tumblr_inline_n37f02wJBX1qfuyu5En su último trabajo musical, Björk se propuso interpretar una oda a la naturaleza y sus formas. Lo que las letras del título anuncian lo representa tanto la música del disco como la versión en vivo del cierre de la gira en Manchester: encarnar el “amor por la vida”. La vida es movimiento, y éste se despliega tanto en la música como en las imágenes que le dan contexto. No existe la recurrente limitación de los recitales filmados, en los que la cámara y los elementos cinematográficos que ayudan a articular el registro se esconden para dar privilegio estelar al concierto como show, y a la teatralidad como único lenguaje presente. Por el contrario, Biophilia live toma el recital como punto de partida para dar un despliegue de recursos propios del cine, en los que se dialoga con la experimentación de las vanguardias del 20 (sobre todo la alemana), que exploraba las posibles relaciones entre el sonido y la imagen. La búsqueda de “la semejanza” y la posibilidad del acople del movimiento de las imágenes al son de los ritmos intrigaba a esos realizadores en su deseo por dar sonoridad a la luz y al color en movimiento. Esos mismos juegos son los propuestos por el concierto de la islandesa devenido en película.

La naturaleza mostrada, cualquiera sea su magnitud, cósmica o microscópica, sucumbe ante el ritmo musical y sus vibraciones. Los juegos de luces, imágenes digitales, desenfoques, sobreimpresiones, fundidos y, sobre todo, el montaje -es decir, la estructura rítmica de las imágenes- busca la correspondencia en las métricas ofrecidas en los temas musicales. Danza desenfrenada que torna necesario el pintoresco cartel de advertencia ante posibles daños para quienes sufran epilepsia fotosensible. La cámara no se queda quieta, en actitud observadora,  sino que recorre todo, mostrando, tal vez, que no hay nada que mostrar porque el escenario y su disposición es difícil de reconocer y la abstracción total de los cuerpos hace que terminen por convertirse en un punto colorido de luz. Esas formas abstractas –células y bacterias vistas amplificadas en colores destellantes, las etapas de una luna que combate la sombra mientras baila de ciclo en ciclo, larvas que descomponen cadáveres como parte del ritual de vida y muerte que rige la naturaleza…- tienen la misma entidad que los cuerpos que interpretan canciones en el escenario, al tiempo que éstos pierden la cualidad de humanizarse y se vuelven figuras.

img-bjork-heroEn un principio, esta propuesta borra la barrera que marca el margen entre el espacio de la representación y el espacio representado, pero más concretamente termina por devorar el espacio histriónico para dar una unidad de percepción visual en la que los recursos del  lenguaje a destacar son los del cine. Ya no se trata de un recital filmado, sino de una película sobre un recital.

Biophilia live (Reino Unido, 2014), de Nick Fenton y Peter Strickland, c/Björk, ’97.

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