A simple vista, On The Rocks pareciera ser una película menor dentro de la filmografía de Sofia Coppola, sobre todo si uno la piensa en relación a El seductor (2017). Allí retrataba con ferocidad una historia de mujeres ambientada en la Guerra de Secesión, con una mirada política infrecuente para alguien como Coppola, que a menudo parece sentirse cómoda en un registro alejado de las conflictividades de la Historia. On the rocks es, en cambio, una película prototípicamente coppoliana, en la que la mirada poética y personal de la directora se sumerge en una historia impregnada de melancolía: Laura (Rashida Jones), una mujer de 40 y tantos que enfrenta una crisis matrimonial y recurre a la ayuda de un padre carismático y poco corriente para descubrir una supuesta infidelidad de su pareja.
Al igual que en la -ya a esta altura- clásica Perdidos en Tokio, la trama de On The Rocks se asienta y crece de modo virtuoso en una actuación fabulosa de Bill Murray que hace del más mínimo gesto un objeto de análisis que enternece y conmueve a la vez. Murray es, en una primera mirada, un viejo machirulo y egocéntrico que funciona de modo disruptivo en relación a esa hija, pero su modo de ejercer la paternidad no se reduce a un paso de comedia frívolo si no que, a medida que el argumento seudodetectivesco (el descubrimiento de una infidelidad) se desvanece, se profundiza el costado intimista del relato. Un costado que tiene que ver con la complejidad de esa relación filial. Detrás de esas capas de comedia agridulce se encuentra el asunto central de la trama, que se desencadena en la escena en la que Félix (Murray) habla con su hija de lo que significó la separación de su madre y de todo lo que sucedió después en la vida de ambos. Coppola filma esa conversación entendiendo que de las cosas que duelen no se mencionan todo el tiempo. Uno vive con esas heridas a cuestas y hace lo que puede con ellas. En esa economía de recursos estéticos para retratar la relación de un padre y una hija se encuentra el nervio de esta película, que conmueve a partir de la gracia y ternura de Murray.
Laura es escritora y está trabada en la gestación de su nuevo libro. Esa crisis pareciera ser una representación mayor de otras crisis: la de su matrimonio, la de su edad y la de su rol de mujer en más de un sentido. Ante esta crisis múltiple es que su padre decide entrar en acción. En esa relación entre Félix y Laura pareciera desarrollarse una relectura del vínculo entablado, hace 17 años, entre Scarlett Johansson y el mismo Murray en Perdidos en Tokio. La diferencia substancial entre ambos films es que el vínculo de amor platónico que entablan los personajes de aquella película del 2003 es reemplazado por las dificultades del inalterable vínculo filial. A pesar de que On The Rocks pareciera estar centrada en esa crisis que Laura experimenta con su pareja y padre de sus dos hijas (interpretado por Marlon Wayans), ese conflicto se evidencia como menor. La centralidad del film se basa en esa peculiar relación entre padre e hija, que viajan en un descapotable comiendo y bebiendo, emulando a Cary Grant y Grace Kelly en Para atrapar al ladrón. El ritmo se sostiene gracias al virtuosismo minimalista de la actuación de Murray, que desde Hechizo del tiempo de Harold Ramis, pasando por sus roles en films de Wes Anderson, Jim Jarmush y la mencionada Coppola se transformó en uno de los actores más representativos del cine de autor norteamericano de los últimos 25 años. Uno podría pensar incluso que los films en los que participa Murray son construidos por él mismo junto a los directores. On The Rocks es la demostración más cabal de ese poder de unir en un rostro algo de la mirada abismal de Buster Keaton con el absurdo de Jaques Tati, sumado a cierto desasosiego woodyallenesco.
Uno de los aspectos más interesantes de On The Rocks es la sutileza visual que Coppola despliega por medio del arte del montaje (“el cine es montaje” decía hace casi 100 años Alfred Hitchcock), proponiendo una mirada sorprendida y amorosa de la relación entre un padre díscolo y una hija que, frente a las tormentas de su vida, se abraza a ese sujeto al que ama a pesar de sus defectos. El espíritu entre lúdico y melancólico que anima cada plano se pierde en todo aquello que excede a la relación entre Murray y Jones, como si la película se afirmara en la magia que emana de este padre particular.
El cine de Sofia Coppola, que no anda gritando la verdad a los cuatro vientos, nuevamente se sale con la suya en eso de dejar al espectador sumergido en la complejidad y la belleza de eso que llamamos vida. Pareciera fácil lo que hace pero no lo es, y quizás su secreto sea que su cine en vez de juzgar a sus personajes los contempla de modo piadoso. Mientras Perdidos en Tokio narraba un amor pasajero e inolvidable, On The Rocks se ancla en ese vínculo perpetuo e imperfecto que entablamos los padres y los hijos, y que a lo largo de nuestra vida intentamos sin éxito desanudar. En eso, ni más ni menos, consiste la vida.
Calificación: 8/10
On The Rocks (Estados Unidos, 2020). Guion y dirección: Sofía Coppola. Fotografía: Philippe Le Sour. Montaje: Sarah Flack. Elenco: Bill Murray, Rashida Jones, Marlon Wayans, Jenny Slate. Duración: 96 minutos. Disponible en Apple TV+.
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