968907_501729209881705_1286473108_nLa antena parabólica del primer mundo. La utopía de la televisión existió durante los ’90, a pesar de la paradoja que esto representa. El nombre del canal de televisión que sufrió allanamientos del COMFER y juicios de los canales poderosos porque vino a romper las reglas amparadas por la ley de radiodifusión impuesta por el gobierno de facto de Lanusse y ratificada por Videla, indica la ideología del proyecto, su fundamento, su interés comunitario, el hartazgo frente al criterio industrial de la televisión obediente a los intereses, sobre todo económicos, de los medios concentrados, que es la de la programación para el consumo, no para la gente. Nada menos que en Caballito, en medio del norte y del sur (borgeano), en el corazón de la Capital Federal, funcionaba TV Utopía, del barrio para el barrio.

Televisión con interferencias, teléfonos abiertos y ruido a lluvia. “Utopía, 5 años de realidad”, con el número cinco corrompido por el paso del tiempo, dice el cartel que cubre aquel escritorio usado por su creador. Sin más escenografías que la de los letreros usados para indicarle al televidente cómo comunicarse con el canal. Fabián es el héroe de esta historia, el que luchó para llevar a cabo la verdadera televisión comunal, abriendo un espacio privilegiado para el barrio y su maravillosa gente durante casi una década. Aquellos años sin cable, con sólo cinco canales de aire, sin Internet, sin celulares, donde la televisión era lo que la radio durante los 50´. La utopía de Fabián se basó en la libre expresión, y en cambiar las cosas a través de ella. Luego de su muerte en 1998 y la inevitable caída de su proyecto meses después, la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual viene a consolidarse diez años más tarde, y aquella TV Utopía es un ejemplo de la importancia de la inserción de la voz del pueblo en una televisión gastada por intereses empresariales.

TV+UTOPIA_1No es fortuito recordar a ese canal de televisión que pasó por la pantalla de los habitantes del barrio de Caballito, como evidencia de la importancia de la ley que generó tanta polémica. TV Utopía es el paradigma de un trabajo mediático con fines plurales: hubo ciclos de cine donde se proyectaron desde películas de Buñuel hasta la censurada La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese, informativos con móviles que mostraban aquella recurrente marcha de los miércoles realizada por jubilados en plena época de Cavallo, así como a las Madres de Plaza de Mayo ignoradas por ese patilludo que fue presidente, pero también lugar para la poesía, la música y el entretenimiento, un espacio abierto a la comunidad, a sus necesidades, pensamientos y ganas.

El documental realizado por Sebastián Deus, integrante del canal 4 Utopía desde 1995, muestra material de archivo de las sesiones por la ley de medios y de los diez años de transmisión del canal, intercalando encuentro con los personajes que fueron protagonistas delante de pantalla. En la audiencia pública por el debate de la ley, el propio director dice no tener “cabida en el actual sistema de medios”. Porque ante todo, TV Utopía era una televisora con puesta en escena transparente, posible gracias a la tecnología analógica de una época no tan lejana, cuyo decorado de antenas todavía permanece en algunas casas y terrazas de viejos edificios. El documental muestra la afición de los protagonistas, su espontaneidad, todo aquello que puede llamarse “desprolijo” según el canon de la rigidez, pero también el culto a las profesiones y a la cultura, ejecutado con la astucia técnica necesaria para solventar la limitación de medios, así como el valor de las cooperativas. La difícil tarea de editar toda esa información queda plasmada en la película, al igual que la preocupación porque la cámara sea el instrumento principal de transmisión, sin la necesidad empresarial de cubrir el margen de ganancia anual buscado. TV Utopía muestra la verdadera televisión de la gente.

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