Furiosa (2024), ¿era necesaria? No, para nada. Pero, igualmente, está (casi) genial.

(Sí, hay películas necesarias y otras que no. Como las personas).

Furiosa, una nueva (casi) genialidad de George Miller, el mismo que dirigió la grandiosa Babe (1995); el mismo que dirigió toda la saga de Mad Max con el inefable Mel; el mismo que sabe que ésta, su última película, no era necesaria pero igual la ha filmado con pinceladas de calidad notable desde cualquier punto de vista estético.

Furiosa, la que parodia al comunismo, al veganismo, al falso ecologismo, al capitalismo, al mesianismo, al patriarcado, al matriarcado, a las ideologías, al fanatismo religioso, a las formas de vida pre apocalípticas (las nuestras) que se transforman en parodia -de la parodia- en ese universo pos apocalíptico donde los dueños del camino reinan y donde los grafitis anónimos se preguntan “¿Quién mató al mundo?” encontrando respuestas (en la película) tan obvias como paradójicamente misteriosas.

Furiosa, entre la comedia, el drama, la ciencia ficción, la acción, el gore, la road movie… no siendo ni lo uno ni lo otro, sino, todo junto al mismo tiempo.

Furiosa, el éxito en la crítica -y el público en general, que la ha ido a ver y la recomienda- y el fracaso pronunciado en la taquilla, especialmente, en el famoso “Memorial Day” yanqui que funciona como termómetro para estos tanques.

Furiosa, la bellísima Anya Taylor Joy -antes de ser Charlize Theron- luciéndose en su rol principal por más que aparezca recién, casi, a mitad de la película. El chongo universal de Chris Hemsworth (Dementus) empapado todavía de tics que le quedaron del ridículo de Thor versión Waititi. La química entre ambos como protagonista y antagonista. La química que funciona y para bien.

Furiosa, puro huevos al filmar el desierto, el yelmo, el páramo a diferencia de la lánguida Duna de Villenueve.

Furiosa, la enfermedad, la sanidad, el hambre, la sed, el cuerpo, la carne, la piel, la deformidad humana, la deformidad del cuerpo humano, la mutilación, lo tullido, lo análogo, lo mecánico, la familia, la suciedad, la pulcritud, la noción de hegemónico y belleza para que el mundo progre se haga una sangucheada -para bien y para mal- en su propuesta, en sus contrastes, en su puesta en escena.

Furiosa, entre la parodia y el existencialismo; entre la leyenda de Mad Max y ¿la propia?

Furiosa, sin mayores provocaciones salvo las necesarias; sin mayores excesos, salvo los necesarios; sin mayores contradicciones salvo las que ameniza la parodia como género. Un engranaje perfecto por momentos. Quizás, por ello, la gente no se ha acercado masivamente a verla: esa combustión entre crítica cinéfila buena y perfección estética no llama mayormente la atención a la hora de la noche pochoclera y los excesos justamente. O, quizás, porque la protagonista es una mujer y en este género, salvo contadas excepciones, no garpa. Pero eso sería análisis para otro día.

Furiosa, en definitiva, una película innecesaria, una película (casi) genial… Un Miller siempre necesario, una taquilla para especular si habrá una tercera entrega de esta reinvención de la franquicia… Para saber si cruzaremos una vez más al Valhalla del cine: ese donde se atestiguan leyendas, ese donde se croman fantasías memorables, ese donde a uno después de verlo, le cuesta olvidar.   

Furiosa: A Mad Max Saga (Australia /EUA; 2024). Dirección: George Miller. Dirección: George Miller, Nico Lathouris. Fotografía: Simon Duggan. Edición: Eliot Knapman, Margaret Sixel. Elenco:             Anya Taylor-Joy, Chris Hemsworth, Tom Burke, Alyla Browne. Duración: 148 minutos.

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