0. Co(n)texto.

Una cámara de ESPN en las vísceras de los Chicago Bulls y toda su intimidad como equipo y organización durante la temporada 1997/1998… Jerry Krause, mánager ejecutivo de los Bulls, entendiendo a la mística del equipo como una sumatoria de “activos” que no tienen que perder valor (monetario) en el mercado de transacciones millonario de la NBA… El arduo trabajo de footage, fotos y recuperación de archivos periodísticos de los años 80 y 90… La nostalgia íntegra de los años 90 para los que vivimos en ese tiempo nuestra adolescencia… Ángulos únicos en relación con las transmisiones oficiales de los partidos de la liga de básquet más elitista y competitiva del mundo…La intimidad del vestuario filmada con un respetuoso pudor, casi… El montaje, las entrevistas, la edición, los primerísimos primeros planos y la dirección brillante de Jason Hehir… La voz muy de fondo de Hehir preguntando en las entrevistas sin micrófono… Un documental: The Last Dance, El último baile en español… La adelantada en dos meses del estreno a causa (gracias) del coronavirus chino y la suspensión transitoria de la NBA 2020… Diez capítulos, dos por semana, en y por Netflix para esta parte del mundo… Michael Jordan rememorando ese último campeonato con los Bulls y toda su trayectoria deportiva, humana, a corazón abierto, con los ojos entre el llanto y la nostalgia más corrosiva… El final de un siglo y el final de una era… Personas convertidas en personajes a través de la brillante estética de Hehir… Flashbacks y el flashback del flashback… Cronologías impecables… Emociones: todas… Polémicas: algunas, las que realmente importan… ¿El último baile del mejor equipo de básquet de la historia?: El último baile… ¿Ese que se va a bailar por siempre con este extraordinario documental?: ese.

I. Cincuenta talismanes encontrados en El último baile.

1. La intro de Alan Parsons Projectscon Sirius y el “From North Carolina…” del presentador del estadio de los Bulls.

2. La seguridad en el número VI del “I, II, III, IV, V, VI, THE LAST DANCE?”que decía en mayúsculas la tapa de la carpeta con la que Phil Jackson comenzó los entrenamientos de los Bulls en 1997, repartiéndosela a sus jugadores mientras Jerry Krause se predisponía al desguace del equipo-leyenda.

3. La huelga sindical de un solo hombre que hizo Scottie Pipen durante casi tres meses por ocupar el puesto 122 de los jugadores mejores pagos de la liga siendo que, por lo menos, había 120 jugadores dentro de esa lista peores que él.

4. El fracaso de la huelga sindical de Scottie Pipen, su vuelta al equipo, su voz eléctrica, y los videos de su mandada a sentar a Spike Lee después de caminarle en la cara, casi, a Pat Ewing.

5. Denis Rodman apareciendo a las dos de la mañana en la habitación de Jordan para pedirle un cigarro como gesto de arrepentimiento por la cagada que se había mandando en el partido de la noche anterior haciéndose expulsar.

6. El pudor y la vergüenza de Carmen Electra oculta bajo las sábanas cuando Jordan fue a buscar a Rodman al hotel en Las Vegas para que dejara de joder, volviera a jugar, y ganaran de una vez ese sexto anillo.

7. Los ojos amarillentos, como enfermos, de Jordan entre el cigarro, el whisky y las lágrimas secas.

8. El acento sureño de Jordan cuando era un joven recién llegado a la gran ciudad de los vientos.

9. Los anchísimos y elevados hombros-percha de Phil Jackson, su crianza entre los indios de Montana, la decoración de su casa que convenció a Rodman para ser un Bulls, los hinchas portorriqueños de básquet armados, su voz de oso-zen.

10. La altura del cinto de Jerry Krause.

11. Tony Kukoc hablando de la guerra en los Balcanes y sus prioridades en la vida.

12. Jordan con los pies sangrando después de usar unas zapatillas Air 1.

13. Righthere, Rigthnow de Fatboy Slim.

14. Present Tens de Pearl Jam.

15. Vengance de Zack Hamsey y The Equalizaer (2014), donde comenzó siendo banda sonora antes que en El último baile.

16. Los ojos bellísimos de Carmen Electra.

17. Jordan fumando un puro con un bate de béisbol repitiendo una y otra vez todo lo que lo había hecho enojar B. J. Amstrong.

18. Jordan destruyendo a B. J. Amstrong y a los Hornets después de su enojo.

19. Horace Grant diciendo que no era buchón.

20. Jordan destruyendo en la cancha a Horace Grant por buchón junto a sus Orlando Magic.

21. Los guardias de seguridad bizarros del estadio de los Bulls, todos acólitos de Jordan y Gus Lett con la pelota del campeonato cinco de los Bulls entre sus manos después de reponerse transitoriamente de su tratamiento por cáncer.

22. Barack Husein Obama siendo tan careta como siempre, aunque, cantando la justa sobre la imagen política de Jordan.

23. La frase: “Los republicanos también compran zapatillas.”

24. Denis Rodman faltando a un entrenamiento en plenas finales de la NBA para dar sillazos con Hulk Hogan en una pelea de WWC.

25. Teardrop versión sueco-argentina.

26. Jordan haciéndose llamar “The Black Jesus” en voz y relato del gran Reggie Miller.

27. Jordan tapándose el logo de Reebok durante la ceremonia de premiación en los juegos olímpicos de Barcelona 1992.

28. Los dedos doblados de Jordan cuando abre sus manos enormes en los primeros planos de la entrevista.

29. Todo el equipo de los Pistons pegándole a Jordan, una y otra, y otra vez, mientras lo eliminaban de las finales de la NBA una y otra, y otra vez.

30. Jordan ganándole a los Pistons y retirando, casi, a Isiah Thomas del básquet para siempre.

31. Phil Jackson tomando de los hombros a Jordan como un niño, como un fan, como un amante más del básquet, admirado, risueño, inocente, diciéndole “fue hermoso, fue hermoso… y Dios te bendiga” después de ganar el sexto campeonato juntos.

32. La pizza previa al “Flu game” y sus cinco repartidores.

33. El “Flu game” y el abrazo de Scottie Pippen para que Jordan llegase hasta el bancode suplentes todo deshidratado.

34. Steve Kerr parándosele de manos a Jordan.

35. Steve Kerr ganando con su tiro el campeonato número cinco para los Bulls.

36. Steve Kerr recordando a su padre asesinado en Líbano.

37. Jordan pidiéndole disculpas por teléfono a Steve Kerr.

38.Scottie Pippen negándose a entrar a la cancha porque no le dieron el último tiro.

39. Kukoc metiendo ese último tiro.

40. Scottie Pippen llorando en el vestuario, según Bill Cartwright, pidiendo disculpas.

41. Jordan sin poder batear una pelota curva pero divirtiéndose como un adolescente en su incursión por el béisbol profesional después de su primer retiro del básquet.

42. Jordan entrenando entre escena y escena de Space Jam (1996).

43. Jordan y su I’m back cuando ganó el cuarto título.

44. Los 37 puntos malditos de La Bradford Smith.

45. El pelo de Rodman teñido con el 33 para que vuelva Scottie Pippen al equipo.

46. La suela de las zapatillas de Scottie Pippen pidiendo que Jordan vuelva al equipo.

47. El guante Payton ganándole un partido a Jordan.

48. Jordan ganándole un campeonato, el cuarto, al guante Payton.

49. La lata de Phil Jackson con el poema de Jordan adentro. El fuego en esa lata.

50. Michael Jordan tirado en el piso, desgarrado, abrazando el trofeo de su cuarto campeonato con los Bulls, llorando desmadrado como un niño a su padre asesinado, con él, ahí, al parecer, abrazado también a ese trofeo.

