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El infierno son los jóvenes: The Amusement Park, por Manuel Pose

The Amusement Park es la última obra cinematográfica conocida del maestro del terror George A. Romero. Digo conocida, ya que la película estuvo perdida por más de 40 años, o, mejor dicho, fue escondida durante mucho tiempo. Filmada en 1973, por encargo de la organización religiosa Lutheran Service Society of Western Pennsylvania, con el objetivo de concientizar sobre los abusos y los maltratos hacia los adultos mayores. Por supuesto que, horrorizados ante el resultado obtenido, la organización Luterana decidió archivar el film en un triste depósito con el fin de acumular polvo y ser olvidada para siempre. Lo paradójico es que incluso Romero “pareció olvidarla”, debido a que nunca hizo mención del film en entrevistas o documentales; ni siquiera a su esposa Suzanne Desrocher-Romero, que cuando se enteró que dicho material existía, no podía creerlo. Por suerte, y en especial gracias a las personas que se preocupan por el patrimonio fílmico, en el año 2017, fue encontrada una copia maltrecha en 16 mm, la cual fue proyectada en el Festival de Cine de Turín y luego entregada a Romero y a su esposa. Tres semanas después, George A. Romero fallecería a causa de un cáncer de pulmón. Desrocher-Romero junto con la Fundación George A. Romero supervisaron una restauración digital a cargo de la organización de preservación de películas IndieCollect. Teniendo en cuenta que no existía ningún tipo de negativo y el mal estado de las copias positivo existentes (muy descoloridas, posiblemente con síndrome del vinagre), el producto de la restauración ha sido más que satisfactorio.

Desde el inicio, The Amusement Park nos introduce en dos tipos de infiernos. El primero es el infierno de la repetición, el cual es visto como un cuarto blanco infinito en donde solo encontramos una puerta y a nuestro protagonista por dos. Al igual que Sísifo y su castigo, el protagonista, el hombre de traje blanco (interpretado por Lincoln Maazel), está condenado a repetir una y otra vez su historia, a pesar de recibir sus propias advertencias, la curiosidad es más fuerte y ello lleva a que su destino sea inexorable. El segundo infierno tiene sede en el parque de diversiones en el que el hombre de traje blanco será maltratado y abusado de todas las maneras posibles por los habitantes del parque. Aquí, “el infierno son los otros”, o en este caso: el infierno son los jóvenes.

Si algo caracteriza al film, es que las huellas de Romero se hacen presente durante todo el relato. A pesar de ser su cuarta película, nos encontramos con muchas de las temáticas abordadas por Romero durante toda su filmografía. El encierro y la falta de escape es una de las más recurrentes e influyentes: no importa si los personajes están encerrados en una granja, en un centro comercial, en una base militar subterránea, en un pueblo o en un parque de diversiones, la salida o el escape suelen ser imposibles. En The Amusement Park, el encierro es parte de la narrativa y Romero la construye con una cuidada puesta en escena (es notable que los numerosos extras deambulen todo el tiempo, velozmente, en el cuadro sin importarles absolutamente nada), con encuadres asfixiantes y con una cámara que acecha a los personajes con sus movimientos tambaleantes, sus primeros planos y sus planos detalles. A esto se suma el montaje vertiginoso que prácticamente no para en ningún momento, logrando así la sensación constante de estar en una montaña rusa de emociones. Otro rasgo importante, a pesar de haber sido pensada para televisión, es la relación de aspecto en la que fue filmada y editada (1.33:1, su elección no es casual); este tipo de imagen, llamada cuadrada, genera una sensación más claustrofóbica en el espectador. Es el ratio del cine mudo. Dicho sea de paso, The Amusement Park comparte aspectos formales con el cine silente.   

Quizás, el otro tema emblema de Romero sea la crítica a la sociedad contemporánea, no solo al conjunto sino también a los tipos de individuos que la componen. La más específica y política, es la crítica que ejerce hacia las instituciones norteamericanas (desde el ejército hasta los medios de comunicación), poniendo el eje en cómo estas alienan a las personas a pensar o a actuar de determinada manera. En el film vemos y observamos, de forma alegórica e incluso surrealista, las problemáticas más comunes (económicas, médicas, marginación y rechazo social, soledad, asistencia médica y social, etc.) que sufren los adultos mayores en manos de individuos e instituciones despiadadas, aunque no pasan por desapercibidas las cuestiones clasistas, raciales y religiosas que tan vigente habitan en todas sus películas.  

Sin dudas, desde un punto de vista moral y social, The Amusement Park es la película más terrorífica de Romero. La escena final, donde el hombre de traje blanco lee un cuento a una niña, lo confirma. Estamos ante una situación horrorífica, que es la ignorancia total hacia un ser humano. El llanto desconsolado del protagonista es la destrucción emocional del personaje, y, por qué no, la de una posible persona real (sublime lo de Lincoln Maazel). Es aquí, también, el quiebre emocional en el espectador. Sin embargo, lo más terrorífico y lamentable es que después de casi 50 años, los maltratos y abusos a los mayores no han cambiado y su situación social tampoco ha mejorado.

Hoy en día, entiendo por qué el film nunca vio la luz ni se estrenó por ese entonces; creo que hasta para las sociedades actuales es una película difícil de digerir; como mencioné anteriormente, las sociedades contemporáneas siguen maltratando e ignorando a sus adultos mayores. De lo que sí estoy seguro, es de que si The Amusement Park se hubiese estrenado en 1973, los Estados Unidos perdían la guerra de Vietnam dos años antes.

The Amusement Park (Estados Unidos, 2019; filmada originalmente en 1973). Dirección: George A. Romero. Guion: Wally Cook. Fotografía: S. William Hinzman. Reparto: Lincoln Maazel, Harry Albacker, Phyllis Casterwiler, Pete Chovan, Marion Cook, Sally Erwin, Michael Gornick, Jack Gottlob, Halem Joseph, Bob Koppler, Sarah Kurtz, Aleen Palmer, Georgia Palmer, Arthur Schwerin, Bill Siebart, Gabriel Verbick. Duración: 54 minutos.

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