Fecha #1: Miércoles 3, 10, 17 y 24 de febrero de 2016, de 19:30 a 21:30 hs.
Fecha #2: Sábados 6, 13, 20 y 27 de febrero de 2016, de 17 a 19 hs.
Lugar: Avda. Congreso y Avda. Cabildo, Belgrano, CABA.
Curso completo: $600.- Clase: $200.-
Informes e inscripción:
marcosvieytes@hotmail.com / 15-3880-9891 / 4784-1292
Clase #1: Análisis de El enigma de otro mundo (Howard Hawks, 1951)
Clase #2: Análisis de La cosa (John Carpenter, 1982)
Clases #3 y #4: Análisis de The Hateful Eight (Quentin Tarantino, 2015)
En cada clase se proyectarán y analizarán fragmentos de la película elegida y otros que tengan asociación con ella. Verlas antes de la clase facilitará la interacción, pero el énfasis está puesto en la organización audiovisual antes que en el argumento. El objetivo es suministrar herramientas formales para mirar mejor la película en cuestión y las imágenes en general.
¿Cómo se hace para filmar lo sagrado, eso que no puede ser filmado porque ni siquiera puede ser visto, eso que no puede ser visto porque su visión puede ser incluso mortal? Es más, ¿cómo hace para filmar lo sagrado el cine industrial, espectáculo profano por excelencia? Y ¿puede ser que lo sagrado intente ser filmado por quienes no creen en ello? Hay toda una genealogía de cineastas estadounidenses que responden esos interrogantes. Sus empresas, que incluyen e incorporan si no buscan el fracaso, han sido tan monumentales como, en algunos casos, secretas, opacas, silenciadas. En su intento por filmar lo que acaso la industria jamás pueda se han acercado más que otros de sus contemporáneos a veracidades fabulosas a través del cine, expresión masiva y/o popular. El fracaso económico de algunos de ellos en buena medida ha decidido el panorama del cine mainstream global durante los últimos treinta años y eso también es responsabilidad de la cosa. Acercarse mucho a ella es sumamente peligroso.
De la primera a la última película de este curso permiten analizar dialécticas enfrentadas dentro de la industria estadounidense de cine que se han renovado en los últimos años: así como el discurso de Howard Hawks no era el mismo que el de John Ford, el de John Carpenter tampoco ha sido el de Steven Spielberg, alma mater sino vagina dentata de Hollywood desde fines de los 70, y ahora es Quentin Tarantino quien demuestra la vigencia de esas discusiones simbólicas en las que el poder, el capitalismo, lo sublime, los sexos, el dinero, catolicismo o protestantismo, italianos, irlandeses o puritanos son algo más que meras abstracciones anacrónicas para alzarse como personajes de un teatro que aspira a la eternidad de sus representaciones. La magnitud de las raíces de los términos en disputa asombra y estremece: los hilos que mueven a estos juguetes sin importancia aparente son los del Destino. Todos somos playmobiles de una tragedia y estos dramaturgos son brillantes porque saben que la risa también es una mueca.
Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: