Le dernier tournant es la primera adaptación para el cine de El cartero siempre llama dos veces, la novela de James M. Cain que se transformó en uno de los grandes hitos de la literatura policial en la primera mitad del siglo XX.
Ricardo Piglia, en un breve ensayo sobre el género policial, refiere a las particularidades del mismo en la historia de la literatura contemporánea. En ese ensayo, por un lado Piglia piensa al policial como una especie de tragedia moderna. Por otro lado, el autor de Plata quemada refiere a la centralidad que ocupan los componentes sociales a la hora de pensar en las tramas que los policiales de la serie negra desarrollan diferenciándose a su vez de la literatura de misterio o de enigma de tradición inglesa fundada en el siglo XIX por Edgar Allan Poe. Tanto Le dernier tournant como la novela original de Cain –publicada en 1934- poseen todos los atributos propios de la novela negra que revolucionó la literatura policial a inicios del siglo XX. Un lenguaje brutal basado en una economía de recursos precisa que delineó el futuro de un género que, con las variantes razonables del caso, perdura en la actualidad.
En la adaptación que hizo Pierre Chenal de la novela de Cain, el erotismo y la pasión irracional cumplen un papel fundamental, siendo esta última la causa de la tragedia que acecha a los protagonistas. Si en la novela policial de enigma, la razón (o la búsqueda de ella) es lo que constituye la subjetividad del detective decimonónico, los protagonistas de los relatos de la serie negra plantean un antagonismo con esa idea de racionalidad . La búsqueda de la verdad por medio de la razón es el modo fundante del policial clásico. En el policial de enigma, los crímenes en general suceden en espacios cerrados y por fuera de la problemática social, en tanto que en el desarrollo de la literatura policial moderna es la sociedad la que explica las causas de la gran mayoría de los delitos. Como afirma Piglia, “los relatos de la serie negra vienen justamente a narrar lo que excluye y censura la novela policial clásica”. El dinero, que legisla la moral y las leyes que se erigen en base a ésta, estará ubicado entonces en el centro de estos relatos. La nueva moral fundada en la década del 20, con el telón de fondo de la crisis de la bolsa de Wall Street, las huelgas obreras y la gran desocupación, dieron cabida a una serie de adaptaciones cinematográficas muy precisas de esa nueva literatura que estaba desarrollándose al calor de esas mutaciones sociales. Para decirlo de algún modo, la realidad hizo añicos el paradigma de la razón cientificista propia del desarrollo del capitalismo. La utopía narrada por la literatura y la ciencia en el siglo XIX se terminó, como mencionó el historiador inglés Eric Hobsbawn, con el inicio de la primera guerra mundial, ese acontecimiento histórico en el que la gente iba contenta a morir al campo de batalla. El mundo que describe la novela y el cine policial de las primeras décadas del siglo XX está embebido de esa tragedia social que clausura el paradigma de progreso propio de ese liberalismo incipiente.
En Le dernier tournant, por lo menos al inicio de la trama, no hay detectives. Se trata de un relato crudo y lacónico en donde las pulsiones del deseo llevan a la tragedia y a la muerte a los tres protagonistas de la historia. La versión de Chenal capta el clima de la historia a pesar de que la geografía se muda del Estados Unidos original de la novela a la Francia que se muestra en la película. Chenal, desde el inicio, muestra sus cartas. Frank, interpretado por Fernand Gravey, llega a una taberna, el dueño de la taberna es Nick (Michel Simon), quien termina dándole trabajo. Allí mismo Frank conoce a Cora (Corinne Luchaire), la mujer de Nick. Desde el momento en el que Frank y Cora se cruzan las miradas, se iniciará un tórrido romance en el que a medida que crezca el deseo también crecerá el ansia criminal de la pareja sobre Nick. A diferencia de las grandes novelas clásicas del género, en donde la problemática social es explicita (desde las novelas del detective Marlowe, pasando por la saga de Sam Spade de Hammett, hasta La jungla de asfalto de Burnett, por mencionar solo las obras más icónicas y representativas del genero), en El cartero siempre llama dos veces esta problemática es subterránea. Desde el comienzo comprendemos que Frank es un buscavidas y que Cora se encuentra acorralada y sometida por el personaje que construye el enorme Michel Simon. En Obsesión de Visconti, filmada cuatro años después de la fundacional versión de Chenal, y en El cartero siempre llama dos veces de Garnett, el contexto social es más evidente. La Italia que filma Visconti es la Italia arrasada de la segunda guerra mundial. La versión de Garnett capta la esencia del clima opresivo de la sociedad americana en donde se desarrolló originalmente la historia de Cain. Chenal captura la esencia trágica propia de ese trío cargado de tánatos y pulsión de destrucción, pero adapta la trama a la geografía e idiosincrasia francesas. El Nick interpretado por Simon actúa con toda su humanidad y se parece más a una fiera agonizante que a un ser humano. La cámara de Chenal no puede dejar de filmarlo y nosotros, ochenta años después de filmada Le dernier tournant, no podemos sacarle los ojos de encima. Simon trastoca la película, se hace uno con el entorno como los grandes jugadores que se llevan la marca haciendo que el relato mejore todo el tiempo.
