Sí, Horizon (Costner, 2024) es una película con huevos. Como lo fue la grandiosa Danza con lobos (Costner, 1990).
Sí, Horizon tiene pasión y la destila en cada uno de sus escenas. A la pasión, en cierto mundo “arti” (ese que habla de “películas de autor” por ejemplo), se le suele llamar ambición y se la suele usar como arma de doble filo. Acá hay un solo filo: Costner mete una película de casi cinco horas dividida en dos capítulos de dos horas y media cada uno. En épocas del Tik Tok y las historias de Instagram como modelos de comunicación masiva, necesita ese tiempo y ese metraje para darle lugar a cada una de las múltiples historias que cuenta. A cada uno de los múltiples personajes que hace interactuar.
Sí, Horizon la puede pifiar en el casting, quizás en la caracterización de varios de sus personajes e, inclusive, en su formato: es para plataformas, no para cine, pues claramente no tiene mayormente planos deslumbrantes ni una fotografía que lo amerite; sin embargo, el espíritu de la película es monumental.
Sí, Horizon es una película con espíritu. Tiene esa naturaleza, se le nota, por eso uno acompaña cada una de las múltiples historias con la misma atención. No hay una mejor que otra, o una más atractiva que otra. Todas forman parte de un mismo espíritu: ese que en pleno siglo XIX fundamentó las bases para el país que sería la potencia del mundo en el siglo XX y XXI.
Sí, Horizon habla de Estados Unidos. De su fundación desde los márgenes de lo que será un imperio moderno. Indios, inmigrantes, cowboys, ladrones, intelectuales, artistas, aprovechadores, prostitutas, pistoleros, herreros, cuatreros, terratenientes, cazadores, negros, granjeros, mexicanos, chinos, soldados, yanquis, sureños, madres, padres, esposos, esposas, hombres, mujeres, niños. Uno de los territorios más grandes del mundo, poblándose. Poblándose en un sentido muy anglo-protestante (webeariano si se quiere) del término: poblándose para prosperar.
Sí, Horizon interactúa -¿involuntariamente?- con uno de los grandes cuentos fundacionales de la Literatura estadounidense y mundial: “El oso” (1942) de William Faulkner. En “El oso”, metafóricamente hablando, la Estados Unidos próspera, su tierra a prosperar, no le pertenece ni al indio, ni al mestizo, ni al inmigrante, ni al colono, le pertenece al que la sabe gobernar. No importan los derechos, ni las herencias. Importa saber sobrevivir para domesticar ese salvajismo natural.
Sí, Horizon plantea lo mismo: a fuerza de bala, sudor, sangre, lágrimas, cicatrices, callos, todos los “soñadores” que no tienen nada que perder en este mundo más allá de su propia vida y la de un puñado de familiares, intentan prosperar en una región salvaje donde todo les es adverso, donde todo es una prueba constante… Donde todo se coagula en una supervivencia inmediata, fatigante, en la que impera la ley del más fuerte como rigor, como forma de vida innegociable.
Sí, Horizon entiende que sólo los fuertes sobreviven pero no como un decantamiento darwiniano sino como una aspiración de la voluntad. Para sobrevivir en esos parajes inhóspitos y peligrosos desde Montana hasta Texas, hay que estar convencidos de la voluntad de supervivencia individual y colectiva. De ser (estar siendo) el más fuerte por más que la realidad te devuelva a la vulnerabilidad más primigenia.
Sí, Horizon está dirigida por el gran e inmenso Kevin Costner. El mismo que hasta hace poco, fue el patriarca maravilloso de la serie Yellowstone (2018-2023). El mismo que fracasó siendo Wyatt Earp allá por 1994. El mismo que perdió millones en esta película destinada al fracaso de las taquillas pero al culto cinéfilo de acá a unos años como ya lo fueron Waterworld (Costner, 1995) y El cartero (Costner, 1997).
Sí, Horizon es una película-legado. Una película para el legado de un tipo que obviamente ama a su país con todo lo bueno y lo malo que eso acarrea. Un tipo que no cae en la demagogia ni en los discursos oficiales por más que los bordee por momentos. Un tipo que es actor secundario en su propio film. Un tipo que en los primeros cinco minutos tira unos hermosos guiños al Bravehart (1995), de Gibson con los actores que intervienen en esos cinco primeros minutos. Un tipo al que se lo aplaudió de pie en Cannes por más que a su proyección no haya ido casi nadie dado que la misma coincidía con la Megalópolis (2024), de Coppola.
Sí, Horizon es una película con huevos. Su primera parte lo es. Su segunda sin dudas lo será también. Múltiples historias de múltiples personajes que intentan vivir para prosperar. Que intentan sobrevivir, para vivir y prosperar. Que intentan, al menos, no morir. Que no los maten. Y eso, en aquella Estados Unidos de mediados del s. XIX era toda una proclama de vida. Una que Costner intenta recuperar. Que no intenta evangelizar pero sí totemizar. Que, en definitiva, intenta volver un cine que vale. Un cine para, simplemente, disfrutar. Disfrutar, realmente, a lo grande.
Horizon: An American Saga (EUA, 2024). Dirección: Kevin Costner. Guionistas: Jon Baird, Kevin Costner, Mark Kasdan. Fotografía: J. Michael Muro. Edición: Miklos Wright. Elenco: Kevin Costner, Sienna Miller, Sam Worthington. Duración: 181 minutos.
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