La contradicción estética no siempre es un problema, a veces le puede dar cierta dimensión extra a una película. No es este el caso, claro. Este ensayo documental intenta abordar las representaciones del Monument Valley en el cine, la publicidad y la cultura en general. Es, primero, su intento desesperado de contener la mayor cantidad de imágenes posibles de ese paisaje rocoso del Estado de Utah que definió parte de la identidad visual del western, especialmente los más celebrados de John Ford. Ahí está el primer problema, a la película parece interesarle más la celebridad que el cine. Si bien hay una fricción muy interesante de imágenes de publicidades mezcladas con el cine de Ford, Delmer Daves, Sergio Leone y cineastas que hicieron westerns y otros géneros en esa locación, lo que termina pasando es que se impone un tono medio, un terreno intermedio donde la postal eclipsa el paisaje. No es que el cine de Ford & Cía. pierda identidad al confundirse con las imágenes publicitarias (tanto las filmadas especialmente para el documental como las recicladas), sino que todo el documental se vuelve anodino en el camino de intentar capturar la multiplicidad de encuentros entre las cámaras y esos extraños bloques de piedra que se elevan desde el valle. Hay una panorámica soleada y crepuscular en la que se redunda hasta volverla imán de heladera o fondo de pantalla de Windows. No es que gana la estética publicitaria, es que pierde todo. Incluso la crítica insertada, que intenta generar una devolución simbólica de la tierra al pueblo navajo, se desdibuja frente a tanto regodeo en la estilización de la nostalgia evocativa del patrón de los westerns.

Por supuesto, porque demagogia melosa sobra, está citada la frase fordiana de “imprimir la leyenda”, ahora subiendo la apuesta y tratando de que la leyenda se transforme en “mito”. Imponiendo una tesis para hacer babear al cinéfilo fordiano de Pavlov, se pierde la cuenta de la cantidad de veces que repiten la palabra “mito” esas voces sin rostro que casi nunca callan a lo largo de todo el documental, incluyendo las de un par de mitólogos, cuya redundancia aplasta cualquier evocación visual. Es el tipo de película filmada por el tipo de cinéfilo que le interesa más citar encuadres bonitos de fascículos de Historia del Cine de las películas de Ford que sus escenas de baile. Si no podemos bailar con Ford, no me interesa tu devoción.

Exceptuando ciertos momentos de montaje, y unos pocos análisis, la película es una sucesión de vergüenza ajena que llega al clímax con las sobreimpresiones del Capitolio en los buttes del Valle de los Monumentos, y su consiguiente clip de fotos de los ataques de fans de Trump. Además, el documental no tiene ni un poco de sentido del humor. Al menos hay algunos fragmentos del documental de Bogdanovich donde John Ford se burla de la solemnidad con que se miran sus películas, y alguien avispado se puede dar cuenta al verlo de que todo esto es un souvenir para ese tipo de gente que cree que la cinefilia es un “Grandes éxitos” de la Historia del Cine.

The Taking (Estados Unidos, 2021). Dirección: Alexandre O. Philippe. Duración: 76′. Sección Autores y Autoras.

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