Hace algunos días una nota en el blog de la editorial Eterna Cadencia generó una polémica de red social sobre la obra de Juan José Saer. Allí la escritora Marina Closs mencionaba su aburrimiento y estupefacción frente a la obra del autor de La mayor. El enjundioso ensayo se viralizó rápidamente. Alguien había osado atacar o deslegitimar a uno de los próceres de la literatura argentina bajo la interpretación de que escribía para el canon, que es lo mismo que decir que escribía para la posteridad. Incluso se lo acusaba de utilizar mal las comas y de que era una mala copia de Borges, algo así como un Borges sin gracia que escribía novelas solemnes y mal escritas. Sí, todo eso junto.
Justo unos días despuésde esa publicación que levantó una polvareda considerable, el ciclo Filmoteca ON LINE público un corto de Federico Padilla sobre un cuento de Saer llamado Un acto. El corto trata sobre una mujer y su pequeño hijo. El corto no dura más de 10 minutos y la acción,aún siendo muy escueta, es contundente y agobiante. Con notable economía de recursos, Padilla narra un drama conciso que describe la angustia femenina sin subrayados muchos años antes que estos temas estuvieran en la agenda pública. La maternidad y la soledad en las grandes urbes aparecen registradas desde el marco de cierta angustia existencial, inspiradas en Antonioni pero sin llegar a imitar el tono del director italiano sino construyendo uno propio a partir del carozo del relato.
El corto está basado en un cuento de Saer llamado originalmente «Tormenta de verano» y luego publicado como «El balcón», en el que una mujer de treinta y pico manifiesta sentimientos ambivalentes ante su pequeño hijo, al que cría sola. Ese cuento, en el que prima la descripción verbal, es reinventado por Padilla a partir de la angustia terrorífica de la protagonista, sin caer en redundancias psicologicistas ni atajos sociológicos. Filmado en una sola habitación, despliega un virtuosismo infrecuente en el uso de la cámara logrando un poder de inmersión notorio. El trabajo sobre el hermetismo de la protagonista nos permite pensarlo en relación a Repulsión de Polanski. Padilla explora el tema de la inocencia con una pericia que un espectador atento podría asociar a lo que Luchino Visconti haría quince años después en El inocente.
El corto funciona entonces en dos direcciones: por un lado, nos habla del nuevo cine argentino de los 60 y de las posibilidades estéticas, visuales y narrativas en las que estaba buceando, que dialogaban con el cine de autor que surgía en Europa a finales de la década del 50; y por otro, nos muestra una pequeña ventana para sumergirnos en la obra de un autor como Saer, que lejos de intentar ser parte de algún canon a lo largo de su obra se mantuvo siempre al margen de juicios externos a lo que su propia narrativa proponía. La experimentación con el lenguaje que desarrolló puede hoy producir estupor, indiferencia y letargo, como le sucedió a Closs, o puede producir notables aproximaciones a ese mundo imaginario tal como filmó Padilla en Un acto. (En esos años circuló otro corto con argumento de Saer y dirección de Raúl Beceyro llamado Gaitán a casa).
En el universo Saer, el lenguaje es el lugar sin lugar en donde se ancla el ser humano, y habitar ese lenguaje produce algo parecido a una sensación abismal que puede generar letargo y aburrimiento pero que también se puede exteriorizar en notables aproximaciones a ese universo en donde los sujetos transcurren su propia existencia sin estridencias. Saer produce desde la extrañeza de su obra una mirada que capta la ambigüedad de la condición humana, y en Un acto Padilla captura esa tensión con su cámara y la transforma en pura pulsión cinematográfica. En Un acto, finalmente, priman el amor y la ternura, y esa desesperanza inicial termina mutando en calidez y luminosidad.
Uno podría pensar que no hay ningún problema en que a alguien no le guste Saer, eso no es significativo y ni siquiera a Saer le resultaría importante un juicio valorativo desdeñoso. Los torrentes de vida que narra a lo largo de su obra, y que se constituyen en la materia prima de su arte, no estarían pendiente de tales banalidades.
Acá puede verse el corto Un acto en el marco del cico Filmoteca ON LINE de Fernando Martín Peña.
Un acto (Argentina, 1962). Director: Federico Padilla. Guion: Federico Padilla sobre un cuento de Juan José Saer). Música: Leda Valladares. Elenco: Zulema Katz y Alejandro Stilberverg. Duración: 10 minutos.
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