Norma Plá irrumpe en la pantalla. Lo hace casi pidiendo permiso, pero su presencia en el set televisivo atravesando la puerta de decorado, enseguida domina la escena. Esa escena inicial de Norma también (Vinalli, Guzzo, Arias; 2023) es notable, porque sintetiza en pocos segundos la relación que establecía con el medio -televisivo y social- de la época. Es la mesa de “Polémica en el bar”, a la que la han invitado, un territorio doblemente hostil: una mesa completamente compuesta de hombres, uno de los cuales, el conductor y creador del ciclo, Gerardo Sofovich, venía exhibiendo públicamente su amistad con el entonces presidente, Carlos Saúl Menem. Una serie de formalidades revisten de cierta amabilidad y espíritu dialoguista el comienzo del encuentro, pero en cuanto los periodistas de la mesa -Luis Beldi y Gonzalo Urtizberea- ponen sobre la mesa la idea del accionar violento, de las vallas tiradas, de las piedras contra la policía, queda en evidencia la trampa. No interesa escuchar a Norma Plá. No importa que diga que quiere que la escuchen el ministro de Economía y el Presidente de la Nación ni que salió a luchar cuando tuvo hambre. Importa únicamente transformar a Norma Plá en eso que no se debe ser.

La imagen de Norma Plá -la que evocan los fragmentos que el documental rescata de la televisión de la época, la que recordamos los que vivimos aquellos años- es una construcción hecha por los medios. Norma también habilita esa vía, para encontrar primero esa construcción -la jubilada violenta, la que ataca a la policía, la que intenta entrar al Congreso o a la Casa Rosada por la fuerza- y luego proceder a desmontarla. Revela que la imagen en tiempo presente captada por eso que Miriam Lewin define como “patria movilera”, estaba atravesada por la descontextualización: se reflejaba el hecho puntual y el atractivo televisivo -por lo disruptivo, como en la choriceada frente al edificio donde vivía Domingo Cavallo- partía de la diferencia, de la construcción de eso que era una protesta legítima, en un show. Hay que notar que lo que descubre el documental en ese recorrido es la repetición de esa estrategia televisiva: lo que vemos en el programa de Sofovich, se reitera en el de Mauro Viale, o en la entrevista del movilero de ATC a la salida del encuentro de Plá con Alderete -por entonces director del PAMI.

Justamente en ese programa de Mauro Viale hay otro momento televisivo que el documental rescata y que tiene un valor notable. Viale le plantea a Norma Plá que cree que ella está luchando por un lugar protagónico para sí misma e incluye una figuración televisiva –tal vez porque ese era el camino que en su momento siguió el conductor. Norma contesta rápidamente: “La televisión viene a mí, yo no busco a la televisión”. Ese planteo revela la conciencia de Norma no solo del lugar que ocupa, sino del interés que genera como espectáculo televisivo. Y afirma el lugar central que adquiere la lucha: “Si a mí me dan los 450, yo me quedo en mi casa”, dice, aludiendo a la jubilación mínima que buscan, afirmando que el objetivo no es convertirse en líder de nada, sino llegar a conseguir el objetivo que inició la lucha.

Esas imágenes del pasado aquí están dotadas de un contexto que permite recuperarlas desde otro lugar. Si a Norma Plá se la estigmatizó como una “vieja demente” -una reversión en los 90 de la estigmatización previa hecha sobre las Madres de Plaza de Mayo-, lo que hace el documental es partir de esa zona de “locura”, para trabajarla como una resistencia desde una lógica diferente, disruptiva dentro del conservadurismo social de la década. El rescate de una figura que, como sostiene una de sus compañeras de lucha, “tenía poca escuela”, o que no tenía formación política, pero que aprendió a posicionarse en el espacio público y a aceptar que el precio a pagar era esa estigmatización, implica un corrimiento de la imagen que se le asigna a quienes lideran una causa.

La forma en que el documental desmonta aquella construcción no parte solo del rescate de la forma en que Plá se enfrentaba a la estructura mediática que intentaba reducirla y domarla. Se focaliza en la manera en que se constituyó en referencia para distintos grupos emergentes que compartieron luchas en los años del menemismo. Retrospectivamente, el documental recupera lo que vieron en ella como reflejo de lo que estaba ocurriendo a nivel popular. La Marcha N° 100 de los jubilados aparece entonces como un hito de visibilización para el gran público, incluso mayor que la carpa en Plaza Lavalle o los intentos continuos por entrar al Congreso enfrentando a la Policía. Para los militantes de causas populares eran los pequeños gestos los que generaban ese efecto: la fuerza para trepar o para forzar los vallados, encender maderas para tirar hacia el otro lado, arengar a los jóvenes a levantarse en una comisaría. Es una gestualidad de ruptura, de no aceptación del orden limitativo y represivo que no aceptaba el diálogo (hay que ver de qué manera se producía el pasaje de la violencia a la ternura como lo menciona Fernando Esteche, cuando Norma conseguía ser recibida y escuchada). Y también una señal de tiempos que estaban empezando a cambiar: Norma Plá puede pensarse como la chispa que encendió una mecha que más tarde se continuaría en la Carpa Blanca o en el crecimiento de las organizaciones de desocupados.

El rescate que encara Norma también es tanto una mirada sobre la década del noventa desde la perspectiva de los perjudicados por el sistema como hacia un presente que repite cíclicamente aquella década (basta comparar las imágenes de las represiones de las marchas de los miércoles de cualquier día de este 2025 con las imágenes del pasado en las que la policía arrastra literalmente por el piso a Irma Mertens, una de las compañeras de lucha de Norma). Norma Plá deviene entonces otra figura, una nueva construcción que se propone disputar el sentido que se le adjudicó en el pasado. La que fue la “vieja demente” puede aparecer ahora como líder natural, luchadora popular o hasta como “Santa Patrona de las Resistencias”. Ese es el camino que va del sentido impuesto por la hegemonía mediática y corporativa a otra que se sostiene en lo popular, para desde ese lugar constituir a Norma también como un paso importante en la batalla cultural.

Norma también (Argentina, Uruguay / 2024). Dirección: Natalia Vinelli, Alejandra Guzzo y Florencia Arias. Duración: 93 minutos.

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