affiche_inconnu_du_lacLo excepcional como un terreno allanado por la fantasía. El verano, asociado a las vacaciones y a la falta de compromisos, un momento de distensión en el que tanto cabe el amor, como la contemplación desenfadada de la naturaleza. Todo es extraño y familiar, a un mismo tiempo.  Franck es homosexual y suele pasar las tardes en una playa nudista exclusiva para hombres. No todos los hombres que asisten son homosexuales. Ni todos los homosexuales que asisten lo hacen para buscar relaciones ocasionales. Algunos, simplemente, encontraron un sitio agradable, lejos de la ciudad, en el que pueden tomar sol desnudos.

Los bañistas son, más o menos, siempre los mismos, terminan conociéndose, desarrollan un vínculo de familiaridad. Ese páramo, esa isla, funciona como una suerte de metáfora. Es una burbuja donde la civilización ha sido suspendida, donde las reglas son otras. El hecho de que todos estén desnudos y de que no haya nada allí, excepto el paisaje natural, ayuda a afianzar esa impresión. Sin embargo, la civilización se hace presente, se filtra. Aunque sea por la presencia de los automóviles, siempre estacionados en el mismo sitio. Esa escena del estacionamiento podría convertirse en un leit motiv, ora como una oposición simbólica entre mundos contrapuestos (el artificial y el salvaje), ora por razones argumentales.

El desconocido del lago es una película cuya trama es absolutamente visual. Desde luego, hay diálogos y cada diálogo merecería un análisis detallado. Cada diálogo reproduce esa operatoria de disuasión y metáfora. Parece referir a un asunto, pero puede interpretarse en un sentido simbólico, en varias direcciones simultáneas. No obstante, podríamos eliminar los diálogos por completo y el argumento, la trama de la película, se entendería perfectamente. Entonces, a pesar de la riqueza de los diálogos, lo cierto es que podría haber sido una película muda y funcionaría perfectamente.

Franck es joven, es lindo. Un día entabla conversación con Henri, que ya no es tan joven, cuya belleza es discutible. Henri es leñador. Ha sufrido recientemente una separación. Fue feliz mientras estuvo casado. Con su pareja, supo tener sexo en grupo. Pero todo eso ha quedado atrás. No está allí para conocer jóvenes homosexuales. Es un lobo solitario. Está allí para pensar. Le gusta pasar sus tardes sentado en las rocas, observando el lago. Franck y Henri se hacen amigos. Es una relación de amor algo peculiar. A Henri le gusta Franck, pero a Franck le gusta Michel, un nadador joven y atractivo que, lamentablemente, está comprometido. Franck intenta conversar con Michel, pero percibe los celos de su pareja y prefiere no insistir. 

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No obstante, Michel y Franck terminarán encontrándose en el amor, pero la relación distará mucho de ser idílica. Por el contrario, será una relación pasional que desencadenará la tragedia. Pero no se imaginen nada que tenga que ver con un thriller al estilo Hollywood. El desconocido del lago es una película de lo más inusual: la tragedia es tan sutil que, por momentos, nos olvidamos que se trata de una tragedia. Hasta el punto de no estar seguros de si lo que desencadenó la tragedia realmente ocurrió o si sólo lo imaginamos. El estado de gracia en el que transcurre toda la película (de principio a fin) es capaz de confundir nuestras observaciones.

Sin embargo, en algún momento el inspector de policía hace su aparición. El inspector será un cable a tierra y también la excusa a través de la cual entran en circulación nuevos puntos de vista. Y nuevos simbolismos. La mirada del inspector es la mirada de la ley. Es quien observa y quien cuestiona. Los límites de lo moral y de lo ético hacen eco a través de su mirada, de su presencia.

La playa nudista funciona como una comunidad, con leyes propias. Y esa comunidad entra en conflicto con otra comunidad más grande: la civilización, representada a través de la institución policial. Lo que está bien, lo que está mal, lo permitido, lo prohibido. Todo debe ser cuidadosamente revisado. Lo sagrado se mezcla con lo profano, lo puro con lo impuro. Hay algo perverso en el trasfondo del paraíso y seremos testigos -en mala hora- de la tragedia desencadenada.

Todos esos cuerpos jóvenes y tanta belleza homoerótica se descubre como algo natural, vital y puro que, sin embargo, se ha malogrado mil veces.

El desconocido del lago está más cerca de funcionar como una sesión de hipnotismo que como una película. Nos dejamos sugestionar por las imágenes para luego despertar a la cuenta de tres, con un hondo pesar y un sabor agrio en la boca.

No hay, en toda la historia del cine, una secuencia de títulos finales que pueda resultar más amarga, bella y terrible.

Aquí puede leerse una entrevista a Alain Guiraudie publicada en Le Figaro y traducida por Sofía Andrieu y algunos apuntes sobre la Master Class del director en el MALBA.

El desconocido del lago (L’inconnu du lac, Francia, 2013), de Alain Guiraudie, c/ Pierre de Ladonchamps, Christophe Paou, Patrick d’Assumçao, Jérôme Chappatte, 97’. 

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