Basada en la novela 3 Días, de Gonzalo Ventura, la película de Diego de la Vega propone una mezcla de subgéneros para crear algo que, sin terminar de ser autóctono, es una apropiación del género que funciona.
Ya desde el título la apelación al mito cristiano se presenta como marco de legalidad sobre el cual trabajará el género. Las muchas cruces y la pintura del Vía Crucis que emula la obra de Rafael vaticinan que eso que ronda no es otra cosa que la subversión de la Pascua. Sin embargo, no es sino hasta el final en que Al 3er día revela su naturaleza definitiva. Una naturaleza que cobra sentido siguiendo las pistas que se le dejan al espectador desde el comienzo. Es, en ese sentido, que los espejos funcionan de manera polivalente, sirviendo incluso como sinécdoque de esa búsqueda por la identidad que se ha desvanecido entre un pasado olvidado y un presente de alucinación.
Cecilia (Mariana “Moro” Anghileri), una madre que viaja con su hijo, sufre un accidente automovilístico del que recobrará conciencia luego de tres días, solo para notar que su hijo ha desaparecido. A partir de ese momento comienza su búsqueda para encontrarlo y recomponer los sucesos ocurridos durante los tres días en que estuvo inconsciente. La protagonista busca huir de su ex marido violento, pero lejos de pretender una bajada de línea que “concientice sobre la violencia de género” a modo panfletario -la denuncia es una obsesión del cine por mostrarse como “arte serio”-, no remarca el mensaje de manera amarillista y chocante sino que presenta el problema de la violencia intrafamiliar integrado a la trama, y ahí la deja como algo que no se puede erradicar, sacudiendo así eficientemente la conciencia del espectador.
Del otro lado, Enrique (Gerardo Romano), el conductor del vehículo que envistió al de Cecilia, se muestra patibulario en su propia búsqueda, y en todo momento ambos personajes son presentados como polos opuestos. Al igual que en Necrofobia (Daniel de la Vega; 2013), la figura del doble es un eje sobre el que la trama pivotea desde el comienzo hasta el final. En el caso de estos personajes, ambos se configuran como antitéticos incluso desde los espacios que les rodean: uno, la noche dentro de un sótano oscuro; el otro, la calidez del día en la habitación del hijo. Uno parte de la luz y otro de la sombra para dar pie al juego dicotómico de ir invirtiendo roles, descubriendo junto a los policías eso que ha pasado tres días atrás que depara el futuro de la humanidad.
El cine argentino de terror se ha valido muchas veces del género policial, corriendo el riesgo de quedar supeditado a él. Afortunadamente, este no es el caso. Por el contrario, Al 3er día se vale de la estructura del policial para partir de una incógnita, de una especie de whodunit, sobre todo en la dosificación de la información, para decantar por completo en un universo gótico que, por momentos, parece emular la estética de la Hammer, con una gran prolijidad visual y encuadres cuidados en el gran trabajo de fotografía a cargo de Mariano Suárez.
Ese volver al gótico -hoy muy en boga- y el acercamiento formal a la productora inglesa funciona de dos maneras. La primera, al interior de la trama, aspira a crear un contexto espacio temporal en el que el pasado esté incrustado en el presente. Ciertos elementos de la escenografía, como el muñeco del monito golpeando los platillos o el caballito con ruedas, son juguetes que pertenecen a épocas pasadas cuya presencia se estaca en el presente. De la misma manera, la caracterización del personaje que pretende ayudar a Cecilia con una sesión de hipnosis se muestra anacrónica: el vestuario, el espacio que lo constituye y la cadencia con la que habla responden a un modelo que se instala en otra coyuntura temporal.
La segunda manera funciona por fuera del universo diegético e interpela directamente al espectador brindándole guiños, citando otras películas, o simplemente utilizando lugares comunes en el género (como la conocida escena del niño en la calesita). Si bien el personaje del hipnotista bien podría ser parte de El conjuro (The Conjuring; James Wan; 2013), aparece tocando el piano de manera atormentada cual fantasma de la ópera, y la escena de hipnosis en sí misma es muy similar a la llevada a cabo por Jordan Peele en Huye (Get Out; 2017). Incluso los títulos parecen salidos de Señora venganza (Sympathy for Lady Vengeance; Park Chan-Wook; 2005), porque si bien desde el guion y las actuaciones el tono es por demás mimético, forzando al espectador a meterse en la narración por completo, plásticamente se le expulsa rompiendo la transparencia con encuadres y sobreimpresiones que parecen derivar del cómic, recursos que, por uso y abuso, han quedado relegados casi a la parodia formal. Sin embargo, la intención no está puesta en patear el tablero con nuevas fórmulas sino crear algo nuevo a partir de lugares reconocibles en los que el espectador puede descansar. Salir de lugares simbólicos que parecían muertos para crear algo nuevo. El tratamiento responde más a una interpelación nostálgica que a una pretensión de parodia destructiva, sin por ello dejar de buscar en todo momento sorprender al público.
Calificación: 8.5/10
Al 3er día (Argentina; 2021). Dirección: Daniel de la Vega. Guion: Alberto Fasce; Gonzalo Ventura. Fotografía: Mariano Suárez. Edición: Martín Blousson; Guille Gatti; Daniel de la Vega. Elenco: Mariana “Moro” Angheleri; Gerardo Romano; Osvaldo Santoro; Arturo Bonin; Diego Cremonesi. Duración: 85 minutos. Disponible en Cine Ar TV y Cine Ar Play.
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