Cuando Nick prende su pipa, nosotros queremos fumar con él. Cuando toma vino, nosotros sentimos su sed y sus ansias. Su personaje acorralado envuelve a todo lo que lo rodea de una tristeza irremediable. Comprendemos a Cora, que quiere huir con Frank en busca de una nueva vida pero nunca podemos dejar de sentir simpatía por esa humanidad tambaleante que Simon construye de modo piadoso
Chenal filma los ojos de los protagonistas, y solo haciendo un seguimiento de las miradas de los mismos comprendemos todo lo que está sucediendo. Le dernier tournant podría haber sido una película muda, las palabras están de más y Chenal las usa solamente para decir lo que no dice su cámara, que es casi todo. En la mejor escena del film, Nick, borracho, hace bailar a Frank y Cora. Los dos se dan cuenta, al ser mirados, que Nick entiende todo lo que sucede entre ellos y pareciera que esa comprensión en un sentido lo satisface. Finalmente, el crimen será llevado a cabo con éxito, pero a su vez condenará a Frank y a Cora a su inevitable final. Chenal es fiel a Cain en la adaptación de la novela que lleva a cabo. Para Frank y Cora no hay salida ni escape alguno hacia la felicidad. En un sentido pareciera que el personaje compuesto por Simon es un fantasma que sobrevuela toda la película y que se potencia con su ausencia. Chenal no filma, como Visconti, un drama social. Su película tampoco se parece al extraordinario film de Garnett. Le dernier tournant es una película personal que adelanta en veinte años ciertas temáticas chabrolianas. Su puesta en escena, mínima y rabiosa, deja en claro el mundo narrado. Un mundo sin escapatoria en donde el amor es una utopía irrealizable, inevitablemente vinculada a la muerte.
Corinne Luchaire morirá de tuberculosis en 1950, a los 28 años. En la década del 40 será acusada y condenada por colaboracionismo con la ocupación nazi en Francia.
Fernand Gravey morirá de un infarto en 1970, a los 64 años .
Michel Simon los sobrevivirá a ambos. Morirá en 1975, a la edad de 80 años, luego de llevar a cabo una carrera prodigiosa trabajando bajo las ordenes de Carl T. Dreyer, Jean Renoir, Jean Vigo, Julien Duvivier, Claude Berry y Etore Scola, entre tantos otros directores fundamentales del siglo XX.
Unos años después de filmada Le dernieur tournant, Pierre Chenal escapará del nazismo y filmará en la Argentina una serie de policiales modélicos que aun hoy resisten, indelebles, el paso del tiempo. Luego de llevar a cabo una carrera prolífica, fallecerá en 1990, a los 86 años.
Le dernier Tournant se puede ver, ya entrado el siglo XXI, como una radiografía de un mundo hostil y absurdo en donde la humanidad y el amor son derrotados por el crimen y la codicia.
Tanto el film como la novela original de Cain resisten el paso del tiempo como solo lo pueden hacer las buenas películas o los buenos libros. El mundo filmado por Chenal vive tan intensamente como la mirada de Simon que, desde la eternidad, nos sigue mirando provocativamente.
Le dernier tornaunt (Francia, 1939). Director: Pierre Chenal. Guion: Charles Spaak, Henri Torrès. Fotografía: Christian Matras, Claude Renoir. Música: Jean Wiener. Elenco: Fernand Gravey, Corine Luchaire, Michel Simon. Basada en la novela El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. Duración: 87 minutos.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: