometerse en la casa de la bruja del pueblo y ese acontecimiento los dejó perturbados. El auto se queda atascado en ese terreno inhóspito hasta que un policía exageradamente excitado los ayuda a arrancar el vehículo. Pese a que nada les impide irse del bosque, los protagonistas no abandonan el lugar (nunca queda del todo claro por qué se quedan allí) pese a que esa demora ilógica puede hacerles perder el micro que dos de ellos deben tomar. 

Los primeros veinte minutos son lo mejor de la película. La música incidental de Jonatán Cretari logra generar inquietud, y hay una atmósfera opresiva que da esperanzas sobre lo que vendrá. El problema, luego de ese inicio esperanzador, es que no sucede nada más. Esa deriva se transforma en el centro de la historia convirtiendo a la película en un vacuo ejercicio de guion en el que las actuaciones tampoco ayudan para construir el clímax que este tipo de historias demanda. 

En el punto de partida parecía que Vergara se encontraba interesado en el cine sobrenatural. Por un lado, la música que reafirma la sensación de un peligro inminente que acecha a los protagonistas; por el otro, el fuera de campo que genera expectativas de lo que puede llegar a suceder. Sin embargo, esas ideas de puesta en escena y esas expectativas finalmente se diluyen y quedan en la nada. Los diálogos se tornan banales y lo que acecha nunca toma carnadura. 

Mirlos de Arkansas implosiona en esa deriva tediosa e insulsa. Se entiende que la idea del terror con la que trabaja el director es la de un terror climático, entre surrealista y onírico, pero el problema es que incluso en ese tipo de relatos metafísicos en algún momento algo tiene que suceder. Los acontecimientos son los que finalmente le dan a cualquier historia musculatura y densidad. Aquí, lo que predomina es la dispersión y la pereza. Los cuatro protagonistas parecieran no creer del todo en lo que les sucede (o mejor dicho en lo que no les sucede). Y, si bien se sugiere cierta ambigüedad sobre algunos de los personajes, sobre por qué hacen lo que hacen, la trama se revela hermética sin dar al espectador la posibilidad de atribuirle un sentido a las intenciones que subyacen en los protagonistas. Los personajes están más preocupados por alguna aparición fantasmagórica que acciones concretas de personas de carne y hueso.

El principal problema de esa eterna digresión es que se transforma en inacción y en una inconducente espera. Finalmente, las cosas que suceden se amontonan hacia el final, de manera atropellada e inverosímil. Lo prometedor del título, con su leyenda misteriosa y macabra, se diluye en el desarrollo y, más allá de algunos destellos iniciales y de una interesante banda de sonido, no deja el mejor recuerdo.

Mirlos de Arkansas (Argentina, 2015). Guion y dirección: Pablo Vergara. Fotografía: Cesar Aparicio. Edición: Pablo Vergara. Elenco: Adrián Azaceta, Lucia Pihen, Carolina Ramírez, Eduardo Rivetto, Samuel Silva, Rocio Sosa, Ignacio Tamagno. Duración 75 minutos.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: