Mi primer contacto con el nombre y la figura de Walter Gropius fue cuando, partiendo de mi interés por el psicoanálisis, vi la película Mahler on the couch (2010, Percy y Felix Adlon). Allí, a partir del romance de su esposa Alma con Gropius, el músico Gustav Mahler (quien tenía a su mujer sometida, hasta pedirle que entregue su pasión por la música a cambio de convertirse en su abnegada esposa y madre de sus hijos) entra en crisis y realiza una consulta con Freud.
El segundo encuentro fue cuando, una tarde neblinosa de invierno de este año, concurrí a la muestra El mundo entero es una Bauhaus, (Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires, junio y agosto de 2018) en homenaje al Centenario de la fundación de esa escuela de vanguardia. La muestra a través de fotografías, obras sobre papel, documentos, y objetos de diseño, ofrecía al espectador un acercamiento al nacimiento y el desarrollo de esta escuela, que tanta influencia tendría en el diseño de muchos objetos, materiales gráficos y enclaves arquitectónicos que para nosotros hoy son cotidianos.
La escuela Bauhaus fue fundada por el arquitecto alemán Walter Gropius en 1919, quien fue su primer director, y cerró sus puertas en 1934 por orden del régimen nazi, sin ningún miramiento por los importantes artistas como Kandisnky, Paul Klee o Grete Stern, que en ella se habían formado. Su posición estético-política consistía en conciliar las Bellas Artes tradicionales con la artesanía, orientando así el diseño hacia un enfoque industrial en serie. El estilo Bauhaus se caracterizó por diseños minimalistas, sin grandes ornamentaciones, haciendo eje en la funcionalidad del objeto diseñado, lo cual le imprimía un estilo futurista a sus creaciones, tanto en arquitectura como en la gráfica, en la fotografía y el teatro.
El documental Konstruktion Argentina (2018), del director argentino Fernando Molnar, funciona como complemento de la Muestra sobre la Bauhaus, para aquellos que estén interesados en este movimiento y en ampliar sus conocimientos sobre su importante influencia en la arquitectura de nuestro país, la cual se asocia generalmente a los estilos arquitectónicos franceses, italianos y españoles.
El documental abre con un prólogo que nos sitúa en la facultad de Diseño de la UBA, donde una estudiante de arquitectura (protagonista, que encarna la voz en off) recibe un mail invitándolo a escribir un artículo sobre la influencia de la Bauhaus a propósito del Centanario del movimiento. La película se construye tomando como base el proceso de escritura de este artículo y nos lleva a un recorrido en busca de las huellas de la Bauhaus en la arquitectura de Buenos Aires, que inicia con el Silo Bunge y Born, símbolo de la argentina agro exportadora, que fue elogiado por Gropius como ejemplo de la orientación que debía tomar la arquitectura moderna. Luego sitúa la relación de Gropius con Argentina, donde unos años antes del cierre de la Bauhaus abrió un estudio en el cual diseñó diversos proyectos arquitectónicos que no fueron concretados, entre ellos el proyecto para la nueva embajada de Alemania en Argentina. Por este proyecto, en el año 68 viajó a Buenos Aires, se reunió con el embajador, conoció a diversas personalidades de la época y deambuló por sus calles.
Tomando este viaje de Gropius, el narrador inicia un recorrido junto al espectador por las principales construcciones con influencia alemana, que debe haber admirado Gropius en su visita. Así, desfilan la catedral neo-gótica de La Plata, la línea de Subte A, el edificio Comega, la sede central del Banco Nación y el Hotel Provincial y Casino de Mar del plata, donde el hormigón armado y la funcionalidad minimalista orientada a la vida moderna, aparecen como un elemento en la construcción amalgamado con los aportes de los arquitectos argentinos y europeos de otras nacionalidades.
En cada paraje óptimo, bello, desértico, inhóspito o desolado, el hombre siempre ha construido espacios para guarecerse, para delimitar un adentro y un afuera, un refugio frente a lo real de las inclemencias de las indómitas fuerzas de la naturaleza que escapan a su control narcisista. La arquitectura es un producto cultural humano que, a diferencia de los refugios animales siempre idénticos porque responden al instinto, fue cambiando en su diseño a lo largo de las distintas épocas. De este modo, todo resto arquitectónico del pasado y cada construcción erigida en el presente constituye un testimonio del modo de pensar y de vivir en esa época. En este sentido contrastan enormemente las viviendas funcionales orientadas al confort popular de los trabajadores construidos por arquitectos de la Bauhaus con la grandilocuencia de los edificios proyectados durante la segunda guerra mundial en Argentina como el Banco Nación, de influencia nazi, diseñado de modo kafkiano dando cuenta de la omnipresencia del aparato burocrático frente a la pequeñez del individuo atrapado como rata en el laberinto.
Desde el punto de vista formal, el documental combina distintos soportes intercalando la narración en presente con imágenes de la arquitectura actual de Buenos Aires, y de otras ciudades de Alemania con las que las compara, con material de archivo fílmico y fotográfico de época. En la comparación, para rastrear las influencias germanas y en el material de época, donde la poca conservación del patrimonio cultural arquitectónico resulta evidente, es donde el documental muestra su potencia capaz de capturar al espectador.
Konstruktion Argentina es una viaje interesante por las huellas de la Bauhaus en la arquitectura Argentina, pero su estilo convencional, orientado a un formato televisivo o de complemento de la muestra, que no asume ningún riesgo; contrasta justamente con esa vanguardia que busca revisar y que era un terreno fértil y abierto a la continua experimentación.
Konstruktion Argentina (Argentina, 2018). Dirección: Fernando Molnar. Guion: Fernando Molnar, Melina Abrutin, Fabio Grementieri. Fotografía: Tomás Ridilenir. Montaje: Alejo Santos. Duración: 65 minutos.
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