Francisco Varone debutó en 2015 con esta película y, hasta el presente, no ha vuelto a dirigir. La expectativa que creó su ópera prima queda abierta con suficientes fundamentos, porque Camino a La Paz es una película realizada con una solidez y sentido narrativo admirables; Varone escribió el guion y lo puso en escena con sobriedad y conciencia de lo que narraba.

Sebastián (Rodrigo de la Serna) es un joven que recién comienza su pareja con Jazmín (Elisa Carricajo), aportando a la nueva vida en común su auto, un Peugeot 505 ya antiguo pero reluciente por los cuidados amorosos que le prodiga Sebastián. El auto es la única herencia que recibió de su padre y, un poco por eso y otro por la relación saturada de erotismo que el varón argentino establece a menudo con su automóvil, su única ocupación es mantenerlo flamante como si fuese un cero kilómetro. Es claro que Sebastián no tiene trabajo, por eso cuando, por azar, el viejo Khalil (Ernesto Suárez), un musulmán devoto que prepara su último y ritual viaje, lo confunde con un remisero al que contrata para sus gestiones diarias, para luego proponerle que lo lleve hasta la capital de Bolivia, esta oferta no podrá ser rechazada por Sebastián; que pese a todo quiere más a su flamante vida en pareja que a su automóvil heredado.

Este es el punto en el que Camino a La Paz asume en su integridad su carácter de road movie. De acuerdo con la mejor tradición del género, el trayecto a la capital boliviana es un viaje de ida para Sebastián, una Meca similar al destino final del sabio Khalil, un descubrimiento, de América, de sus propios valores y de la integral existencia del otro y de sí mismo, de los recíprocos deseos y necesidades de ambos. El hombre que retornará a Buenos Aires seguirá llamándose Sebastián, pero será distinto, alguien que ha dejado en el camino sus riquezas materiales y en cambio se ha enriquecido para encarar el resto de su joven vida.

Mi conocimiento del cine argentino clásico es desparejo; hecha tal salvedad me animo a afirmar que Camino a La Paz es la primera road movie argentina; no porque su historia transcurra casi en su totalidad en los caminos de la patria (la local y la grande), sino porque ningún otro director argentino que yo recuerde ha sido tan consciente como Varone del género que abordaba. La elipsis, que el director maneja con una soltura notable, es la herramienta narrativa principal de su relato. El trabajo de sus actores -el mendocino Ernesto Suárez, un maestro de la discreción y el sosiego, y el enorme Rodrigo de la Serna- merece un adjetivo común a ambos: indispensable. Sin ellos esta película, tan imbuida de los valores que pregona como para revestirse de modestia cuando es cine  mayor, tampoco hubiera sido posible.

Camino a La Paz (Argentina, 2015). Guión y dirección Francisco Varone. Fotografía: Christian Cottet. Montaje: Federico Peretti, Alberto Ponce. Elenco: Rodrigo de la Serna, Ernesto Suárez, Elisa Carricajo, María Canale, Alicia Palmes, Juan Alari. Duración: 92 minutos.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: