Alias Yineth alterna el formato entrevista con la recreación de ficción, las tomas del quehacer cotidiano actual de la protagonista y material de archivo televisivo de las declaraciones de los presidentes colombianos Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos durante el proceso de negociación de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Resulta un acierto de los directores poner en relación el proceso de transformación que irá sufriendo Yineth con las vicisitudes políticas de las negociaciones con las FARC, así como también no seguir necesariamente una linealidad temporal sino ir intercalando como flashbacks fragmentos del pasado en una narración que se da en tiempo presente al servicio de reconstruir la historia de la protagonista.

De manera que tenemos dos vías de entrada para el documental: tomar a Yineth como exponente del devenir de la guerrilla colombiana, en su momento más activo, en su actitud de rechazo hacia el aparato de gobierno y sus intentos de acercamiento, durante los cuales los acuerdos no serán sencillos de cerrar; y tomar a Yineth en tanto mujer que cada vez se reinventa a sí misma en busca de una nominación que dignifique la relación con su propio cuerpo femenino.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia fueron una organización guerrillera que surgió en los años sesenta y que tenía como objetivo establecer un estado socialista en Colombia. Los pueblos del campesinado colombiano tomados por las FARC quedaban bajo su absoluto control y eran obligados a contribuir a la causa. Las familias más ricas ofrecían dinero o bienes agrícolas (así se financiaban, y también mediante el narcotráfico) y las más pobres entregaban a sus hijos para formar parte del ejército del pueblo. En el marco de este contexto político, y en el seno de una familia sumida en la pobreza, llegará el nacimiento de Yineth.

El prólogo, con planos fijos en los que veamos a Yineth pasearse con distintos atuendos que marcarán la historia de su vida, no es solo un anticipo de lo que vendrá, sino que plantea la cuestión de lo femenino como un misterio innombrable: no hay una norma que pueda decir qué es una mujer o de qué goza una mujer. La Mujer es un vacío que cada mujer tendrá que vestir y velar, inventando su manera singular de habitarlo. Las maneras de vestir ese vacío no son pret a porter, no se pueden tomar de otros modelos, sino que son las respuestas que cada una y en cada momento pueda darse al enigma de lo femenino. Y es precisamente sobre esto sobre lo que nos ilumina, entre otras cosas, Alias Yineth.

En el trazado que Yineth haga de su vida sobre un mapa de Colombia también irá marcando los caminos de su feminidad, en cada uno de los cuales tomará un nombre diferente que da cuenta de las marcas del goce en su cuerpo. Por eso Yineth dirá que es una mujer de siete nombres. Yinan será el nombre de su niñez, el que le dio su madre, el que marque el dolor de la ausencia de ella (esta habrá dejado el hogar para huir del hombre adicto y violento con quien convivía), el sudor de criar a sus pequeños hermanos siendo la mayor, y también los golpes y abusos del padrastro. Yira será el que marque su adolescencia, los 5 años (de los 12 a las 17 años) que, entregada por su padrastro, perderá su identidad y será convertida en guerrillera de las FARC, y donde al comienzo verá la oportunidad de salir del infierno de la violencia familiar y de la estigmatización social de la pobreza que había en su pueblo. A Yira le darán una mini uzi, pero para ella no será suficiente y anhelará que le den un rifle, a pesar de la incomodidad de cargar tanto peso. El quiebre será verse muerta en vida y comenzar a preguntarse qué quiere ella para su futuro.

Tania marcará su estancia en la ciudad de Florencia donde habiendo escapado de las FARC recuperará su libertad. Allí, al no conseguir otro trabajo, se convertirá en bailarina exótica para los clientes de un bar. Si Yinan y Yira dan cuenta de un cuerpo que es tomado como un bien del que se goza o que se utiliza según los intereses del poder patriarcal del padrastro o del comandante, cuerpo usurpado y degradado, cuerpo que es tomado desde la mirada masculina y que adopta esa mirada y los caracteres masculinos; Tania y los otros alias que emplee en este tipo de trabajo darán cuenta de un uso del cuerpo que se oferta como objeto degradado a la mirada masculina pero del cual, si bien no elegido en plena igualdad de condiciones debido a su pobreza y falta de educación, extrae un beneficio económico para sí, definiendo entonces el comienzo de un camino de emancipación.

Yineth, la del presente, será madre de dos niñas y tomará el camino de la maternidad como salida normativizada, como el ideal que la sociedad espera de una mujer y, en tanto aquello a lo que jugaba desde que era niña, como camino legado por su abuela y por su madre. No obstante, seguirá habiendo un vacío en su vida. Entonces Yineth será también la promotora de la Agencia Colombiana para la Reintegración, que es la marca de la mujer que toma un lugar en el mercado de trabajo y que ha elegido poner su cuerpo y sus vivencias pasadas al servicio de abrir oportunidades laborales para las personas en proceso de reintegración. Pero además Yineth es la marca de la mujer amada, que más allá de la culminación en ese casamiento de princesa, es el que ha elegido después de tanta lucha, es la marca de la mujer que puede permitir que un hombre se le acerque y recibir su palabra amorosa como puente para alcanzar el goce femenino, ese que suena y se siente en el cuerpo. Yineth es la mujer que no cesa de reconciliarse con ese cuerpo herido y mutilado, porque las heridas siguen abiertas, porque la población colombiana no termina de reintegrar a las FARC a la sociedad, y porque el  odio sigue circulando entre vecinos.

Alias Yineth es un documental que sin descuidar la estética y la sensibilidad encuentra su potencia en el relato en primera persona de una mujer singular, capaz de visibilizar y encarnar la lucha diaria de muchas otras mujeres por condiciones, miradas y palabras que las dignifiquen.

Alias Yineth: La mujer de los siete nombres (Argentina/Colombia, 2018). Dirección: Daniela Castro y Nicolás Ordoñez. Guión: Daniela Castro y Nicolás Ordoñez. Fotografía: Nicolás Ordoñez. Edición: Alejo Santos. Duración: 71 minutos.

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