El pasado 19 de marzo se llevó a cabo una Master Class en el MALBA en la que participaron el director francés Alain Guiraudie, quien vino a Buenos Aires a presentar su última película El desconocido del lago, y los entrevistadores Javier Diz (Los Irrokuptibles) y Diego Trerotola (Suplemento Soy, Página/12). A continuación, las palabras de Guiraudie según las notas recogidas por Luciano Alonso durante esa charla:
«El campo es el mundo que mejor conozco. Es donde nací. Cinematográficamente, me construí en los ’90, donde el cine era muy urbano: un horizonte cerrado, muy burgués. Yo quería mostrar el campo, los trabajadores. Quería demostrar que el cine era más amplio que lo que las películas demostraban. Quería transmitir esa sensación de que el cine puede ser más grande. Más grande que la vida (…)
(…) Todavía en los ’90, mucha gente mostraba sus propias vidas en la pantalla grande, pero sin pasar por el mito, que para mí es lo importante. Lo vi con claridad cuando hice Sol de los pobres, un lugar de leyenda, como de cuento de hadas. Fuera del tiempo y de una geografía clásica (aunque también podría ser el sur de Francia, funciona como una metáfora).
(…) A mí me interesa filmar cerca de mi casa, pero que pueda percibirse como un espacio universal; paisajes como los de las películas de John Ford (…)
(…) Es difícil alejarse del realismo poético y de la nouvelle vague. A veces tengo la sensación de seguir deslizándome por allí, en lugar de inventar un nuevo cine. Pienso que una película como El desconocido del lago… en cierto punto tuve miedo de hacer algo completamente nuevo… y quise ajustarme a formas más clásicas…
(…) Hablé de cosas que nadie filmó: es un tema de oro, que mucha gente desconoce. En ese sentido, es casi un documental, porque es algo íntimamente ligado al mundo homosexual que, para el que no lo es, puede parecer de ciencia ficción (…)
Para reubicarme en el ámbito del cine francés, ya no me interesa criticar su inmovilidad. Alguna vez lo hice, pero ya no me interesa. Falta mucho para crear un cine nuevo. Es muy difícil alejarse de la mirada del otro (y no creo que sea un problema exclusivo del cine francés).
Los espacios de encuentro gay existen en todas las ciudades, pero no fueron retratados por el cine. En realidad, no fueron retratados sin una mirada sociológica como marco.
(…) El cuerpo es el lugar de la película. Si aparezco desnudo en ella es porque me parecía importante estar, por solidaridad con los actores. Me alejaba de ser un simple voyeur. En lo primero que uno puede pensar cuando ve la película es que el director filma desnudos a los actores porque le gusta. Pero al poner mi propio cuerpo, yo también estoy involucrado. Esa es la gran diferencia entre un director como Leos Carax y yo. Los protagonistas de Holy Motors (2012) no pueden dormir, mientras él duerme plácidamente.
(…) Siempre confundí personajes y actores. Me gusta mezclar actores profesionales con amateurs. Como decía Bresson, yo no trabajo con actores, trabajo con modelos. Aunque, poco a poco, me alejé del dogma, actuando con actores profesionales, pero de manera sencilla. Tratando de hacerlo simple. Me di cuenta que podía trabajar con actores profesionales, al depurar el estilo. Lo que me da miedo del mundo de los actores profesionales es que no puedo entender cómo la gente puede creer que Depardieu puede ser Cristóbal Colón. Aunque, luego de ver a Johnny Depp con Jim Jarmusch o a Viggo Mortensen con Cronenberg, me di cuenta que los actores profesionales también pueden “esconderse” detrás del director. Y así pude comenzar a utilizar actores profesionales.
(…) Realmente no es fácil financiar mis películas y no alcanzo nunca el presupuesto que necesitaría, pero me adapto como mejor puedo. Mis mejores películas fueron las que pensé sin dinero, con un guión acorde a una película con poco presupuesto. Cuando hice Sol para los pobres o El desconocido del lago, sabía que no iba a tener dinero y que todo debía hacerse rápido y sin recursos. Reescribir el guión no ayuda a crear formas nuevas, tiene que ser espontáneo. La gran idea de El desconocido del lago fue que el guión no se reescribió.
Busqué algo entre lo primitivo y lo contemporáneo. La Edad Media y lo postnuclear. En realidad, no estoy muy seguro de cuál sería ese tiempo, pero lo estoy buscando. Es como el tiempo en Guantánamo. La Edad Media conviviendo con un país desarrollado.
El desconocido del lago es una película que filmé pensando en la liberación sexual como yo la viví. La promesa de libertad se volvió consumista, en una sociedad que nos obliga al goce.
Retraté la homosexualidad como algo evidente, que no plantea debates. Es así y punto. No es algo problemático. Pero esto… ¿no será una negación? Entonces, por ejemplo, me di cuenta que había hablado del amor amistad, pero que nunca había hablado del amor obsesivo (…)
(…) Antes estaba en la fantasía, el sueño. Ahora quiero llevarlo a lo concreto. Menos en la fantasía y más en el cuerpo. Sigue siendo un desafío llevar lo cotidiano hacia lo mítico (que sigue siendo la realidad). Empecé a filmar cuando me encontré con esa pared. El cine puede reinventar la realidad.
El desconocido del lago trata sobre el peligro de la vida. El riesgo debe estar presente en el cine. En algún momento, perdemos la capacidad de arriesgarnos. Queremos vivir mucho tiempo, nos olvidamos del riesgo. En la sociedad francesa, al menos, existe esa blandura, porque nadie quiere arriesgarse. Prefiero una visión romántica, en la que el riesgo esté presente en el amor y que no importe, donde hay algo tan fuerte que no importan los riesgos.
El capitalismo inventó estos lugares donde la gente es hermosa. Justamente, se encuentran en el centro de las grandes ciudades. Mi idea es mostrar cuerpos distintos. Es una elección política. Hay una suerte de sobreentendido de que los feos no tienen sexo y yo quiero mostrar la sensualidad de los gordos, de los feos. Hemos sacado clases enteras del mundo de la sensualidad, como los obreros y campesinos. Para mí, es fundamental demostrar que la ley del deseo no responde a la ley del mercado. Los gordos no necesariamente tienen que estar con los gordos. Los feos, con los feos. Estoy en contra de la belleza totalitarista, donde cada uno debe encontrar su lugar y ocupar su casilla. Tampoco rechazo la belleza clásica, pero la decisión actoral jamás depende de ello.
(…) Las grandes ciudades no son cómodas. Me aburren. Me siento más cómodo filmando en la naturaleza, desnudo. Con todo el peso simbólico de los cuentos de hadas. A través de un presupuesto acotado, es posible depurar el estilo, llegar a lo esencial a través de la sencillez.
Quise hablar de cosas complicadas de manera simple. Hablar de una comunidad, partir de un microcosmos, sólo para dar paso a lo universal. Lo documental dando paso a lo mítico y existencial.
Hay algo dentro de Franck que es más fuerte que todo y por eso no deja de llamar a Michel. La atracción, el deseo, es más fuerte que todo».
Aquí puede leerse un texto de Luciano Alonso sobre El desconocido del lago y una entrevista a Alain Guiraudie publicada en Le Figaro y traducida por Sofía Andrieu.
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