*Un prejuicio que se vuelve certeza en el principio de Lagunas (Carone, 2023): la voz off señala que en un desierto no hay nada. Por eso, dice, en el primer viaje a ese pequeño pueblo de Mendoza, no entran en el desierto. Después sí, hubo otros viajes y se volvió, justamente, para ver qué había allí. No hay explicación de lo que ocurrió en esos viajes, solo que la perspectiva cambia: ningún espacio está completamente desierto, en todo caso hay que ver qué es lo que guardan esos lugares.

*El nombre del pueblo podría ser irónico: un lugar desértico llamado Lagunas. Rubén, el chamán del pueblo, deja en claro el equívoco desde el principio: ese espacio que hoy es desierto era en el pasado un encadenamiento de lagunas. Entonces, lo que se produce ya no es un equívoco, sino un desfasaje: un nombre de otros tiempos atravesado por un presente que no coincide. Lo que hay en Lagunas a simple vista, lo que capta la cámara es viento, polvo, una vegetación chata y dispersa. Y unos cuantos sobrevivientes que persisten como si hubieran resistido a un apocalipsis.

*Lagunas es, entonces, una película sobre lo que no está. Sobre lo que hay que buscar por debajo –o por detrás- de lo que está. Es sobre el agua de las lagunas, claro, que se evaporó en un tiempo que nadie mide ni refiere. Pero también sobre aquello que, con la desaparición de algo, puede volver a la superficie. Si las lagunas fueron el territorio ideal para ocultar los cuerpos de las matanzas contra los huarpes, ahora el desierto se exhibe como un osario que cada tanto sale a la luz (como lo hace, con sus manos, Rubén, en un pasaje de la película). Lo que no está, lo que estuvo es ahora un ocultamiento que el documental no busca resolver sino poner en evidencia.

*Toda historia es la historia de un ocultamiento. El pasado queda sumergido en un presente en el que lo que cambió –lo que triunfó- deja atrás a lo derrotado, a lo que alguna vez fue. En Lagunas, la historia huarpe y las matanzas que sufrieron están ocultas. Reaparecen con los huesos de los muertos al remover la tierra del desierto. O cuando se amplía el cementerio hacia las tierras en las que se enterraba a los suicidados, a los no bautizados, a los que se rebelaban. En las prácticas de curación de Rubén –que no pueden mostrarse pero que se ponen en evidencia-como herencia de su abuela. En esa mixtura con la religión católica en la que se venera a la Virgen del Rosario sin olvidar “que sos indio” como le dijo la abuela a Rubén.

*Lo que las une con la visita de Liliana Bodoc al pueblo es la recuperación de esas historias. Lagunas es, para Bodoc, una incógnita, un territorio desconocido en el que lo espacial se vuelve subsidiario: más que conocer los lugares, va en busca de las historias. Recurre a los niños de la escuela porque con ellos puede establecer un intercambio. Con los adultos, en cambio, los relatos se desplazan a una narrativa más ligada a lo histórico (las luchas de los huarpes, la historia del último cacique, la de Martina Chapanay). Con los niños, el cuento se vuelve transparente desde la oralidad: es el detrito de una narrativa transmitida por generaciones. De allí que comparta su cuaderno: el gesto implica que son ellos, los portadores de las historias, los que deben ponerlas en el papel. Hay algo más: cuando Liliana implica a los niños en una representación de esos relatos del pasado, no solo los recupera para la filmación, sino esencialmente como una puesta en escena para los habitantes del pueblo.

*Lagunas es un relevamiento, apenas disimulado, de la desaparición de las especies. Lo que habitaba un lugar y ya no está más que en la memoria registrada (la vieja iglesia destruida por un terremoto, la propia Liliana) o en la representación institucional organizada en el museo del pueblo. Con el agua no solo se fue la vida y el movimiento del lugar, sino también las costumbres (un pueblo de pescadores que se queda sin qué pescar) y las especies animales que se desarrollaron allí (los niños hacen referencia, mientras caminan por el desierto, que ya no se ven choiques). El viento también se llevó cosas (la madre de Liliana, y de allí su obsesión con el tema). Algo no identificado se lleva también a Liliana Bodoc, en medio del sueño al regresar de un viaje. Eso que se lleva deja espacios vacíos, desocupados, porque solo aquello que estuvo podía ocuparlos. Una tercera línea del relato, que involucra la experiencia personal del director, avanza recuperando recuerdos como un registro que se resiste a su borramiento (de la pelea de Nicolino Locche frente a Paul Fuji a los paseos con sus hijos) mientras establece eso otro que tampoco está. Un matrimonio que fue el derrumbe para los hijos. El cine en el que trabajaba como proyectorista y que cerró. En Lagunas, todos revelan algo que se fue perdiendo con el tiempo. El cine viene, en todo caso, a exorcizar esa pérdida, a recobrarla, quizás porque como se dice cerca del final de la película “la gente de este pueblo sana sus penas contando cuentos”.

Lagunas (Argentina, 2023). Guion, dirección y edición: Federico Cardone. Fotografía: Mariano Donoso. Elenco: Liliana Bodoc, Ruben Díaz, Roger Aguilera, Sandra Amaya, Mariano Rodríguez, Mariano Moyano, Carmen Gálvez. Duración: 80 minutos.

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