II. El ungido.

En los años 70, en Carolina del Norte, un estado sureño rodeado por Virginia, Kentucky, Tennessee, Carolina del Sur, el mar y el sur profundo de la Estados Unidos más racista, artística y mística que existe, un niño, negro, nacido en New York pero mudado desde muy pequeño a ese estado lleno de pantanos y campos, quiere el amor incondicional de su padre, la aprobación total de su padre, la admiración permanente de su padre, la predilección absoluta de su padre. Juega al béisbol porque era el deporte favorito de su padre. No tiene mayores talentos y lo deja. Juega al básquet, entonces, porque era el otro deporte favorito de su padre. Pero no era lo suficientemente alto ni fuerte para el deporte competitivo, así que lo dejan afuera del equipo del colegio. Comienza, por ello, a jugar contra su hermano mayor, Larry, en el aro que tenían en el jardín de su casa. Larry era el favorito de James, el padre de ambos. Larry golpeaba a su hermano mientras jugaban. Lo exigía. Lo presionaba. Había notado un hambre especial en ese niño y se lo fogoneaba. Había notado un fuego rabioso en ese niño y se lo alimentaba. Le competía de verdad. Le enseñaba -quizás, de la peor forma como bien muestra Hehir a través de sus entrevistas- que el “juego” no era divertido, lúdico ni recreativo si se lo quería tomar en serio. El niño se lo tomó en serio. Muy en serio. El niño pegó un estirón de altura que Larry nunca pegó. El niño pasó el metro noventa y llegó hasta el metro noventa y ocho. El niño, hecho un joven ya, se probó de nuevo en su equipo del colegio. Esta vez quedó. Se hizo estrella. Pasó a la universidad. Se hizo estrella allí también. El último baile, con sus juegos de flashbacks, muestra de manera gráfica y descriptiva todo este proceso. El niño se hizo hombre, un adulto, pasó a la NBA y se hizo, con el paso del tiempo, su mayor leyenda y el mejor jugador que alguna vez haya pisado una cancha de básquet hasta el día de hoy en el mundo. El niño, el joven, el hombre, el adulto se hizo del amor incondicional de su padre luchando, compitiendo y venciendo. Ganando. Este verbo lo marcó. Esta metodología lo signó. El niño y el hombre que era -que son hasta el día de hoy, y que en El último baile confluyen en esos ojos amarillentos y mirada despierta que filma con sus primeros planos Hehir- advierte, por el resto de sus días, que debía ganar para ser feliz. La fórmula era tan simple como compleja. Tan meritocrática como existencial. Tan enferma como épica.

Tan humana como divina.

III. El peso de un mundo.

Michael Jordan pide, quebrado, llorando, una pausa a Hehir luego de admitir en cámara que fue un verdadero hijo de puta fuera de la cancha; que presionó, ninguneó y hostigó a sus compañeros de equipo para que se pusieran a su altura; que humilló a quien debía humillar para filtrarlo si no estaba a su altura, a la altura de las circunstancias, a la altura de ganar seis campeonatos NBA en seis finales jugadas divididas en dos tricampeonatos; que él admitía el peso de esas acciones, su imagen repulsivamente tiránica en esas acciones, en esa crueldad excesiva con la que se relacionaba con sus compañeros de equipo.

Michael Jordana afirma en una entrevista con Ahmad Rashad, usando unos anteojos oscuros muy molestos, que no tiene problemas con la timba, que su familia no está ni cerca de pasar hambre con sus apuestas y las pérdidas millonarias que le generan, que él no sabe que se relaciona con personas peligrosas, del hampa cada vez que apuesta en un casino o en sus juegos de golf; afirma que la adrenalina de apostar es un componente más de (y para) su mentalidad competitiva, deportiva: otra forma de alimentar su voracidad ganadora insaciable.

En los videos de ESPN exclusivos que reflota Hehir, Michael Jordan apura a Scottie Pippen para irse a jugar al golf, tomar cervezas y fumar habanos con Dereck Harper en un día libre que les da Phil Jackson en plenos playoffs. Michael Jordan, preparando sus palos de golf, con su puro en la boca, admite ante la cámara que un técnico joven no les hubiera permitido jamás este día libre. Los tendría entrenando. Phil sí. Phil sabe exactamente lo que necesitan, según él.

En su artículo The Last Dance: prohibido para menores[1], Fabián García, de la Revista Básquet Plus, entiende que todo esto está mal, que es el peor ejemplo que se le puede dar a un chico en formación deportiva, que hay que darle buenos ejemplos siempre, que ganar por cualquier medio y a cualquier precio no es un buen consejo, que él no compra ese consejo, que por eso piensa, textualmente, que “The Last Dance, a chicos que todavía no entienden muy bien de qué va la vida, no les va a dejar casi nada positivo”.

“De qué va la vida”… Hum… el “casi” suena perturbador en este contexto de moralidad evangélica férrea e irreductible… De todos modos: ¿cuándo un niño aprende de qué va la vida? ¿Cuándo un adulto?         Menos mal que El último baile nunca responde -ni quiere responder- ninguna de estas preguntas. Por el contrario, las dispara con más fuerza.

Con más peso.

IV. La belleza inexpugnable

“The Last Shot” es una foto de Fernando Medina que ocupa el puesto número uno de las cien mejores fotos de la historia del deporte según Sports Illustrated. En El último baile, la foto se reproduce como tal y también como secuencia fílmica de poco menos de treinta segundos desde ángulos exclusivos, únicos, no vistos hasta el momento. La secuencia que culmina en dicha foto, junto al nocaut de Ali a Foreman y el segundo gol del Diego a los ingleses, conforman la sagrada trinidad de los momentos más grandiosos del deporte en el siglo XX. En “The Last Shot”, el reloj de posesión marca 6.6 segundos para que termine el juego; detrás, un niño hincha de los Bulls infiltrado entre los hinchas de Utah marca un 6 con los dedos de sus manos extendidas. En línea casi recta al niño, ante la mirada incrédula de los jugadores del Jazz y de los Bulls, Michael Jordan vuela para suspenderse en el aire después de haber dejado pagando en el piso a Bryon Rusell para lanzar el tiro que le dará a los Bulls el campeonato número 6 de su historia, el último en la carrera de Jordan.

La belleza en la imagen trasciende cualquier análisis semiótico, hermenéutico, religioso. Es un instante único. La tensión, el suspenso en el tiro, en el destino de esa pelota que, de entrar, sellaría el sexto y último campeonato para la dinastía más grandiosa que habitó alguna vez una cancha de básquet, es colosal. Las miles de emociones encontradas, compartidas y entrelazadas entre las personas en el recuadro, en ese instante detenido, inmovilizado, pasional, retratado -a pesar de Benjamin y Sontag- en una eternidad cultural y deportiva total, es maravillosamente electrizante. La belleza de la imagen, no obstante, silencia automáticamente todo intento de análisis lógico. Su fuerza presente demuele cualquier raciocinio futuro por más que sepamos de que sí, esa pelota iba a entrar limpia en el aro. Su poder estético subyuga cualquier intento de escritura con palabras.

Simplemente hay que verla.

Suspenderse, a modo de corolario de todo este último baile, en la imagen y verla una y otra vez.

Como a todo el documental de Hehir con cada uno de sus diez capítulos.

Como a esa grandeza de Jordan y sus Bulls que, a pesar de sus incontables miserias, nunca, pero nunca, se debió haber querido negociar.


[1] Para leer este artículo completo: https://basquetplus.com/articulo/last-dance-prohibido-para-menores?fbclid=IwAR0mR4B3Ed26l7ciVu2wnOEC9jtX9IzstIpG3G6I8VAYUpowh50CbeINzIk

El último baile (The Last Dance, Estados Unidos, 2020). Dirección: Jason Hehir. Fotografía: Thomas McCallum. Entrevistasdos: Michael Jordan, Phil Jackson, Scottie Pipen, Denis Rodman, David Aldridge. Disponible en Netflix.

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