Plan para Buenos Aires (2022) abre con un extracto en blanco y negro del corto La ciudad frente al río (1948) de Enrico Gras, que diagnostica una Buenos Aires enferma, oprimida por el urbanismo de la época colonial, el mismo que la conduce a la inevitable catástrofe:  construcciones descontroladas en su pujante crecimiento que comienzan a tapar el sol y a darle la espalda al río. Este corto es el que da pie a la investigación que inicia el director argentino Gerardo Panero sobre la relación del famoso arquitecto suizo Le Corbusier, nacionalizado francés, con Buenos Aires, que como toda relación no deja de estar signada por encuentros y desencuentros, por amores y odiosos enojos. Este vínculo se inicia en 1929, cuando la elite argentina, interesada por las vanguardias culturales y liderada por Victoria Ocampo, decide invitar a Le Corbusier a dictar una serie de conferencias en Buenos Aires. A ojos del arquitecto, por ese entonces tildado en Europa como el “arquitecto de la aristocracia” o “de la burguesía”, la efervescente Buenos Aires aparece como un lugar óptimo en el cual desarrollar y aplicar sus ideas sobre el urbanismo moderno.

Su llegada al puerto de Buenos Aires en plena noche y la poética imagen, casi borgeana, que tiene de la ciudad como apresada entre la infinitud del río y de la pampa, ya lo sitúa en el terreno de lo artístico, más que en el estrictamente arquitectónico. Este signo de genio artístico es clave para entender tanto su apasionada obsesión por concretar su llamado “Plan para Buenos Aires”, como propuesta singular y visionaria de transformación de la ciudad, como así también la profunda incomprensión, los malentendidos y desavenencias que se produjeron en torno a él, al compás de los distintos movimientos histórico-políticos del país. El primer desencuentro se origina tras el golpe de Estado de 1930, que derroca a Hipólito Yrigoyen, cuando no encuentra apoyo tanto en sus amigos de la elite política como intelectual a la luz del retorno a la vieja tradición conservadora liberal; el segundo, cuando dos arquitectos argentinos formados en su estudio (Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy) regresan a Buenos Aires y malinterpretan el sentido de sus ideas urbanísticas en la revista La arquitectura de hoy (donde se altera su idea de transformación molecular, es decir, emergiendo desde el entorno mismo -a la luz de lo vivido en la guerra– por la de tabula rasa o demolición, que era de sus comienzos); y el tercero se produce durante el gobierno del General Perón, tiempo en el que por primera vez cuenta con recursos y apoyo político para implementar su anhelado Plan para Buenos Aires, pero se lo desplaza como creador y líder del proyecto por un nacionalismo mal entendido. Finalmente, los años y la desidia política van determinando que el proyecto urbanístico de Le Corbusier se diluya y caiga en el olvido, sin concretarse nunca. El único vestigio de sus ideas es la famosa Casa Curuchet en La Plata, marca indeleble de su paso conflictivo y adelantado por estas tierras.

Desde el punto de vista formal, el documental de Panero está organizado en una serie de capítulos en los cuales van comentando y aportando información diversos especialistas en la materia, mientras el montaje va proveyendo material fotográfico, sonoro y fílmico de dichos tiempos, que ilustran la relación de enamoramiento-odio de Le Corbusier con Buenos Aires. Al mismo tiempo, funcionan como una suerte de separadores y descansos para el espectador, respecto de los testimonios, las tomas aéreas de emblemáticos edificios o esquinas de Buenos Aires, el contraste entre la arquitectura barroca y moderna, el uso del time-lapse dando cuenta del vertiginoso frenesí de la ciudad, así como la comparación de la arquitectura actual con la que surge del material fílmico de otros tiempos, donde se constata muy poca modificación en su urbanidad. Buenos Aires es una ciudad que sigue dándole la espalda al río, que se vuelve hostil para sus propios habitantes.

En este contexto, resulta interesante contrastar las ideas de Le Corbusier en su Plan para Buenos Aires con el urbanismo actual de las últimas gestiones de gobierno de la ciudad, donde la famosa frase de “la ciudad que le da la espalda al río” se transforma en un vacío eslogan de marketing: el resultado es que se ponen en boga los llamados “polos” (tecnológico, gastronómico, etc.) como puro maquillaje utilitario (sin cuidado alguno por lo que ya está a su alrededor), se demuele a troche y moche y se venden espacios públicos de naturaleza, en connivencia con la especulación inmobiliaria de la tierra.

En el marco de una fascinante historia de traiciones y malentendidos, Panero invita al espectador a detener su marcha apresurada para contemplar la ciudad que habita con otros ojos, y a conocer la historia de esa singular visión urbanística que no fue y que, por lo tanto, lo constituye hoy como ciudadano alienado, sin sentido de pertenencia colectiva y desgajado del ambiente natural que lo rodea.

Calificación: 8/10

Plan para Buenos Aires (Argentina, 2022). Dirección: Gerardo Panero Guion: Gerardo Panero. Fotografía: Daniel Hermo. Montaje: Emiliano Fardaus (SAE). Sonido: Gino Gelsi (ASA). Música: Nicolás Aimo. Arte: Laura M. Faccinelli. Corrección de color: Javier Hick. Entrevistas: Cayetana Mercé Sonia Sasiain Jorge Francisco Liernur Pablo Pschepiurca Alejandro Lapunzina Eduardo Maestripieri Xavier Monteys Gonzalo Fuzs Norberto Feal Graciela Mariani Jaume Freixa Fernando Domínguez Enrique García Espil. Duración: 79 minutos.

Si te gustó esta nota podés invitarnos un cafecito por acá: