El último largometraje del realizador Martin McDonagh nos sitúa, a través del plano general del comienzo, en la pequeña isla de Inisherin, frente a las costas de Irlanda y, a través del recurso del calendario en la vivienda de uno de sus protagonistas, en el año 1923.
Allí, en medio de la verde campiña rodeada por escarpadas sierras y con acantilados costeros, un joven Pádraic (Colin Farrell), se dirige -como de costumbre- hacia la cabaña de su amigo Colm (Brendan Gleeson) para ir juntos al pub, pero Colm se niega a contestarle, a abrirle e incluso no va hasta el lugar de la cita. Permanece misteriosamente sentado en su silla, fumando. Pádraic busca en varias ocasiones el diálogo con su amigo, intentando entender su inesperada e intempestiva actitud. Las razones del distanciamiento que da Colm son varias: “ya no me agradas”, “eres aburrido”, “necesito emplear el tiempo que me queda de vida en la composición musical” (Colm toca el violín). Padraic, el tosco e iletrado que solo habla por horas de las deposiciones de su burra Jenny, no comprende. Insiste en volver a recuperar el vínculo de antes y se vuelve una pesada molestia para Colm, quien para demostrarle que va en serio en su posición y alejarlo, le dice que por cada vez que venga a molestarlo en su tarea, se irá cortando cada uno de sus dedos.
El accidente de que la burra Jenny ingiera uno de los dedos de Colm y muera, hace del otrora amable Padraic un hombre fijado al rencor y a la venganza, sumiendo a ambos amigos en una escalada de violencia sin fin que no puede más que terminar en la muerte absurda.
Se trata entonces de una comedia del absurdo existencial, que se apoya en el sin sentido de las acciones de ambos protagonistas, pues para demostrar su convicción Colm efectivamente termina cercenando su posibilidad de tocar el violín. Los protagonistas, aunque no haya golpes, por su fisonomía, no dejan de evocar algo del típico dúo del gordo y del flaco de la comedia física del cine mudo.
Los espíritus de la isla (The banshees of Inisherin, 2022) es una película que claramente destaca por su fotografía, la dirección de arte y su sólido elenco actoral. De tono sombrío pese al humor -como dejan entrever las cruces en las laderas, la agorera bruja McCornick, los ominosos pájaros carroñeros que vuelan en círculos en la costa y la estética tenebrista en los espacios interiores-, en el fondo, la desavenencia entre los amigos es una lograda metáfora del absurdo de la guerra civil irlandesa, del odio intolerante hacia el vecino, al que se alude con los fogonazos que se ven al otro lado desde la costa de la isla.
Los espíritus de la isla (EE.UU., Reino Unido, República de Irlanda; 2022). Dirección: Martin McDonagh. Duración: 109 minutos. Hora Cero.
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