Si hoy se hiciera una encuesta acerca de las diez bandas más influyentes de la historia del rock, sin dudas la Velvet Underground tendría su lugar asegurado en ese hipotético top ten. Durante su breve tiempo de existencia (1964-1973), la banda comandada por Lou Reed y John Cale fue determinante no solo por lo que significó en términos estéticos, sino por la influencia que tuvo en el universo de las incipientes derivas del rock and roll que surgieron a fines de los sesenta y principios de los setenta del siglo pasado, convertidas luego en referentes de la música popular: Iggy Pop, David Bowie, por dar solo dos ejemplos ineludibles. La búsqueda estética de la Velvet, y la mirada que el grupo tenía del mundo, se refleja de un modo muy lúcido en la última película de Todd Haynes. Paradójicamente, esa lucidez aparece en la oscuridad, en ese primer plano con la pantalla en negro y con ese efecto discordante de las guitarras que se oyen como un anuncio de lo que vamos a ver a continuación: una pantalla partida y un mundo cultural (la Nueva York de los sesenta) fragmentado, imposible de organizar, imposible de ordenar en una línea sucesiva de eventos.

The Velvet Underground no es la primera incursión de Haynes en el universo del rock. El director ya había revisitado, aunque de modo ficcional, el glam en Velvet Goldmine (1997), donde hacía foco en el universo creativo de David Bowie, y la vida y obra de Bob Dylan en I’m not There (2007), utilizando a varios actores y actrices para interpretar al músico, entre los que se destacaba particularmente la actuación de Cate Blanchett. Al igual que en aquellas dos películas, en esta nueva incursión musical (y documental) Haynes también decide correrse del relato tradicional (o esperable) acerca del ascenso y caída de una banda mitológica para componer, más allá del tributo o el homenaje reduccionista del fan, un fresco epocal de la Nueva York de los sesenta, en el que resulta preponderante la figura de Andy Warhol, elemento unificador de lo que finalmente terminó siendo el universo estético de la banda. El personaje de Warhol es de algún modo lo que le permite a Haynes construir un relato en donde la Velvet Underground es un eslabón más (pero no menor) de una época trascendente de la cultura occidental del siglo XX: el momento en el que la banda se constituye como tal, es el mismo en el que estalla el movimiento beatnik, el mismo en el que Kennedy es asesinado, es el de la consolidación de la Nouvelle Vague y del cine americano independiente, con Jonas Mekas a la cabeza (a quien la película, de algún modo, también le rinde su merecido tributo). De todo eso da cuenta Haynes en el inicio de su película, y es Mekas, de hecho, quien mejor define todo ese cocktail de vanguardia estética y revoluciones políticas del que se nutrió la banda para revolucionar la historia de la música popular americana: “no éramos una subcultura ni una contracultura. Éramos La cultura”. Lejos del repliegue sobre sí mismo o la evasión, la sentencia del cineasta apunta a la autosuficiencia de un mundo propio. Eso es lo que había por aquel entonces, eso es lo que vemos ahora, en este entonces.

Para narrar el origen de la banda, para mostrar esa sinergia producida entre el vanguardismo de John Cale y la poética de Lou Reed que dio pie al mito fundante (y también al posterior alejamiento del guitarrista), Haynes se sirve de las tensiones de la época y utiliza el material de archivo de un modo prodigioso, haciendo uso de la pantalla partida e insertando las películas de Warhol de un modo consistente y orgánico pero a la vez incómodo. El vínculo entre Lou Reed, John Cale, Nico y el proceso creativo que llevó a la Velvet a grabar su disco fundacional bajo la dirección técnica del propio Warhol, es la anécdota principal de la película, pero Haynes también se toma el tiempo para indagar en cada uno de los miembros de la banda, en aquello que los unió y también en aquello que finalmente los separó. La descripción de los primeros años de Lou Reed, su surgimiento como artista y su inestabilidad emocional, es uno de los puntos altos del relato. Además, el documental posa sus ojos en la mirada represiva de la sociedad americana de los 60 acerca de las sexualidades disidentes, tema que Haynes ya había trabajado en Lejos del paraíso y más recientemente en Carol (sus dos obras maestras).

