Desde que empezó la pandemia estamos atrapados siempre en el mismo día, encerrados en nuestras casas, haciendo las mismas cosas. Algunos tenemos la suerte de estar en un espacio habitable, y de esta manera el eterno loop en el que vivimos hace dos meses se nos hace más tolerable. Trabajamos por Zoom -los que tenemos suerte de tener trabajo- y mientras asistimos al desastre también miramos películas -porque, como dijo Charly García, qué otra cosa podríamos estar haciendo-. Si en este gran «día de la marmota» en el que vivimos experimentamos de a ratos la dicha de los hijos, el hastío se nos hace menos angustioso o más amigable. No todo el mundo puede darse el lujo de una cuarentena burguesa viendo películas y leyendo libros mientras, como en un film apocalíptico, esperamos el fin de los días o la cura de la peste.

Decía entonces que todos los días son parecidos. Te levantas y te pones a trabajar, o les enseñás (o intentás) a les pibis la tarea del colegio, pero el sábado pasado cuando me levanté Julián ya había prendido Netflix y estaba poniendo la película de los Playmobil. Le digo que mejor veamos la película de Bob Esponja, que es una maravilla y ya la vimos mil veces y siempre funciona, pero no quiere. A sus seis años ya hace rato que toma decisiones sobre lo que quiere ver de modo autónomo, y quiere ver Playmobil, la película. Hace un tiempo que esta fanatizado con los playmobil, sobre todo desde que mi amiga Paula le regaló su colección. El fanatismo se agudizó desde que salió una colección de playmobiles que recorren la historia: el playmobil del antiguo Egipto, el playmobil romano, el playmobil mosquetero. Sobre esa premisa es que tracciona lo mejor de Playmobil, la película.

Si bien es verdad que la película aspira a potenciar la venta de los muñequitos, funciona también como una comedia alocada en la que uno se deja llevar por el sinsentido frenético de la historia. Lo mejor se encuentra cuando toma prestado cierto espíritu anárquico, inspirado en los films Lego, y sobre esa premisa de aventura descontrolada logra subir al espectador (de cualquier edad) en ese tren vertiginoso.

En la primer escena, dos hermanos menores de edad (la única parte de la película que no es animada sino que es interpretada por actores de carne y hueso) hablan sobre el futuro y el deseo real de vivir aventuras intensas. Luego ocurre una tragedia en el entorno familiar y los hermanos quedan huérfanos; unos años después el hermano menor, buscando la felicidad perdida, se escapa del retoño familiar y se marcha a una convención de juguetes donde hay una gran colección de playmobiles; desesperada, la hermana va a buscarlo y cuando lo encuentra ocurre el obvio suceso extraordinario que transforma a ambos en playmobiles, el chico en un vikingo y la chica en una playmobil anónima). Todo este  deficiente prólogo, teñido de impostada seriedad, es innecesario y es justamente ese tono dubitativo el que la distancia inicialmente de cualquier película de la anárquica saga de Lego. Es como si no se atreviera de entrada a creer del todo en el poder de la aventura animada. Sin embargo, cuando los personajes de carne y hueso se transforman en playmobiles la aventura toma el control del relato y los subrayados sensibloides se minimizan.

La aventura finalmente se autonomiza y aparece la genial parodia de James Bond encarnada en la voz de Daniel Radcliffe (el mejor personaje de la película sin dudas) que transforma la historia en una comedia absurda y explora la posibilidad del disfrute por fuera de la franja etaria, clave que potencia los méritos del film. Más allá de la idea del mundo del juguete que cobra vida propia, ya trillada desde Toy Story en adelante, Playmobil, la película consigue animarse a jugar con las convenciones del relato infantil y a perderle el respeto a esa inicial solemnidad, apostando a funcionar como un relato autónomo y no en un subproducto nacido con la única finalidad de vender juguetes.

Dirigida por Lino DiSalvo, Playmobil podría haber sido una gran película y claramente no lo es, pero consigue triunfar cuando se dedica a ser un chiche juguetón, cuando celebra el cine como mero juguete, riéndose de todo lo que puede reírse, de un vikingo a un cazarecompensas, de un conductor de food truck supercool (el otro gran personaje de la trama) a un superagente y a una chica normal luchando contra los malos de turno (que podrían haber estado mejor construidos desde el guion).

Playmobil es el triunfo del artificio y de la ficción, de lo imaginario por sobre lo real y tiene el único objetivo de hacernos olvidar lo horrible que a veces se pone el mundo con el que nos encontramos cuando termina la película que estamos viendo.

Calificación: 6/10

Playmobil la película (Playmobil, The Movie, Francia/Alemania/China/Canadá, 2019). Dirección: Lino DiSalvo. Guion: Michael LaBash, Blaise Hemingway, Greg Erb, Jason Oremland, Lino DiSalvo. Edición: Maurissa Horwitz. Voces: Anya Taylor Joy, Gabriel Bateman, Daniel Radcliffe, Jim Gaffigan, Meghan Trainor y Adam Lambert. Duración 99 minutos. Disponible en Netflix.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: