Oliver Assayas es uno de los cineastas más destacados de nuestra época, sin embargo, no tan estudiado como muchos de sus coetáneos. Lo cierto es que con cada estreno reafirma su categórica visión, el abordaje de diferentes géneros y propuestas, siempre vital y enérgico en la construcción de la puesta en escena y el ensamblado. Un hacedor de imágenes en movimiento que en su búsqueda enfatiza las posibilidades técnicas en función de lo que la pieza requiere, sin dejar de plantear interrogantes intelectuales y dialogar con el resto de su filmografía.

Doubles vies no es tan compleja como otras de sus creaciones, sin embargo, es una buena porción de cine en su máxima expresión. Dedicada más a lo verbal y al desempeño actoral, no por ello deja de lado la representación cinematográfica como lo esencial para que la película funcione y sea altamente disfrutable. Con un ritmo constante, que no aburre ni da tiempo a ser predecible, que evita los preludios y condensa los momentos, logra ahondar en la descripción íntima de los personajes que lo caracterizan, sin establecer una distancia satírica con ellos, creando y a la vez despejando la incertidumbre que estos transitan.

Protagonizada por Juliette Binoche, Guillaume Canet y Vincent Macaigne, una tríada de actores de lujo que es sostén adicional para el desarrollo de la trama. Selena es una actriz de teatro poco conocida, ahora estrella de una serie televisiva; Alain, un editor literario que intenta aggiornarse a las nuevas modalidades; y Leonard, un polémico y no demasiado exitoso escritor de “auto-ficción”. Sus vidas se entrelazan de tal manera que cada escena revela otra capa que va complicando las conexiones. Ellos, demasiado narcisistas como para arriesgarse a perder algo importante en sus vidas, se enfrentan a otras jugadoras quizás más arriesgados, como a la joven Laure (Christa Theret), quien representa un probable Apocalipsis con su sola presencia y Valerie (Nora Hamzawi), quien a pesar de trabajar en política irónicamente es la menos cínica y más ética de este juego. También hacen frente a otros personajes, fuera y dentro de su círculo de amigos, con los que las discusiones dentro de diferentes posturas van generando nuevos puntos de vista. Así, las apariencias juegan en un nivel preponderante. A medida que vamos descubriendo los secretos que inundan estas ambivalentes vidas, por ello reales y palpables, la tensión entre los personajes logran ponernos incómodos, generando suspenso y expectación.

La historia se desplaza dentro del terreno de la comedia, que se desenvuelve lúdica y sofisticada, poniendo énfasis en relaciones humanas y amorosas, pero atravesada por el debate acerca de la influencia de la tecnología y el progreso -sobre todo en considerar si el «progreso» es realmente un avance o no-, con referencias que van desde Adorno y  Bergman hasta Taylor Swift. Los protagonistas transitan por un lado sus relaciones personales, y por otro su vida circundada por esta cuestión, que recae no sólo en lo discursivo, sino que abarca posibles cambios en sus profesiones, que no pueden eludir aunque prefieran hacerlo. De esta combinación se filtra la personalidad de cada uno y así su devenir. Podemos dividirla en tres partes: el abismo de tomar decisiones relacionadas con su futuro inmediato en cuanto a lo profesional, el afrontar las situaciones afectivas y la tensión que esto genera, y por último, el nuevo estado que traerá aparejado la pseudo-transformación, y que, hacia el final, presenta posibilidades de lo que les ocurrirá a los personajes en el futuro.

Doubles vies, además del preciso universo que impone en el guion, posee la intacta capacidad de Assayas de hacer presente su marca de autor: el ritmo externo e interno en el transcurrir de las imágenes. Su virtud recae en la articulación de este compendio de escenas que van pasando de una situación a otra, avanzando bruscamente en el tiempo, dándole espacio al espectador para que note por sí mismo el lapso temporal transcurrido. Por otro lado, el constante y siempre presente movimiento de la cámara, a veces imperceptible, que fluye sigiloso entre los personajes como un ente más. Acá funciona entre planos y contraplanos que le dan vitalidad y se mantienen según quien tome la acción verbal, destacando los gestos mínimos para entender su sentir. Nunca subraya su intención/función, ni tampoco se deja llevar errático por los acontecimientos. Se posiciona así desde lugares reducidos como bares plagados de gente, reuniones en casas, hasta la intimidad de habitaciones, creando un efecto contenido, casi claustrofóbico, ya que obliga a los personajes a enfrentarse entre sí, sin escapatoria.

A pesar de lo hermético que puede parecer ese mundo, incluso tedioso para quienes prefieren cierto tipo de acción espectacular, crudeza o simpleza en la representación, Doubles vies nunca se detiene, ni es redundante, ni se parece al cine liviano de argumentos, con giros o golpes de emoción forzados. Fluye, y lo hace manteniendo la atención, jugando con los elementos que presenta. Sin utilizar en esa oportunidad elementos extradiegéticos como música incidental, logra posicionar al espectador como si fuera un participante más, y no un observador distante.

Basado en el subtexto, el resultado es una película donde nos sentimos identificados desde la humanidad y espontaneidad que desprenden los personajes. Además, esta dualidad a la que se refiere el título no sólo hace referencia a lo argumental, sino que abarca temas de un interés actual basados en la incertidumbre acerca de la transformación probable o inmanente al avance tecnológico. Las discusiones intelectuales poseen un valor en sí, y en ciertos casos hasta tienen más que ver con la psicología de los personajes y su estado-relación con quienes los rodean, que con un pensamiento indiscutible, como si el propio director pusiera en juego sus propias ideas y dudas, sin ofrecer respuestas inescrutables, sino simplemente haciendo las preguntas.

Siempre hay mucho del propio Assayas dentro de todas sus películas. En Doubles vies se hace notorio ya que vislumbramos a un grupo de personajes de mediana edad, próxima a la del director, enfrentándose a una nueva generación de cambios y redes sociales, que pretenden desechar las estructuras que se mantuvieron erguidas en el siglo pasado. La transformación de los formatos y la función de la crítica no escapan de la discusión, burlándose por ejemplo de banalidad de las series televisivas -considerando Carlos como una película en episodios, aunque haya sido vendida con el formato recién mencionado- y la función superflua de Twitter en cuanto a su inmediatez y carencia de contenido pensante.

Lo cierto es que el negocio y la degradación de la cultura han sido siempre uno de sus temas favoritos, ya desde los tiempos de Irma Vep. En Doubles vies este diálogo continúa y bajo su simpleza encierra mucho más que una película francesa de intelectuales de clase media-alta discutiendo diferentes posturas frente a la actualidad. Uno puede sintonizar su frecuencia o no, aunque sería una verdadera lástima perderse de hacerlo.

Calificación: 8/10

Doubles vies (Francia, 2018). Guion y dirección: Olivier Assayas. Elenco: Juliette Binoche, Guillaume Canet, Vincent Macaigne, Nora Hamzawi, ChristaTheret. Producción: Charles Gillibert. Duración: 108 minutos.

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