Para cualquier fanático del cine de acción debería ser una gran noticia una nueva película de Jason Statham en plan franquicia a lo Misión Imposible. El agente Fortune no es otra cosa que eso, lo que en sí no es algo ni bueno ni malo. El cliché de que una película de acción es algo menor frente a otro tipo de películas supuestamente serias y respetables es un argumento que ya en la década del 60 del siglo XX quedó saldado, sobre todo con las ideas explicitadas por los redactores de Cahiers du cinema, luego devenidos en los realizadores que llevaron adelante esa revolución cinéfila que fue la Nouvelle Vague. En el corazón del imperio se han hecho películas de acción desde los inicios de lo que entendemos como cine industrial. Desde que Jason Statham saltó a la fama hace dos décadas con El transportador, el pelado más carismático del cine de acción construyó una carrera que lo posiciona como el natural sucesor de los reyes del cine de acción americano de la década del 80 del siglo pasado (me refiero a la tríada compuesta por Stallone, Schwarzenegger y Bruce Wilis). También hace un poco más de dos décadas hizo su aparición estelar en la industria del cine Guy Ritchie, y si tuviéramos que encuadrar los preceptos principales de su cine podríamos pensarlo como un director de policiales sofisticados con una estética asociada a la del videoclip. Ritchie es un especialista en acelerar y desacelerar desde lo visual el ritmo de sus películas, pasando de un particular trabajo con la cámara lenta a escenas de un vértigo visual inusitado. Ritchie podría pensarse como un director post tarantiniano, obviamente sin ese músculo para la narración que tiene el director de Perros de la calle y Pulp Fiction. El gran problema del cine de Ritchie no es el del manejo de la técnica sino la dificultad que tiene para ensamblar los diferentes rubros que componen una película sosteniendo la tensión dramática de inicio a fin.

La mayor virtud de la película de Ritchie es lo que la crítica en general remarca como su principal defecto: Agente Fortune es una película sin marcas autorales. Es decir que a simple vista no se encuentran las huellas de su cine. Ahora bien, hay grandes películas en la historia del cine que no presentan esas huellas. A esa virtud Bioy Casares la denominaba como la capacidad del autor para pasar desapercibido. En ese sentido, Agente Fortune  funciona mejor cuando opera como mero entretenimiento, pero cae en un pozo narrativo cuando su director comienza a hacer de las suyas y se entromete en el desenvolvimiento de la historia con su peculiar idea de autor.

Agente Fortune  es una copia calcada del argumento original de Misión imposible. Un grupo experto en operaciones encubiertas que se mueve por cualquier lugar del mundo con el armamento más moderno posible, realizando misiones muy complejas y que requieren de una serie de conocimientos muy sofisticados en tecnología. Jasón Statham es el agente Fortune protagonista casi excluyente de esta primera película que dará paso a una previsible saga. Las virtudes de Agente Fortunevienen todas del lado de Statham. Dueño de un nervio y vitalidad únicas para el cine de acción, prácticamente cada una de las escenas de la película están invadidas por el aura y el magnetismo del actor de El transportador. Un grupo de espías debe desmantelar una compra de armamento tecnológico de última generación que puede poner en jaque al planeta. El argumento retro pareciera llevarnos a la época de la guerra fría y a la época de oro del cine de espías, que no es otro que el de las películas de James Bond y de esa estética canchera del agente 007 que le calza como anillo al dedo al cine de Ritchie. Junto a Statham se destaca particularmente Hugh Grant, que es un magnate encantador que se encuentra a la cabeza de la banda de villanos. Grant le agrega a la película el toque de comedia cool que se contrapone al cine muscular que pregona Statham. Especie de Deán Martin 2.0, el personaje de Grant se opondrá a la crudeza del agente Fortune y de ese choque de mundos saldrá lo mejor de la película. Ellos dos, junto al personaje de Josh Arnett que acá interpreta a un actor que por medio de un chantaje debe participar de esta operación en contra de su voluntad, son los responsables de los mejores momentos de esta nueva franquicia.

Luego de una serie de escenas de acción concretas y muy bien resueltas, el espíritu canchero y postmoderno del cine de Ritchie vuelve a tomar control de la situación llevando el desenlace de la película a un terreno bajas calorías en donde el chiste y el efecto prima por sobre la trama.

Agente Fortune se destaca cuando las marcas autorales del cine de Ritchie parecen evaporarse, y pierde consistencia cuando su director tiene el deseo de llamar la atención desmedidamente. En última instancia, Ritchie pareciera desconfiar de las posibilidades del cine de acción -de ahí su necesidad constante del fulbito para la tribuna-. En cambio, a Statham le gusta patear al arco. Solo resta por decir, a modo de conclusión, que del balance que se pueda construir entre actor y director dependerá el futuro de la saga. De su primera entrega nos queda claro que no hay nada como una buena y honrada película de acción, y vaya que eso no es poco.

Agente Fortune (Estados unidos, 2023). Dirección: Guy Ritchie. Guion: Ivan Atkinson, Marn Davies, Guy Ritchie. Música: Cristopher Benstead. Fotografía: Alan Stewart. Edición: James Herbert. Reparto: Jason Statham, Aubrey Plaza, Josh Hartnett, Hugh Grant, Gary Elwes, Peter Ferdinando, Eddie Marsan. Duración: 114 minutos.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: