El título de esta nota es una de las premisas de Dark, la nueva serie alemana disponible en Netflix. Apoyada en los fundamentos de un género como la ciencia ficción o, mejor dicho, el fantástico, Dark consigue que las ciencias conocidas no sean capaces de explicar nada de lo que sucede y que cualquier razonamiento que se aplique a los hechos exceda los límites de nuestra lógica.

La comparación constante con la famosa Stranger Things pone en evidencia las maneras distintas en las que es posible abordar temáticas levemente similares (“levemente”). Mientras que Dark nos habla de viajes en el tiempo, Stranger Things nos cuenta que hay un mundo paralelo, o alterno, en el que viven criaturas malignas. Ya desde los títulos (“oscuro” y “cosas extrañas”) se pueden pensar los distintos abordajes del género: en Alemania, yendo hacia la oscuridad de los conflictos humanos; en Estados Unidos, dedicados a contar historias más livianas -por no decir rosas-, en las que los protagonistas no son adolescentes trastornados por la vida sino niños preadolescentes que afrontan la muerte en cada capítulo sin percatarse de ello.  En Stranger Things, adorables niñxs nerds nos hacen reír y nos obligan a enamorarnos de ellos mientras salvan al mundo en cada temporada. En Dark uno celebra la valentía de ensuciarse un poco las manos y empezar el relato con un hombre que se ahorca y un adolescente que sale de un centro de rehabilitación. Dark es, de alguna manera, el lado sucio de Stranger Things, en el que ningún personaje se salva del lápiz perturbado de su guionista. Debe haber algún problema conmigo, que me gusta ver personajes sufriendo y no riendo.

Pasó tan solo la primera temporada y la vi en solo dos días. Su trama es intrincada como pocas. Es una serie pensada y diseñada para el consumo vía online (que se entienda, uso la palabra consumo no porque me guste, sino porque realmente creo que eso es lo que hacemos hoy día con los sistemas streaming u on demand. Somos consumidores ansiosos por comprar y Netflix es nuestro Easy con descuentos). La televisión ya le queda chica a este tipo de producciones seriadas que podrían pensarse como películas de diez horas. La atención que uno debe otorgarle a ficciones como Dark es de niveles insuperables porque si podés poner pausa, vas a perderte de algún dato o no vas a entender quién carajo es ese personaje que te resulta familiar pero no te acordás de dónde salió.

La cantidad de personajes y subtramas que metieron en esta ficción es alevosa, y para mayor desafío todas giran en torno a lo mismo. Todos los hechos que suceden están estrechamente relacionados con el conflicto principal y todos son a la vez parte del conflicto principal. Dark termina siendo un rompecabezas, un laberinto de personajes que se va agrandando capítulo a capítulo. Uno siente cómo todo empieza a girar, a enroscarse, y cómo cada pasadizo da con una salida que es nueva pero que, de alguna manera, ya conocías. Es que esa es otra de las premisas de la serie: todo está relacionado. Espacio y tiempo, presente y pasado; enamorados y enemistados, padres e hijos, muertos y vivos. Hay algo superior a nosotros, algo sobrenatural que está por encima de todos y que nos domina. Nosotros nos creemos libres pero, en realidad, no tenemos ni la más mínima idea de hacia dónde va o desde dónde viene todo esto que conocemos, que vivimos y que experimentamos.

¿Es recomendable? Sí, Dark es muy recomendable, sobre todo para aquellos fanáticos de lo extraño, quienes gustan de perderse en un mundo fantástico y escabroso del cual es difícil salir. ¿Pero hasta dónde? ¿Hasta donde vale la pena sumergirnos en una ficción que nada tiene que ver con uno? Viajes en el tiempo, mundos paralelos, alemanes perturbados. Dark fue la primera producción de Netflix en Alemania y así como Disney se ha transformado en el emporio yanqui del cine, Netflix se ha consolidado como el monstruo del streaming. Hay que hacer notar que Netflix es un fenómeno histórico a nivel mundial y que no sólo cambió la manera de consumir sino también la manera de producir contenido audiovisual.

Hacer notar su tamaño es intentar ser conscientes de lo que puede generar y de lo que ya está generando Netflix. Lógicamente no es algo positivo la reducción de nuestras posibilidades como espectadores para acceder a producciones culturales, y si bien Netflix nos vende un fácil acceso a su contenido también termina representando una limitación a la hora de elegir qué ver y qué no ver. La tiranía de “si no está en Netflix, no lo vi” termina unificando un discurso hegemónico. Un discurso que está resonando en todo el mundo al mismo tiempo. Y las series, ya no las películas, son su manera de hablar. Netflix está en la cresta de una ola que no sabemos hacia dónde va a ir,  y si en algún momento va a parar, y por eso es necesario ponerla en crisis.

¿Qué tan bien o que tan mal nos hace el consumo de series? ¿Qué representan las series como el nuevo relato que las personas eligen escuchar? ¿Es un avance a nivel narrativo o un retroceso en las producciones artísticas? ¿Dark pone en crisis algo, cuestiona algo, o solamente está repitiendo un género que ya todos y todas conocemos y que no termina revelando nada nuevo? Nada nuevo y nada bueno. El formato seriado tiene sus normas y sus costumbres desde hace décadas y hoy son ellas las que dominan el discurso. Yo ya no puedo dejar de pensar en esto cada vez que le doy play a un nuevo capítulo, o cada vez que empiezo una nueva serie. No puedo dejar de mirarlas pero, como espectador consciente, no debo dejar de cuestionarlas.

Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un océano.

Dark (Alemania, 2017). Creadores: Baran Bo Odar y Jantje Friese. Elenco: Oliver Masucci, Karoline Eichhorn, Jordis Triebel, Louis Hoffman. Disponible en Netflix.

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