The spring is in the streets again and too many seasons gone by

Hoping to find

We move to cruise and stare at ourselves

Someone half-blind

Somebody who

Will make us knew

To hold in the night

Guard us from fright

Change all thats gone for the new

While in our very city there lives a Unicorn of old

The Queen that holds the Unicorn

Will be reborn

His mighty horn

Falls on that day

Storms pass away

Night turns to day

The whole world is gay

Angels descend from the sky

Así comienza la canción “The Unicorn”, escrita por Peter Grudzien y grabada en 1974, en el disco del mismo nombre. El primer álbum country abiertamente gay. Versos valientes expresados por un hombre que estuvo en los disturbios de Stonewall y atravesó terapia de choque en los años sesenta, práctica barbárica utilizada para “tratar” la homosexualidad, considerada una enfermedad hasta 1973 por la Asociación Psiquiátrica Americana. Este artista que encontró libertad y bálsamo en la música country, junto a su hermana melliza esquizofrénica Terry, famélica de cariño desde que tiene uso de razón, y Joseph, su poco afectivo padre de 99 años, son el centro de este incómodo documental dirigido por Isabelle Dupuis y Tim Geraghty, quienes los acompañaron en el día a día durante el 2005 y 2007.

Al ver el material audiovisual recolectado y organizado en el producto final que es The Unicorn, puedo imaginarme lo difícil que ha sido para Dupuis y Geraghty armar una narración cohesiva alrededor de esta familia sumida en la enfermedad mental y el polvo del pasado; sin embargo, lograron retratarlos desde una perspectiva humana que evita la lástima y el ridículo. Se concentran en mostrar a Peter como el músico queer y excéntrico de creatividad poética inagotable que fue, como un oxímoron andante que moría por el reconocimiento musical pero que a la vez no le interesaba encajar en los parámetros de la sociedad estadounidense de los tempranos 2000 (bueno, un músico country gay es bastante contradictorio de por sí). A Terry como una niña eterna que, a diferencia de su hermano, sí quiso pertenecer desde siempre, esclava de la mirada de los otros y del deseo. A su padre como un hombre que vio la crueldad de su país desenvolverse ante sus ojos, que experimentó el trabajo infantil en las minas y el odio racial más recalcitrante, alguien que, con semejante experiencia de vida, no pudo hacer otra cosa más que criar a sus hijos sin amor y contención.

 Estos tres personajes marginados y complejos son considerados por los directores como suficientemente válidos para contar su historia, rodeados de tecnología obsoleta, películas en blanco y negro y adornos que delatan el tiempo en el que se quedaron varados, como una bandera confederada. No son bichos raros exhibidos bajo una lupa; lejos de eso, son escuchados con paciencia y comprensión. Representan a los olvidados, a los expulsados de la norma. Fantasmas de una época musicalizada por Johny Cash y Bob Dylan que, a pesar de haberla pasado mal, la recuerdan como un momento mejor y menos complicado.

Calificación: 8/10

The Unicorn (Estados Unidos, 2018). Dirección: Isabelle Dupuis, Tim Geraghty. Elenco: Peter Grudzien. Duración 92 minutos.

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