Los primeros diez minutos de Muppets 2: Los más buscados son de lo mejor que se pudo ver en pantalla grande en lo que va del año y, por supuesto, lo mejor de toda la película –salvo algún que otro gag sabiamente colocado- que arranca a ritmo vertiginoso y con un develamiento prematuro del artificio cinematográfico (llevado a cabo con la gracia de siempre), típico de los personajes del querido y difunto Jim Henson.
Lo primero que vemos es la palabra “Fin”, escrita con fuegos de artificio, todavía colgando en el cielo; alguien grita “¡Corte!” y los extras abandonan el set en un santiamén, sólo quedan los Muppets, que se felicitan unos a otros por la película que acaban de terminar, hasta que uno de ellos se percata de que la cámara todavía sigue allí. “Ah, ¡entonces esto debe ser una secuela!”, exclama alegremente, y el interrogante de los personajes ahora pasa a ser: ¿Y ahora qué improvisamos? Pregunta que desemboca directamente en el mejor número musical de la película, el que incluye (entre las propuestas que los animalejos de felpa ofrecen como posibles tramas para la secuela) versiones ‘muppet’ de Lo que el viento se llevó (el delicioso pero intraducible “Gonzo with the Wind”) y de El séptimo sello de Ingmar Bergman (opción que descartan de inmediato porque admiten que los yanquis no leen subtítulos), la corrección del Dr. Bunsen (el pragmático científico Muppet) que anuncia que técnicamente esta es la séptima secuela de la saga, y el certero comentario (que además es aplicable a la propia película) de que las secuelas no suelen ser tan buenas como sus primeras partes.
De repente, Dominic Badguy (el villano interpretado por un contenido Ricky Gervais cuyo apellido se traduce literalmente “HombreMalo”) se cuela en la canción y ofrece como propuesta que los Muppets hagan una gira internacional, a lo que éstos acceden con agrado después de una reunión con él. Sin embargo, lo que no saben es que BadGuy está planeando una serie de atracos (junto con un malvado secuaz) y el Show de los Muppets es su coartada perfecta. De ahí en adelante, en una sabia parodia con referencias varias, la película toma una estructura que mezcla el policial clásico con el cine de acción moderno, con el usual despliegue cómico y algunos sólidos números musicales de por medio.
Lo que diferencia a ésta de su tan eficaz predecesora (además del poder creativo de la nostalgia) es la frescura que tenía la anterior en los diálogos y las situaciones, las parodias a los géneros llevadas entonces hasta lo absurdo (pero no sin un buen grado de homenaje tanto estético como conceptual), la funcionalidad narrativa de las canciones (que en esta entrega, en algunos casos, es bastante dudosa), y, por sobre todas las cosas, el verosímil desdibujado y resquebrajado (anarquía heredada del cine de animación) que en esta segunda parte por momentos se vuelve casi realista, sobre todo cuando el espectro de absurdas posibilidades (más propiamente muppeteanas) tiende al infinito.
De todas formas, Muppets 2: Los más buscados es una película que se toma las suficientes libertades, tanto narrativas como estilísticas, como para resaltar y brillar en un mainstream estadounidense cada vez más opaco, y lo hace con la suficiente alegría y desprejuicio como para ser una experiencia placentera.
Muppets 2: Los más buscados (Muppets Most Wanted, EUA, 2014) de James Bobin, con Ricky Gervais, Ty Burrell, Tina Fey, Steve Whitmire, Eric Jacobson, Dave Goelz, Bill Barretta, Danny Trejo, Ray Liotta.
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