Quien haya visto alguna película del realizador argentino Matías Szulanski sabe que el absurdo y la parodia de géneros son sus marcas de estilo. Y Flipper (2021), su octavo largometraje, no es la excepción. En esta ocasión presenta tres historias de amor y crimen, que están reunidas por el juego recreativo y electrónico en cuestión, que tan popular fuera en nuestro país a fines de los setentas y en los ochenta. La presencia del flipper en las historias va de mayor a menor en cada una de ellas: si en la primera la máquina es un elemento central, en la segunda es aludido pero se mantiene en fuera de campo, mientras que en la tercera forma parte de su estructura que puede pensarse a partir de la lógica de carambolas y malentendidos, propias de la comedia alocada, hasta dar con un botín de diamantes.
De las tres historias, en las cuales emplea al mismo grupo de actores en diferentes roles, la más sólida es la primera. En ella Marcos (Fabián Arenillas) es un hombre a quien despidieron de su trabajo, que encuentra un escape al desasosiego y al nihilismo de su vida jugando incansables horas al flipper. Incluso llega a vender un anillo de diamantes de su esposa (con gran valor sentimental para su ella, ya que era de su madre) para comprar un flipper e instalarlo en su casa. Laura, su esposa, en su idilio romántico sólo demanda muestras de cariño, se contenta con su embarazo y lo alienta a salir adelante. Con el objetivo de reponer el anillo, tan importante para Laura, e impulsado por la ilusa ambición ludópata de lograr el gran golpe de suerte, Marcos se enreda con prestamistas del barrio. En esta historia, el director parodia la comedia costumbrista y el cine criminal con acierto, produciendo una historia efectiva desde el guion, sus gags y la solvente interpretación de Arenillas.
La segunda historia es la de una muchacha deprimida por un desengaño amoroso, que aconsejada por su amiga decide emplear sus ahorros para comprarse un flipper, pero resulta estafada por un jardinero de la zona. El grupo de amigas pasa unos días de vacaciones en Costa Diamante y le aconsejan recurrir a un hombre-lobo, a quien llaman “el presidente” (broma alusiva al ex-presidente Menem), para recuperar el dinero. Aquí es clara la parodia al cine indie argento, al género de terror con bellos adolescentes, vacacionando despreocupados y la referencia a La bella y la bestia en la trama romántica entre la joven desdichada y el hombre-lobo. Pero tanto el guion como los gags resultan menos efectivos, porque la parodia del género del hombre-lobo, que se asocia a la metamorfosis de la pubertad, se ve desplazada por el tono más bien burlesco hacia el ex-presidente e incluso la voz en off que puntúa los hechos, resulta demasiado anticipatoria, eliminando el efecto sorpresa. Son tantos los elementos, citas y homenajes, que apuntan a lo lúdico en el espectador, pero las diferentes piezas quedan un tanto inconexas o yuxtapuestas como en el pastiche, al resto del material.
En la tercera historia, el director sube la apuesta de sus ambiciones. Greta (Julieta Tramanzoli) mata accidentalmente a su amante cuando éste quería sorprenderla por su cumpleaños, y con ayuda de su amiga Cata (Piru Lasta) se deshace del cuerpo, para luego enterarse que podría llevar dentro de él unos diamantes. Aquí el realizador hibrida el malentendido propio de la comedia romántica, con la parodia del cine negro y del gore, cóctel que pretende ser narrado en clave de musical. Pero hete aquí que el musical no resulta bien ejecutado, no sólo porque las canciones sobreexplican la trama narrativa, sino también porque aunque se lo quiera asociar a una clave operística (donde la referencia del director es Los paraguas de Cherburgo), carece del aspecto trágico y de la teatralidad propia de este género. El resultado es un monocorde oratorio, sin la gracia y la magia del musical.
En suma, Flipper porta las marcas del estilo Szulanki en su registro del absurdo, de la parodia de géneros y en su estética vintage y vale más por sus intenciones, por su gesto lúdico y por su riesgo experimental, que por sus resultados. Es una película despareja, que está bien lograda en su primera parte y en la que da pena que los recursos no hayan sido mejor ejecutados.
Calificación: 5/10
Flipper (Argentina, 2021). Guion y dirección: Matías Szulanski. Fotografía: Juan Scaiola. Música: Carlos Páez. Montaje: Matías Szulanski. Elenco: Piru Lasta, Fabián Arenillas, María Villar, María Jantus, Julieta Tramanzoli, Nacho Pérez Cortés, Sonia Zavaleta y Julia Zanettini. Duración: 123 minutos.
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Las «marcas de estilo» de Matías Szulanski son filmar como el orto guiones de mierda.
Ya dirigió y escribió como diez largometrajes y son todos una garcha. Filma una película tras otra como si fueran fiestas de quince pero no aprende nada en el proceso, ni tampoco descubre que el cine no es lo suyo.
Es el típico personaje gris de nuestro cascoteado cine que dirige películas pura y exclusivamente porque el INCAA entrega subsidios con criterio burocrático y no de calidad.
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Para colmo en «Recetas para microondas» nos quiere convencer de que el violador es buen tipo y la menor violada es una forra. Un asco.
Coincido, Szulanski es un parásito de nuestro cine y «Recetas para microondas» es ideológicamente aberrante.