El federalismo combate simbólicamente el centralismo. Las identidades regionales luchan por instalarse culturalmente y el cine es una de las más eficaces y extendidas formas para dicha tarea. Tanto a partir de la gestación, promoción y sostenimiento de festivales, desde tareas de preservación, restauración y conservación de materiales fílmicos, y por supuesto desde sus producciones. Tal es así que en el acto inaugural del cuarto Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER) y al referirse a la película de apertura, Argentina, 1985, el gobernador Gustavo Bordet destacó como virtud el poner en el centro de la escena temas de aquella primavera democrática que vivió en sus tiempos de militancia juvenil. Se refirió a la entonces esperanza del juicio y castigo a los autores del peor genocidio en nuestro país. Pero también dijo: “Después, hubo muchos más avatares que por ahí en la película no se cuentan, pero así como es importante que en 1985 se juzgó y condenó a los militares también lo es que a partir de 2003 con Néstor Kirchner se encarceló definitivamente a los genocidas”. Lectura del material, dando cuenta de una omisión, que dista de la habitual presentación general de un festival. Sobre todo al afirmar que “esta película no ha terminado: hay muchos prófugos”. Un gesto crítico que proyecta el perfil del evento de cuatro días en la ciudad de Paraná, en un contexto nacional de expansión de una cultura neoliberal que está poniendo en serio peligro aquel pacto democrático que se acordara precisamente en los tiempos en que transcurre la película de Santiago Mitre. Guste o no, viene a recordar desde el Poder Judicial un “Nunca más” que la Corte Suprema del presente intenta borrar con todos sus codos.

En tal sentido, pensando en términos de derechos, una de las películas entrerrianas que compiten por el voto del público es Danza combate (2021), de Camila Rey, que toma una decisión similar a Argentina, 1985: su apoyatura en la palabra, no en la forma; en lo que se afirma en modo contundente y no en el trabajo sobre la imagen. Siendo bien distintos un trabajo del otro, ambos confluyen en la necesidad de un decir, aquí y ahora. Un documental que instala la cámara «Danza Combate», un grupo feminista de Paraná que manifiesta sus reclamos a partir de la danza. No la danza clásica, sino un muy interesante estilo que se apoya en la energía que transmite a partir de sus movimientos, aquellos que para el ojo de una mirada formalista sería una suerte de sacrilegio. Las cuatro jóvenes protagonistas del grupo son militantes, activistas por los derechos de las mujeres, con el feminismo no solo como bandera sino en el marco de espectáculos performáticos.

Camila Rey se centra en la subjetividad de cada una de las integrantes del cuarteto, y en sus reuniones grupales, siendo la más recurrente aquella en la que se reúnen en torno a una computadora en donde analizan, entre ironías y afirmaciones políticas, los mensajes de odio que reciben en la web a partir de una foto pública de las cuatro en Facebook que se viralizó, en la que aparecen manifestándose con el torso desnudo y los puños arriba. Acto de combate precisamente combatido por la mirada reaccionaria de la gran mayoría de los comentarios del posteo. Florencia Barrera, Marcela Acosta, Gina Bianchi y María Kendziur se encargan de deconstruir tales discursos, en montaje con momentos donde la danza, el circo y las letras bien directas alusivas a legalización del aborto, al Ni una menos, a la violencia patriarcal, aportan la dialéctica que busca la directora.

Las acusaciones de violencia merecen entonces la respuesta sobre de qué lado está la violencia real, los cuestionamientos al cuerpo de ellas merecen una serie de reflexiones sobre el rol de los cuerpos, sobre los cuerpos hegemónicos («¿Cuáles son las tetas habilitadas para mostrarse?», afirman), sobre la supuesta provocación de aparecer con el torso desnudo y bailando con el meneo (“meneamos porque citamos”, dicen en alusión al movimiento paródico), o sobre la separación Iglesia-Estado. Los reclamos como manifestación que interviene en el espacio público suele devenir en fiestas populares donde aparecen rimas tales como «Si te gusta la tijereta, hacemos teta con teta», o con la entonación de «El humahuaqueño»: «Si no hay aborto legal/que quilombo que se va a armar/les cortamos la ruta y les quemamos la catedral». En breves planos se visibilizan algunos de los marcos teóricos en los que se apoyan, como un texto de la antropóloga feminista Marcela Lagarde y la sensacional compilación Ensayos sobre biopolítica, con textos de Gilles Deleuze, Michel Foucault, entre otros.

Desde tales propuestas, la identidad del festival se apoya en gran medida en las utopías como norte necesario para acciones concretas, siempre en el terreno de lo urgente.

Danza combate (Argentina, 2021). Dirección: Camila Rey. Duración: 73 minutos. Cine Entrerriano.

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