Jasón Statham, desde hace dos décadas, es la principal referencia a la hora de pensar en el cine de acción contemporáneo. Heredero de Stallone y Bruce Willis desde la saga de El transportador (Corey Yuen; 2002) a comienzos del siglo XXI sus películas prácticamente son un subgénero en sí mismo. En los últimos años personificó al ladero de Stallone en la notable saga de Los indestructibles ( Sylvester Stallone; 2010). En la última película de esta saga el bueno de Stallone le entregó directamente a Statham el bastón de mando. Statham logro lo que muchos actores contemporáneos desearían y pocos consiguen en términos de identidad cinematográfica. Uno puede identificar los productos en los que trabaja gracias a su sola presencia frente a cámara. Beekeper (David Ayer; 2024), en ese sentido es una película que representa al actor de El transportador y Megalodon (Steve Alten; 2018) al cien por ciento, que le da al cine de acción contemporáneo signos de vitalidad y clasicismo en una industria que pareciera caerse a pedazos. Statham es el heredero de toda una tradición de héroes más o menos silenciosos que obviamente se vincula con los ya mencionados héroes de acción de los ‘80 pero que también puede rastrearse más atrás en el tiempo en actores como Jean Paul Belmondo, Alain Delon o Steve McQueen, solo por mencionar a los más grandes actores de acción de las décadas del ‘60 y ‘70 del siglo XX. Actores que combinaron en partes iguales una notable economía de recursos gestual en algunos casos con un carisma y un sentido de la gracia particular en otros. Statham se encuentra a medio camino entre ambos paradigmas. Beekeper dirigida por David Ayer, que ya había filmado la musculosa primer parte de Escuadrón Suicida -una película subvalorada que fue reducida a la góndola de cine de superhéroes-, aquí pareciera filmar una continuación conceptual de esa película con otros personajes. Statham es aquí Dam Clay, un ex agente retirado de una organización secreta (Los beekepers) que trabaja de apicultor hasta que debe volver a la acción debido al suicidio de una mujer mayor que fue estafada por un call center que se dedica a vaciarle las cuentas a personas de la tercera edad. Con el correr de la trama descubriremos que ese call center no es el único que se dedica a realizar ese tipo de estafas y que todo es parte de un entramado delictivo que desvía fondos para financiar la campaña de la presidenta de Estados unidos. En la película de Ayer y Statham no hay ninguna bajada de línea en relación a la corrupción política, lo cual hace que esta fábula sobre el bien y el mal no se ponga densa en términos simbólicos. Ambos tienen claro el relato que quieren desarrollar y se valen de las herramientas del más puro cine de acción para llevar a cabo esta historia de venganza que ya se contó mil veces pero que sigue funcionando de inicio a fin porque Ayer pareciera entender que la gracia con la que se cuenta una historia es mucho más importante que la novedad que la misma puede presentar.
A diferencia de las últimas películas de Statham –Los indestructibles 4 (Scott Waugh; 2023) y Agente Fortune (Guy Ritchie; 2023), en particular-, en Beekeper prácticamente no hay elementos que se puedan vincular con la comedia. El tono es el de una película de acción agria en donde un tipo solitario (como los grandes detectives que forjaron la historia del cine y la literatura policial del siglo XX, desde Philip Marlowe hasta Mickey Hammer), resuelve las cosas a su manera, muchas veces por fuera de la ley, que por otro lado siempre llega tarde a donde no sucede nada. A Statham lo acompaña la agente del FBI Verona Parker, interpretada por Emmy Raver-Lampman, que es la hija de la mujer fallecida que intenta desentrañar el misterio de la muerte de su madre y que en un primer momento sospecha de Statham. Rápidamente ella comprenderá que Statham solo quiere impartir su particular modo de justicia.
Algunas críticas a Beekeper plantean la inverosimilitud de su trama y de las coreografías propias de cada una de las escenas de acción. Ese argumento insustancial no puede ser jamás esgrimido para cuestionar un género que en los últimos cuarenta años ha dado obras maestras como Duro de Matar (Thorp; 1988), Rambo (Kotcheff; 1989), Kill Bill (Tarantino, 2003) o Django Encadenado (Tarantino; 2013). Beekeper utiliza ese linaje cinematográfico y se arropa en el mismo para darle sentido y emoción a la historia que aquí se cuenta. Es cierto que la descripción de los enemigos de Statham queda a medio camino en términos narrativos. El personaje de Jeremy Irons, una especie de asesor de los intereses del villano del film no está lo suficientemente desarrollado, lo cual es una pena, pero eso no hace mella al espíritu de película de tiros y cosa golda que Ayer y Statham le imprimen a su aventura.
El previsible final de la historia augura posibles continuidades, pero en este caso eso es lo menos importante. Director y actor logran la proeza de que los espectadores nos olvidemos de los futuros continuará porque aquí no pareciera primar la lógica del folletín como sucede en el 90 por ciento del cine mainstream contemporáneo.
El final luego de la matanza consumada deriva de los ecos del cine tarantiniano al de otro de los héroes del cine de acción del siglo XX. El tipo solitario que representa Statham frente al poder que pareciera morir solo porque él lo desea en la última escena evoca los espectros de Jean Paul Belmondo en El profesional (Lautner; 1982), cuando éste, luego de ultimar a un presidente africano representante de una feroz dictadura, se dirige a tomar el helicóptero que lo salvará. En ese momento, Belmondo es interceptado por un francotirador mientras suena la maravillosa música de Ennio Morricone que le pone punto final a su vida.
En el caso de Statham, las obligaciones comerciales del cine contemporáneo impiden un final trágico como el de los héroes de antaño, pero esa caminata crepuscular luego de haber consumado su acto de venganza pareciera dejar en un segundo plano las obligaciones comerciales de los grupos inversores que se dedican al cine para evocar un tiempo en el que lo que importaba era narrar una historia que tuviera un inicio y un final, como si de una novela de Charles Dickens se tratara.
Statham por su parte pareciera sintetizar en su rostro y en su actitud un linaje de héroes que no se resignan a que el cine sea solo un plan de negocios. Beekeper es un hermoso ejemplo del poder del cine para construir sentidos evocando al pasado sin caer en el sofisma de que todo tiempo pasado siempre fue mejor.
Beekeper (Estados unidos, 2023). Dirección: David Ayer. Guion: Kurt Wimmer. Fotografía: Gabriel Beristaín. Edición: Geoffrey O Brien. Elenco: Jasón Statham, Josh Hutcherson, Emmy Raver- Lampman, Jeremy Irons, Bobby Naderi. Duración 105 minutos
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