La llegada de Nico a la banda es otro momento epifánico de la película. Haynes la describe como un ser repleto de poesía que deambulaba entre los músicos sin perder nunca su individualismo. Conmueve escuchar su voz entre frágil y poderosa en himnos atemporales como I’ll be Your Mirror o Chelsea Girls. Porque más allá de la objetividad con la Haynes se acerca a la banda, en ningún momento el director pierde la amorosidad con la que la retrata. En la mirada que la película propone, la partida de Cale marca el fin de la etapa de oro de la Velvet. La figura de Nico también será trascendente en este sentido. Una mujer hermosa -en cuya prehistoria cuenta un cameo de risa gutural en La dolce vita– que le aportó a la banda, además de cierta profesionalidad, una voz fuera de toda norma y una sensibilidad singular que seguiría profundizando luego en su etapa solista, en una serie de discos antológicos que todavía se encuentran a la espera del reconocimiento que merecen. Lo interesante de esta historia coral es que la película nunca toma partido por ninguno de los integrantes principales de la banda. En ese sentido, The Velvet Underground nunca subestima al espectador diciéndole qué es lo que tiene que pensar acerca de tal o cual punto de vista. La mirada de Haynes sobre la época es una mirada política, que se puede comprobar con particular nitidez en el momento en el que Maureen Tucker refiere las diferencias que la banda tenía con respecto al universo hippie. En palabras de la baterista, la Velvet se distanciaba de modo radical del ideario de paz y amor que pregonaban las mayorías de los conjuntos de la época, comprendiendo a su vez que los problemas materiales del mundo no se resolvían con panfletos espirituales. Ese posicionamiento de algún modo explica la marginalidad a la que el grupo estuvo condenado mientras existió. Las únicas imágenes que dan cuenta de los inicios de la banda son las que el propio Warhol tomó mientras estuvo cerca de ellos, y son esos registros los que Haynes recrea, es decir, interviene, de un modo conmovedor para ajustarse a la definición que el propio John Cale da acerca de lo que la Velvet era como banda: “elegantes y brutales”.

Al igual que el grupo que retrata, The Velvet Underground también es una película de vanguardia. Una declaración de amor a una época que no existe más y que con el transcurrir del tiempo cobra dimensiones mitológicas. Sin embargo, el documental nunca se deja ganar por la mirada conservadora que afirma que todo tiempo pasado fue mejor. Más bien reflexiona acerca de la dificultad de llevar a cabo una propuesta estética a contrapelo del sentido común de la época. Por otro lado, las miradas contrapuestas sobre la banda nunca ocupan un lugar de centralidad en el relato. Haynes se aleja de la chismografía rockera y elige profundizar en la puesta en escena. Las imágenes de archivo dialogan y completan los puntos de vista de los protagonistas. En una acertada decisión, las entrevistas realizadas para la película nunca salen del núcleo íntimo de la banda, evitando así los cameos de músicos famosos hablando de la importancia de la Velvet en sus vidas.

Por último, cabe decir que es imposible mirar The Velvet Underground sin sentir algo de melancolía por ese pasado que no volverá. En ese sentido, el final de la película donde Haynes nos recuerda que vivimos en un mundo sin Lou Reed, sin Nico y sin Andy Warhol, nos deja ciertamente estupefactos. Pero esa sensación de orfandad se evapora cuando recordamos que siempre tendremos la posibilidad de refugiarnos en algún disco de la Velvet, en esas distorsiones sonoras, tan oscuras como amables, que valen tanto como todas las ideas de puesta en escena que la película exhibe.

The Velvet Underground (Estados unidos, 2021). Guion y dirección: Todd Haynes. Fotografía: Edward Lachman. Música: The Velvet Underground. Reparto: intervenciones de The Velvet Underground, Lou Reed, John Cale, Maureen Tucker, Sterling Morrison, entre otros. Disponible en Apple TV Plus.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: