Hace cinco años que con Sergio Napoli tenemos un programa de radio dedicado exclusivamente al cine. Allá por 2009 comenzamos con “Derecho al cine” en radio Gama, con los estudios en Valentín Alsina, provincia de Buenos Aires, y mutamos en “La Autopista del Sur”, donde el programa se emite desde 2011 en el aire de la radio AM 750. Don Marcos Vieytes forma parte de esta familia cinéfila, aun cuando los cambios de horarios han imposibilitado una presencia más constante (su regreso al original de los sábados de 16 a 18 nos ilusiona).
No, este no es un espacio de PNT (publicidad no tradicional). Lo que sucede es que, ya sea por la ubicación geográfica de las emisoras o por el perfil de público que las sigue, su recepción y seguimiento por oyentes que habitan en el Sur del Gran Buenos Aires es un dato que resulta importante aquí señalar. Que el doblaje avanza semana a semana es un dato de la realidad que ya ha sido señalado. De El Amante a Haciendo cine, de Clarín a La Nación, existen un puñado de notas (algunas de ellas especialmente profundas y destacables como las de Roger Alan Koza http://ojosabiertos.otroscines.com/doblar-es-analfabertizar/ y Diego Brodersen http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2005/02/12/u-920418.htm) que han advertido sobre la existencia del problema. Pero siempre se nos contestaba que se trataba de un snobismo cinéfilo de personas (quizás como nosotros) a veces un poco disociadas de la realidad circundante por la excesiva permanencia en oscuras salas de cine. Y la realidad es distinta. O aún es distinta. Esta idea de que existe un público cultivado y minoritario que se opone al doblaje mientras “la gente” lo prefiere y lo elije es una falacia cuyos efectos, si no intentamos desarticularla ahora, pueden ser irreversibles.
Semana a semana, desde 2009, los llamados a la radio desde el Oeste y el Sur del Gran Buenos Aires (en una situación que se multiplica y se torna aún más ominosa en el interior del país) nos hacían llegar el desagrado frente a la imposibilidad de ver las películas en su versión original subtitulada en esas zonas. No podemos hablar de elección cuando la opción es tal. Desde mediados de la década del 90, la “mano invisible del mercado” viene educando a las nuevas generaciones en la visión del cine doblado. Veamos ejemplos recientes: Guardianes de la Galaxia se estrenó sólo doblada en Moreno, Quilmes y Temperley y Tortugas Ninja en Florencio Varela, Avellaneda, San Justo, Malvinas Argentinas, Moreno y Morón. Se trata de ejemplos, ya que la situación en las provincias es peor y, en los casos en que se estrenaron copias subtituladas la proporción es mínima y sólo se programaron pasadas nocturnas y/o de trasnoche. Recuerdo haber visto alguna de las películas anteriores de las tortugas ninja en Mar del Plata, en vacaciones de invierno, Cine Diagonal, para más datos (esto es, “cine de barrio” de una ciudad bonaerense); por supuesto que las proyecciones eran subtituladas y no sorprendía el prodigio de que adolescentes de 14 o 15 años y ¡hasta niños de 10 u 11 años! supieran leer y pudieran seguir la trama.
En 2011 una nota publicada en la revista Ñ se refería al avance del doblaje (http://www.revistaenie.clarin.com/escenarios/cine/adolescentes-filmes-doblaje_0_606539368.html) y, recordando la victoria obtenida frente a intentos similares en nuestro país en la década del 30 (ver “Borges va al cine”, muy recomendable libro de Gonzalo Aguilar y Emiliano Jelicié, editado por Libraria en 2010), culminaba de esta manera: “El doblaje avanza, deberíamos estar preparados para comenzar una nueva resistencia”. Es por eso que no deja de sorprender que ahora, cuando se intenta hacer algo, siempre mejorable y abierto a la crítica, por supuesto, lejos de construir o aportar en el sentido de la posición que se defiende, la respuesta es: ya es tarde, ¿por qué no lo hicieron antes?
La pregunta que se impone como respuesta a esa es: ¿qué pasó con aquel llamado a la resistencia? ¿Quienes tenían medios a su alcance hicieron algo más que advertir desde el púlpito? No entendemos la actitud de quienes dicen compartir la preocupación y el disgusto con la situación planteada pero critican con más ahínco a los que deciden hacer algo que a los que se conforman a la situación. ¿Será que es más cómodo quedarse en la queja que intentar modificar en algo una realidad que no nos agrada? ¿Será que la pereza no sólo tiene que ver con leer los subtítulos en una pantalla? En fin, seguro tendrán que ver con esto apetitos individuales, posibilidad de plantear mejor las cosas y hasta por ahí algún tipo de mezquindad o exceso individualista. Sería bueno centrarse en lo que sí podemos hacer colectivamente y, al menos, intentarlo.
En fin, que descuento que para quienes son habituales lectores de Hacerse la crítica no es necesario abundar en las razones estéticas, culturales y políticas que se ponen en juego frente al avance del doblaje. La costumbre de doblar los estrenos no destinados exclusivamente al público infantil hiere, contamina, enferma y a veces destruye obras de arte concebidas de una manera determinada sin ninguna otra razón que la de ver a América Latina toda como un único mercado. Es parte de una política que tiene que ver con la obtención de mayores dividendos, a costa de restringir nuestra posibilidad de elección, intentando transformarnos en pasivos consumidores de productos cada vez más lineales y menos ricos o profundos. Se nos dice que esto sólo sucede con los tanques de Hollywood, que Cae la noche en Bucarest o películas similares seguirán siendo estrenadas en su versión original. El problema es que este tipo de películas casi no llegan al Sur y Oeste del conurbano bonaerense y al interior del país. Y el proceso es cada vez más marcado: allí se pueden ver tanques estadounidenses doblados al español en México en las multipantallas y cine nacional en los Espacios INCAA o similares. Casi nada más.
En la hermosa y emocionante Escuela de sordos, de Ada Frontini, la luminosa protagonista hace hincapié en la necesidad de enseñar la Lengua de Señas Argentina (LSA) desde una edad muy temprana por cuanto lo contrario implica un retraso irreversible en la formación intelectual de los niños. Digo esto porque no creo que el analfabetismo sea un derecho que debamos defender en pos de respetar la supuesta pereza de las nuevas generaciones. El asunto excede por mucho el de los gustos estéticos personales. El abandono del subtitulado tiene que ver con el retroceso de la lectura, con la imposibilidad cada vez mayor de comprender un texto y con la renuncia a determinadas herramientas audiovisuales que tenían que ver con nuestra cultura (es cierto que disfrutar de una película con subtítulos requiere una educación y un ejercicio determinados).
Concentración de estrenos, afectación de la diversidad y avance del doblaje son distintas caras de un fenómeno que no es natural. Es una política comercial determinada. Y esto muchos de nosotros lo sabíamos o lo intuíamos. Lo que no siempre tenemos claro es que el propio sistema en el que vivimos prevé herramientas que podemos usar para hacer algo. En primer lugar, y como mínimo, tenemos el derecho a ser oídos, a opinar, a quejarnos como consumidores. Ni siquiera necesitamos ser mayoría (si efectivamente llegamos tarde y ya son más los que se acostumbraron a esto que combatimos): la esencia de la democracia radica tanto en el respeto de las mayorías como en el respeto de los derechos de las minorías. Hacernos oír es lo que proponemos y para eso hemos abierto una página en facebook (https://www.facebook.com/noaldoblaje), una cuenta de twitter (@Noaldoblajecine) y hemos comenzado a juntar firmas en https://www.change.org/p/a-todos-los-interesados-en-mantener-la-integridad-de-las-pel%C3%ADculas-detengamos-el-avance-del-doblaje-en-el-cine.
El funcionamiento virtuoso del sistema debería llevarnos a que quienes se encargan del negocio del cine oigan a sus clientes y respeten un poco sus deseos, más allá de sus políticas continentales (es claro que esa decisión necesitó durante algún tiempo “trabajar a pérdida”: al inicio del proceso de adoctrinamiento era mayoritario el público que directamente no iba al cine si la película era doblada, ejemplo de ello fue el estreno de tal manera de Armageddon, La maldición del Perla Negra o Avión presidencial). Pero si ello no es suficiente, entendemos que el INCAA tiene en sus manos la posibilidad de regular el asunto (art 2° de la Ley de Cine). Y es más: la Constitución Nacional, en su artículo 39, nos brinda otra posibilidad que tiene que ver con la iniciativa legislativa que tenemos los ciudadanos (cumpliendo los requisitos previstos en la ley 24.747). No es que el camino sea fácil, pero creemos que lo peor es ni siquiera intentarlo. Algunas voces que elevan el tono y llaman al desánimo nos confirman que tan equivocados no debemos estar.
Amigos, a sumarse, a difundir, a hacernos oír, que no es cierto que reclamar en defensa de nuestros derechos sea inútil o impropio. En el peor de los casos, nos quedaremos con la paz de conciencia de haber actuado conforme a nuestras convicciones y no movidos por fines egoístas y acomodaticios. Estamos convencidos de que debemos, al menos, intentarlo.
Aquí puede leerse un texto de Ignacio Izaguirre sobre el tema del doblaje.
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