tunteyh-o-el-rumor-de-las-piedras-c_6039_poster2«Dame tus hijos, Rosa». La pantalla negra, voces infantiles, el juego. Así inicia Tunteyh o el rumor de las piedras e inmediatamente estamos yendo a pescar al río atravesando un territorio flaco de árboles. Pero el río está cada vez más lejos y trae menos peces.

De vuelta en la comunidad será la voz de Jairo Rodríguez la que oficiará de narrador. Jairo es parte de las 35 familias que conforman Nop ok wet, una comunidad wichí de Salta en la que el río Pilcomayo ha sido el principal proveedor y que, por el desvío de su cauce y la amenaza (¿la sospecha?) de la contaminación de las aguas, ve en riesgo su subsistencia.

A partir de aquí seremos espectadores del día a día de la comunidad y serán los niños los que tengan mayor presencia. Y son esas imágenes bellamente registradas y la poética con la que se articula el relato lo que mejor funciona en este documental. A nivel discursivo, en cambio, hay una especie de desfasaje entre el relato y lo que las imágenes nos cuentan que innecesariamente falla sobre el final, adoptando un tono manipulador, con un montaje paralelo entre el nacimiento de un bebé (en un hospital) y el protagonista (Jairo Rodríguez) recibiendo los resultados de los análisis de la muestra de agua del Pilcomayo en Buenos Aires. Y es allí dónde se instala la sensación de que el conjunto no funciona del todo bien.

En palabras de la directora, Tunteyh… «propone, en principio, una experiencia estética; esto es , intentar que el espectador viviencie, a través de un protagonista, cómo es vivir perturbado por la información sobre temas graves y vitales, rumores que preocupan y que no se terminan de certificar. No tiene ni una finalidad científica ni de denuncia. Aunque está atravesado por estas categorías», solo que las imágenes no dan cuenta de esa preocupación.

Es como si todo el documental transitara en dos planos muy diferentes de lectura que no se terminan de relacionar: por una lado, el relato en off y, por el otro, la poética de las imágenes. En la voz, ya desde la secuencia de la pesca, hay un declarado tono de denuncia (al menos en el relato) que se sostiene desde la experiencia de Jairo y su rol como maestro auxiliar bilingüe, sus charlas con los niños sobre el futuro y la importancia de aprender a hablar el castellano «para progresar». Y a eso se suma el rol institucional de la escuela de la comunidad en la que se reza el Padre Nuestro a diario. En el plano visual, la poética se define con el pulso con el que se retrata la vida de este pueblo, su cultura, sus costumbres.

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Sobre estas sensaciones conversamos con la directora de Tunteyh…, Marina Rubino.

Más allá de la visibilidad de la comunidad, cierto tono de resistencia y la suma de valores dada por la conservación de la propia cultura, no queda claro hacia dónde apunta Tunteyh o el rumor de las piedras, más allá de «mostrar» a esta comunidad.

MR: A mi como artista me interesa cultivar la incertidumbre, es decir, prefiero trabajar con lo que pasa entre el espectador y la obra, que se quede inquieto y movilizado, y no que reciba el paquete cerrado, con certezas. Como docente fui muy influenciada por las teorías de Paulo Freyre, quien postulaba el trabajo en relación a una pedagogía de las preguntas y no de las respuestas.

Me quedo con la sensación de estar viendo casi un homenaje al hombre natural que ha quedado fuera de la modernidad, con todo lo que ello implica (y no hablo de atraso, sino simplemente de olvido) desde la falta de oportunidades hasta la amenaza de la desaparición de una de las principales fuentes de recursos (el río), pero el tono bucólico no me ayuda a comprender de qué estamos hablando.

MR: Puede ser que sea un homenaje al hombre natural que intenta resistir, a través de su cultura, a la conquista permanente del hombre occidental. Estos pueblos tienen más de 9000 años en esta tierra y, desde hace más de 520 años, se vieron obligados a cambiar, olvidarse de sus prácticas religiosas, de su propia medicina y, hoy en día, tienen que amoldarse a una cultura que les es ajena.

Argentina es un país pluriétnico y multicultural, y reconocer esa diversidad por la cultura dominante, es algo en lo que como artista intento trabajar. Recién en 1994, con la reforma constitucional con el art. 75 inc 17, se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los Pueblos Indígenas, esto es que se reconoce la existencia de pueblos indígenas previos a la creación de la Nación Argentina y que se deben respetar ciertas cuestiones que no se respetan.

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Lo que dice el artículo es en lo que me parece que hay mucho por trabajar. Copio aquí algo que me parece interesante:

¨Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones¨.

¿Cuál es la motivación que te lleva a contar esta historia de ésta manera?  ¿Cuál es el conflicto que amenaza a la comunidad (imagino que tiene que ver con el río como recurso y la organización de la comunidad en tanto colectivo) y cuál es la propuesta (porque imagino que el documental en sí mismo va más allá de otorgarle visibilidad a esta comunidad y sus problemas, aunque estos últimos no aparezcan claramente)?

MR: El modo de contar la historia tiene que ver una poética propia del relato. La estructura del relato tiene que ver con una estructura parecida a la de los mitos y de los cuentos. Mi motivación personal tiene que ver con un trabajo que realizo desde hace más de 15 años desde la militancia, desde la docencia y los medios audiovisuales la resistencia de los pueblos indígenas ante el avasallamiento de la cultura occidental. Temáticamente, lo que amenaza a la comunidad es simplemente su desaparición y pienso que hay un plan sistemático de hacer desaparecer a muchas culturas de nuestra Patria Grande. ¿Por qué? Porque los pueblos indígenas están asentados en territorios amplios y con muchas riquezas que el capitalismo ve como recursos: minería, campos para cultivos, agua para extraer.

¿Cómo se está llevando a cabo este plan? desterrando a comunidades de su lugar, impidiéndoles que vivan de acuerdo a su cosmovisión, prohibiéndoles que practiquen su propia medicina, envenenando los ríos, desmontando desmesuradamente. Todo esto en pos del ¨progreso¨. Y los primeros en sufrir las consecuencias de este llamado progreso, son los indígenas, quienes viven en la naturaleza. Pero no es solo una problemática que afecte a los pueblos indígenas, el saqueo de la tierra es algo que nos afecta a todos como humanidad. Y desde el arte, me interesa sensibilizar y llegar a la espiritualidad de la gente. Después de sensibilizar vendrá el cambio social o político. Pero primero creo que hay que tener la vivencia.

Tunteyh o el rumor de las piedras (Argentina, 2014), de Marina Rubino, 73′. Documental.

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