poster_a441. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es

edificar como si fuera piedra la arena.

 Jorge Luis Borges. Fragmentos de un evangelio apócrifo.

y perdona nuestras ofensas

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación

y líbranos del mal.

Amén

Entre las cosas difíciles de entender que pasan en este mundo, con ayuda o no del otro, está el estreno en las salas comerciales argentinas de Tierra de María. ¿De qué cuota de pantalla saliste, María? La historia va de un tipo interpretado por Juan Manuel Cotelo, el director de la película, al que se le encarga averiguar qué onda con los millones de personas que siguen a una organización misteriosa, que resulta ser la Iglesia Católica. Juan Manuel hará, según su propia definición, de abogado del diablo ante diversos y devotos entrevistados.

marysland_actrizLa señora que le encarga esta misión le presenta el tema mediante una biblia-notebook que reproduce un increíble audiovisual del libro sagrado. Hay un señor de túnica blanca, sin barba, al que no nos permiten verle la cara. Ese es Dios Padre. Están Adán y Eva, Luzbel que deviene Satán, otros ángeles, todos. Quedan afuera de este compendio las lapidaciones, la destrucción de ciudades, las amputaciones y asesinatos. Todo sea por una calificación ATP.

El formato es el de documental ligeramente ficcionado, debido a esa excusa investigativa. El resultado es más propio de algo que puede encontrarse en algún iluminado canal de cable un sábado a las tres de la mañana que en un estreno en las salas del Abasto al lado de Transformes 4 y El planeta de los simios. Es todo tan ridículo que uno puede entregarse y dejarse llevar como un cordero. El público se dividía entre chicas con grandes cruces alla Carrió y señores con fotos de Jesús en sus celulares.

Si Dios se manifiesta de maneras misteriosas, la industria del turismo no le va en saga. La última media hora de las larguísimas dos de la película está dedicada a la aparición de la virgen en un pueblo de Bosnia Herzegovina llamado Medjugorge y a las peregrinaciones que allí se hacen. Antes de los títulos finales una leyenda nos dice que esas apariciones aún no están confirmadas por la Iglesia. Después de los títulos nos enteramos de que una de las productoras de la película es una empresa española llamada Medjugorge AIE.

marysland_usaHace un año estuve en San Juan para el Festival de cine UNASUR. Me escapé un rato hasta el santuario de la Difunta Correa. Es un inmenso shopping popular a cielo abierto con decenas o cientos de puestos de venta de lo que fuere. Jesús echó a los mercaderes del templo, pero no les dijo que no podían quedarse por la zona: ahí están vendiendo y viviendo de ese milagro. Bienvenido sea.

Hasta acá el cinismo.

El santuario de la Difunta Correa es un lugar increíble, un lugar por donde sin dudas anda lo sagrado. Miles y miles de chapas de autos, de maquetas de casas, de carteles y dibujos, todo el agradecimiento para la difunta que atendió ruegos. Y otras miles de botellas de agua para saciar su sed, aunque el que escribió los primeros párrafos de este texto diga que ya es demasiado tarde.

Esa entrega llena de pasión humana a algo mayor que uno mismo no merece la burla, sino el respeto y la admiración. ¿Qué puedo explicarle yo a ese que encontró a Dios? Esta pregunta vale también para los entrevistados de Tierra de María. Gente extraña para alguien crecido ateo y algo positivista. Gente que se sentía perdida, plena de angustia, y encontraron una Verdad y una paz a las que no hay razón que se le oponga.

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No hay nada de lo que ellos dicen o de la forma en que lo dicen que hable mi lenguaje. Pero ¿por qué no? ¿Quién puede interpelar lo sagrado? Si alguien encontró su manera de edificar sobre nuestra arena diaria como si fuera piedra, ¿en qué puede estar equivocado? Esa es la Verdad y la Vida. Dios vive y crece en el cuerpo, en la carne, de cada uno de nosotros, bienaventurado el que lo encuentra. Y si encima esa gente me desea que “Dios me acompañe”, ¿no es hermoso ese saludo, ese deseo de felicidad para el otro? Por más que yo sienta absurdo que los milagros sean tan limitados. Que caminen paralíticos, pero nunca crezca una pierna amputada; que una imagen milagrosa se limite a llorar sangre o expulsar agua por una rodilla en lugar de salir volando y convertirse en una enorme bandada de elefantes alados que canten con voz celestial Mi noche triste mientras Messi empata una y otra vez la final del mundial.

¿Pero qué sé yo de eso? Vaya con Dios, amigo, haga lo suyo y gracias por sus buenos deseos. Y déjeme vivir mi experiencia sagrada y la de cada uno que la encuentre. Hay quien encuentra a Dios en el sexo, en las drogas, en el asado con papas fritas, en el cine. Es el encuentro con un modo íntimo de estar en el mundo. ¿Por qué intentar transferirlo? ¿No es soberbia pretender que se sabe qué quiere Dios para todos? ¿No es usurpar Su lugar? ¿Por qué hay gente de fe que cree que puede hacerlo? Algunos dicen que los mueve el deseo de compartir esa plenitud. Otra vez, gracias. ¿Se complace ese deseo si encuentro a Dios a través de una experiencia diferente? ¿Cómo pueden saber cuándo Lo ofendo? ¿No se rascan a veces donde me pica a mí?

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A veces me gusta pensar en que existe Dios. Pienso entonces en el momento en el que los que torturaron y mataron en su nombre llegan ante Él, convencidos de que serán salvos, recibidos como héroes. Entonces Dios les muestra su cielo lleno de fornicadores, homosexuales, borrachos, prostitutas y libertinos. El recién llegado entiende íntimamente lo que en realidad ya sabía, que el Bien no está en los códigos sino en los corazones limpios. Entonces se va al infierno desgarrado de arrepentimiento. Ojalá todo eso sea cierto, ojalá los que tengan hambre y sed de justicia sean saciados.

Tierra de María (España, 2013), de Juan Manuel Cotelo, c/ Juan Manuel Cotelo, Clara Cotelo, Lola Falana, 116′. Documental.

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