Me desborda escribir sobre Asia. Estoy sentada frente a la pantalla hace horas pensando por dónde empezaría a describirla, cómo la recorrería de un extremo al otro extremo de sus tan extremas manifestaciones para dar cuenta de lo que genera. No puedo decir nada sobre ella si no lo hago desde la pura visceralidad o calentura que me inspira incluso cuando no se lo propone, con la sola presencia del sublime sincretismo que encarna entre lo femenino y lo masculino y que sumado al inefable atractivo de la tanada es de una vitalidad a prueba de impotencias (si hay dudas vean la presentación que Abel Ferrara le dedica en New Rose Hotel). Asia va y viene de una sensibilidad a la otra siendo la más diva y la más rea, la más indómita y la más sumisa, la más tierna y la más mortífera con felina destreza o canina brutalidad. Su belleza, su mirada y, por ende, su (presencia en el) cine encuadran y describen esa amalgama entre elegancia y vulgaridad que su padre -primer hombre fascinado con la criatura- intentó abordar con menor sutileza en sus películas. Asia es la clase de mujer que uno esperaría que surja de la unión entre la cabeza de un tipo como Dario Argento y la de la estrella del giallo, co-autora de Suspiria y bruja por tradición, Daria Nicolodi.
Si morbo es lo que define a la unión y al trabajo de estos dos personajes, esa es también una de las palabras que suelen redundar cuando se habla de Asia y sobre todo cuando se trata del rol de musa que ha cumplido para su padre en cinco de sus películas (ella misma dijo que a veces pensaba que él la había concebido para tener una protagonista). Besada en su monumental boca con una hoja de afeitar, atada de pies y manos sobre un colchón sucio para ser violada repetidas veces por un asesino serial (El síndrome Stendhal), abusada por hombres mayores (Trauma), materializando fantasías lésbicas (Drácula 3D) y otras, son las formas en que Dario ha explotado el cuerpo de Asia en pantalla -al mismo tiempo que fuera de ella intentaba convencerla de su fealdad-, por lo que muchos han albergado la fantasía de una relación depravada e incestuosa que en realidad está más cerca de un complejo de Edipo o de Electra asumido y naturalizado que, por lo tanto, puede discriminar ficción de realidad: «…nunca me molestaron las cosas que (Dario Argento) me hizo en sus películas. Nunca pensé que él me las estuviera haciendo, porque él diría ‘es sólo una película’ y yo pienso igual«.
Como actriz cuenta con una temprana, fructífera y heterogénea trayectoria que le permitió internacionalizar su figura participando en películas independientes y de gran producción en manos de directores tan disímiles como Lamberto Bava (Demons 2), Nanni Moretti (Palombella rossa), Sofia Coppola (María Antonieta), Catherine Breillant (Une vieille maitresse) y Abel Ferrara (New Rose Hotel y Go Go Tales), a quien además de una relación profesional la une una profunda amistad y un espíritu romántico, iconoclasta y apocalíptico. Este encuentro inspiró a Asia realizar un documental (Abel/Asia) que no logré conseguir y que seguramente sea una gran ausencia para este texto, porque sólo basta ver cualquiera de las dos películas en las que trabajaron juntos para sentir el nivel de entrega y apertura que hay entre ambos. Nadie supo capturar como él las intrínsecas contradicciones que Asia representa ni hay actriz más indicada para sintetizar el universo femenino ferrariano.
Como todo cuerpo abierto y dispuesto, el de Asia se expandió mediante distintas manifestaciones artísticas que dan cuenta de un posmodernismo desencantado (además de actriz y directora fue modelo, escritora de artículos para revistas, tiene una novela publicada, y lanzó su primer disco como cantante, Total Entropy, hace dos años). Paralelamente a su inmediata condición de actriz de culto, Asia comenzaba a dar sus primeros pasos como realizadora sin demasiado reconocimiento en su país natal, ninguneo contra el que se manifestó en más de una oportunidad. En 1994 y con menos de veinte años debuta como directora con su corto Prospettive que forma parte de DeGenerazione, experimento colectivo que reúne a casi una docena de jóvenes directores italianos. Tuve la oportunidad de verla hace ya varios años y la recuerdo como una película despareja pero viva, joven e insolente, con una jovencísima Asia que aparece en uno de los cortos (no el suyo) saliendo de una combi destruida, con una actitud punk histriónica gritando «¡Aguante Dario Argento!». En lo que va de su carrera, Asia lleva realizados ocho cortometrajes de los cuales puede accederse fácilmente a al menos cuatro de ellos (La tua lingua sul mio cuore, Delfinasia, S/He y Firmeza se encuentran subidos a Youtube), además de haber dirigido el video clip para el tema (s)AINT, de Marylin Manson. Como en sus largometrajes predominan los excesos, la iconoclastía, la carne y el sexo o el sexo de la carne, el dolor y sus marcas sobre los cuerpos y en las palabras, la animalidad hecha espíritu, el sadomasoquismo, la mutilación explícita de toda belleza icónica -rasgos ineludibles en cualquier posible lectura que se haga sobre las imágenes que esta mujer crea e inspira- incluso partiendo de premisas a priori triviales como una colección de ropa (Firmeza) o de joyas (Delfinasia).
Asia también se explota frente a la cámara que ella misma dirige. Su cuerpo terminó por ser la bestia sacrificial perfecta para los ensayos sobre la fragilidad humana que luego elaboraría como directora, y que cuando se ausenta se materializa en una puesta desbordante pero en extremo pensada que nos desmorona. Hay un doloroso goce estético en sus películas que supera visual y narrativamente a las de su padre y en esto seguramente juegue un importante papel el carácter personal y por momentos autobiográfico que Asia imprime en ellas. Sus tres largometrajes hasta el momento (Scarlet Diva, El corazón es engañoso por sobre todas las cosas e Incomprendida) combinan el imaginario que sobre su persona se ha ceñido, retazos a veces mínimos otras veces extravagantes de su vida (desde la exposición misma de su cuerpo desnudo y tatuado hasta elecciones musicales que guardan relación directa con su mundo privado, fotos de amantes reales, su nombre de nacimiento -Aria- y el de su hermana fallecida -Anna-, recuerdos concretos de su infancia, etc.) al mismo tiempo que parecieran extender las temáticas sobre las que su padre trabajó, aunque naturalmente emergidas desde una cruda feminidad emancipada de las limitaciones del género (sexual y cinematográfico). En sus películas también hay brujas y niños pero sin un universo fantástico que los contenga, lo que las vuelve terribles porque de esta manera también unifica ambas subjetividades partiendo desde la empatía misercordiosa de la mirada infantil. El dolor surge de ese universo desmoralizado en el que sus personajes (chicos y adultos) se encuentran instalados y perdidos (des)esperando algo de amor.
Aquí pueden leer un texto de Paula Vazquez Prieto sobre Incomprendida y uno de Marcos Vieytes sobre Asia Argento.
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¡Qué lindo leer tanto sobre Asia! No suelo encontrar mucha gente que se sienta tan fascinada como yo por ella y todo lo que hace, y los últimos textos del blog sobre ella y su película los he disfrutado mucho.
Saludos.
Hola Jessica! Muchas gracias por la lectura y el comentario. Asia es un sentimiento.
Saludos!
Nuria Silva
Mia figlia e’un genio.
Daria
Indubbiamente, Daria. Siete due donne incredibili, grandi ispirazioni.
Grazie!!
Nuria
Gracias Nuria por tu articulo tan Asia, tan intenso!
Abrazo!
Gracias por el comentario, Ceci!
Abrazos