
Un grupo de veteranos de guerra se junta en el bar VFW (Veterans of Foreing Wars) para celebrar el cumpleaños del dueño del local, Fred, también veterano. Amigos que fueron soldados en las guerra de Corea y de Vietman aprovechan para celebrar, además, la llegada de un ex combatiente del Golfo, un joven de la nueva generación de veteranos. El conflicto surge cuando una chica se mete al bar tratando de escapar de dos tipos que quieren recuperar lo que ellas les robó: una droga llamada Hype, que es la más buscada del país por la crisis actual de opioides. Uno de los atacantes intercepta a uno de los veteranos y le clava un hachazo en el pecho; a partir de allí las muertes y desmembramientos no paran de sucederse. Se genera una guerra entre un grupo de punks faloperos liderados por un tal Boz, que quiere recuperar los kilos de Hype robados, y un grupo de veteranos viejos que quieren proteger a la chica.
Hay una decisión recurrente, al menos en los últimos diez años, de usar música al mejor estilo John Carpenter durante los ochenta para remontarse a esa década que tantas películas de terror, fantasía y ciencia ficción han sabido dar. VFW, dirigida por Joe Begos -quien en el 2019 también estrenó otro exponente del gore como Bliss – utiliza este recurso sonoro a partir de los sintetizadores retro y una puesta en escena de colores chillones y neón (fundamentalmente rojo y azul) sobre la oscuridad de la noche, usando un lente que permite dar el aspecto de otra época y al mismo tiempo resaltar esos colores. Se pueden mencionar paralelismos con Bliss, pero también con Mandy (2018) de Panos Cosmatos y Casper Kelly, Verano del 84 (2018), El color que cayó del cielo (2019) de Richard Stanley, y un puñado de largometrajes que tienen en común esa estética nostálgica, a veces repetida hasta el hartazgo y ciertamente cuestionada, pero que se ha convertido en un subgénero en sí mismo, que venera la década del ochenta y que ha dado grandes películas como ésta.

Más allá de recurrir a esas referencias, Begos propone un homenaje directo a George Romero, más precisamente a La noche de los muertos vivientes (1968), cuando los veteranos se tienen que atrincherar en un bar, tapeando las ventanas para que no entren estos drogadictos que parecen mutar en monstruos. Los zombies en busca de carne humana de Romero son los punks en busca de sustancia de Begos.
Así también, los actores que representan a los ex combatientes tuvieron su época de esplendor en los setenta y en ochenta. Por ejemplo, Fred Williamson trabajó en películas de la blacksplotation y Martin Kove es un ícono del cine popular de los ochenta por interpretar a Ericson en Rambo II (1985) y al malvado Kreese en las tres primeras películas de Karate Kid (1984). Lo cual puede reforzar la idea de pensar a VFW como una película que mira al pasado con cierta nostalgia. Sin embargo, la capacidad narrativa está por encima y no se trata de otra película que toma los elementos que se utilizaron antaño y los recicla. Y si es que lo hace, nunca pierde por eso originalidad, un gran ojo para la puesta en escena y un buen desarrollo de una historia, que puede ser simple pero que requieren de buen atino para representar, entre otras cosas, tantas mutilaciones y tanta sangre en pocos ambientes.
VFW (Estados Unidos, 2019). Dirección: Joe Begos. Guion: Max Brallier, Matthew McArdle. Fotografía: Mike Testin. Montaje: Josh Ethier. Elenco: Stephen Lang, William Sadler, Fred Williamson, Martin Kove, David Patrick Kelly. Duración: 92 minutos.
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