Atención: Se revelan detalles de la trama
Hace algunos años, el universo Marvel se encontraba a la vanguardia del cine mainstream surgido desde el corazón mismo del imperio. Una serie de películas regidas por la perfecta lógica de los géneros, realizadas por una serie de directores con el ADN de los grandes artesanos del cine clásico, hicieron que las películas de superhéroes pasaran a tener una calidad superior a la de sus precedentes. La trilogía de X-Men de finales de la década del ‘90, Hulk de Ang Lee y la iniciática trilogía de Sam Raimi con Spiderman, fueron el puntapié inicial para comenzar a pensar a los superhéroes desde un nuevo paradigma alejado al del prejuicio que instalaba a esta clase de películas como aptas para mero consumo infantil. A pesar de las evidentes mejoras que el género experimento a comienzos de siglo XXI cierta crítica perezosa y haragana subestimó en ese momento a la franquicia creada por Stan Lee y compañía. Obviamente, cuando quisieron tomarse en serio el asunto, la cosa ya empezaba a mostrar síntomas de desgaste y el universo Marvel empezaba a crujir bajo las garras de una invención como la de las múltiples realidades paralelas llamadas con el rutilante nombre de “multiverso”. La cuestión podría haber sido fructífera si no hubiera sido apropiada por los inescrupulosos gerentes comerciales de la compañía que se centraron en la posibilidad de multiplicar las ganancias de sus productos sin pensar en la calidad de sus películas.
Avengers Endgame (Anthony Russo, Joe Russo; 2019) fue el final apocalíptico de un cine que supo hacerse a partir del trauma que significo la caída de las torres gemelas alla a comienzos del siglo XXI. Hace ya varios años que las películas de Marvel entraron en el limbo del multiverso y salvo honrosas excepciones, como lo son la trilogía de los Guardianes de la galaxia, o la onírica Doctor Strange (Derrickson, 2016) en el multiverso de la locura, lo que en un primer momento pareció un truco divertido, derivó en un módico plan de negocios disfrazado de proyecto cinematográfico. Deadpool, que a esta altura es algo así como el alterego de Ryan Reynolds, se insertó en este universo siendo una especie de patito feo del mundo Marvel, debido a que los derechos del personaje en las primeras dos entregas eran propiedad de Fox y no de Disney. Logan y los X-Men también eran propiedad de Fox hasta ahora y la inclusión de ambos personajes en el universo Marvel se llevan los mejores chistes de esta nueva entrega de Deadpool.
Si bien, en un primer análisis, la película de Shawn Levy no es otra cosa que otra relectura sobre el universo Marvel el espíritu de comedia lunática de Reynolds basado en el rompimiento de la cuarta pared, le sienta muy bien a la trama y libera al espectador del peligro de tomarse en serio las complejidades producidas por la multiplicidad de realidades que se abrieron de modo inconsecuente. Por otro lado, la contraposición entre el humor zumbón de Reynolds y el inoxidable e invencible estilo de cine de acción que lleva adelante Hugh Jackman como Wolverine hace ya tres décadas, hacen de Deadpool y Wolverine (Levy, 2024) un tipo de película que revitaliza y oxigena el escaso flujo de ideas que acosa al imperio Marvel en la actualidad.
Es verdad que la cruza entre el tipo de humor autorreferencial que propone Reynolds y el cine físico y melancólico de Jackman nos deja la sensación de que Deadpool y Wolverine se queda a mitad de camino de ser una película de acción o una comedia. Ese problema sobre qué contar y cómo contarlo es subsanado por el espíritu lúdico de un relato que se sostiene también en la aparición de una serie de personajes del universo Marvel que fueron olvidados ya hace muchos años. Ese es el espíritu sobre el que se sostiene la película de Levy, y lo más interesante de todo el relato. Algunos cameos funcionan no solo como chiste para fanáticos, sino que son una especie de tributo a una cinefilia que encuentra humanidad en volver al pasado. En un mundo de presente perpetuo y dictadura de redes sociales que no saben del paso del tiempo, ese chiste se parece bastante a una toma de postura política. Entonces ahí tenemos a Wesley Snipes poniéndose el traje de Blade a sus 62 años y veinte años después de haberlo encarnado por última vez. Otro gran momento de la película es el cameo de Chris Evans interpretando a la Antorcha Humana, el integrante de Los cuatro fantásticos, en un gesto reivindicatorio de uno de los grandes grupos de superhéroes del siglo XX. Deadpool y Wolverine funcionan finalmente como una especie de Armada Brancaleone, luchando contra el mal en un mundo que pareciera dejar atrás todo lo que no es exitoso de un modo cruel. En un tiempo donde burócratas olvidables califican y valoran a las películas por la cantidad de espectadores que estas generan y por el éxito circunstancial de las mismas la sola reivindicación de héroes pasados de moda es la más hermosa virtud de la película de Levy. ¿Qué más heroico a esta altura que ser un perdedor hermoso?
Deadpool & Wolverine (Estados unidos,2024). Dirección: Shawn Levy. Guion: Shawn Levy, Rhett Reese, Ryan Reynolds, Zeb Wells, Paul Wernick. Fotografía: George Richmond. Edición: Shane Reid, Dean Zimmerman. Elenco: Ryan Reynolds, Hugh Jackman, Emma Corrin, Morena Baccarin, Rob Delaney, Wesley Snipes, Chris Evans. Duración: 127 minutos.
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