A lo largo de la obra de Martin McDonagh podemos encontrar como un rasgo destacable la solidez de sus guiones. Y si en la historia del cine hay directores que construyeron obras importantes apoyados en la riqueza de las tramas argumentales, los casos de Woody Allen y Kean Loach son ejemplos paradigmáticos: directores que hacen foco en la construcción de sus personajes y que compensan a partir de un notable trabajo de guion cualquier carencia en términos de puesta en escena. Tal vez esto pueda herir algunas sensibilidades de los expertos del séptimo arte, pero el cine de McDonagh se sostiene esencialmente en la solidez rocosa de sus guiones y a partir de ese logro las virtudes de su cine se expanden construyendo buenas y nobles historias. Su obra más galardonada fue Tres anuncios para un crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017) pero el ADN de su cine lo  podemos encontrar  en los diálogos solventes sobre las miserias de la existencia y los vínculos afectivos en películas como Siete psicópatas (Seven Psychopaths, 2012), más atrás en En Brujas (In Bruges, 2008), y concluyendo en esta última entrega, Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, 2022); las últimas dos protagonizadas por Colin Farrell y Brendan Gleeson.

El espíritu de la isla nos sitúa a comienzos del siglo XX en una pequeña isla irlandesa sumida en un clima de guerra civil desde hace varios años. En ese paisaje rural, Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell) y Colm Doherty (Brendan Gleeson) representan el quiebre en el vínculo de amistad que los unía y la imperiosa necesidad de Pádric para dotar de algún sentido esa distancia como forma de transitar un duelo posible. Ante la experiencia de dolor conjugada con cierta mezquindad en términos de resolución de conflictos, Colm propone un corte en sentido pleno. Por cada día que la familia Súilleabháin le hable o simplemente lo moleste, él realizará un acto de automutilación de un dedo, cosa que para un violinista puede ser un punto sensible.

La historia combina toques de comedia y tragedia, amores y odios entre hermanos, con mucha soltura y apoyo de los personajes secundarios. Siobhán Súilleabháin (Kerry Condon) acompaña a su hermano Pádric en su desdicha, y muestra un posible camino por la vía de la literatura como pulsión de vida, retirándose de la isla. Dominic Kearney (Barry Keoghan), hijo del policía local pero también fruto de la violencia familiar, revela un afán de superación y valentía que lo lleva a un acto heroico frustrado, como casi todos los anhelos de los personajes masculinos de la película. Para finalizar aparece Mrs. McCormick (Sheila Flitton) como la personificación de la muerte que todo lo ve, en un estilo semejante a la figura de Alba Mujica en Juan Moreira (1973), de Leonardo Favio.

Para quiénes valoramos el tratamiento del gore en el cine, algunas mutilaciones se quedan a medio camino entre la contundencia deseada y pueden resultar distractoras del curso de la trama. Sin embargo, en el juego del humor hay un momento casi imperceptible que resulta fundamental: el tratamiento que el autor le da a la depresión de Colm en un susurro durante la conversación de los hermanos Súilleabháin. “¿Acaso no estará deprimido?», le pregunta Siobhán. Independientemente de la respuesta, el valor del susurro nos invita a pensar de qué modo hablamos, tratamos y pensamos en la vida privada o en medios públicos los temas ligados a salud mental. Interpelarnos desde el humor y la ironía es también un claro ejemplo del tipo de cine inteligente que en sus mejores momentos McDonagh nos puede ofrecer.

Calificación: 8/10

Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, Estados Unidos/Reino Unido/Irlanda, 2023). Guion y dirección: Martin McDonagh. Fotografía: Ben Davis. Montaje: Mikkel E. G. Nielsen. Elenco: Colin Farrell, Brendan Gleeson, Kerry Condon, Barry Keoghan, Gary Lydon, Pat Short. Duración: 114 minutos.

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