Aunque no lo pueda decir públicamente, me parece que Christopher Nolan cree que está a la altura de Winston Churchill. O, tal vez, un poco menos. Si «sangre, sudor y lágrimas» son tres elementos incrustados en la conciencia inglesa a partir de aquel recordado discurso del primer ministro británico, tengo la peregrina idea de que Nolan aspira a que los espectadores de Dunkerque incrusten en su memoria otros tres elementos, que son los sitios espaciales donde se desarrolla la película: tierra, agua y aire.
El género bélico ofrece, como casi ningún otro género, la posibilidad de contar una historia usando «cualquier» tono. Tomemos Vietnam y un mismo director: Coppola. Una película enorme, desatada y desmesurada como Apocalypse Now, o una obra maestra casi íntima como Jardines de piedra. Es difícil discernir qué tono quiso elegir Nolan para contar un hecho histórico que, en la letra fría, suena apasionante: la evacuación (y este término es una tentación constante para referirme a la película) de casi cuatrocientos mil soldados atrapados entre el avance del ejército alemán y las playas.
Y el pecado tal vez haya sido ese: apegarse a la noticia fría y contarlo de la misma manera. No hay un «protagonista» con el cual podamos sentir empatía, con el que sintamos que podemos hacer propios sus momentos de angustia, que nos haga sentir que nos duele lo que a él le duele. No hay nada de eso en tierra.
En el aire está lo único parecido a un héroe y es el pobre Tom Hardy, agobiado por un primer plano machacón y por la posibilidad amenazante de quedarse sin combustible, recurso de «peligro» que Nolan utiliza demasiadas veces.
El agua está un poco más agitada porque, al fin y al cabo, ese será el lugar inevitable de la huida. Nolan agrupa en una pequeña embarcación el patriótico heroísmo del inglés civil y común, la aterrada cobardía de un soldado sobreviviente y, con calzador, una nota trágica y truculenta absolutamente innecesaria. (Hablando de cuestiones innecesarias: considero que el plano brumosamente fantasmal -y mortal- del soldado francés que intenta huir con los soldados ingleses es indigno, no ya de un mal director, sino de un mal estudiante de cine.)
El gran error de la película, o la ausencia que condiciona su largo (y tedioso) discurrir, es, justamente, no haber usado o puesto esas cosas que prometía Churchill: «sangre, sudor y lágrimas». No pretendo que en cada director duerma agazapado el Gibson de Hasta el último hombre, pero tampoco es aceptable una película de esta magnitud sin ningún fotograma inundado de rojo.
Dunkerque termina siendo una película extensa, interminable, y sin ningún momento de humor (tan común cuando hay muchos o algunos soldados). Pero eso a Nolan no le importa. Tampoco parece necesitar que alguien le palmee la espalda felicitándolo: en muchos momentos de la película él mismo cree necesario golpearse el pecho y decirnos, recordarnos e impedirnos olvidar, que la película la está dirigiendo él y que eso es más importante que cualquier otra cosa.
Acá pueden leer un texto de Luciano Alonso sobre la misma película
Dunkerque (Dunkirk, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, 2017), de Christopher Nolan, c/Kenneth Branagh, Mark Rylance, Tom Hardy, Harry Styles, 106′.
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Pablo: yo no vi la pelicula todavia. La quiero ver. Soy fanatico de Kubrick pero suelo encontrar cosas interesantes en las peliculas de Nolan.
Siempre me llamo la atencion el hecho de que Barry London sea una pelicula perfecta, impecable y maravillosa tecnicamente pero a la vez aburridisima para lo que cuenta.
luego entendi que Kubrick tenia sus razones.
¿VOS CONSIDERAS IMPORTANTE LO QUE PIENSA EL REALIZADOR SOBRE LO QUE PROPONE CON SU OBRA?
Por si no lo leiste, te dejo esta pregunta que le hicieron a NOLAN acerca de DUNKERQUE:
El cine bélico cambió hace unos años y ahora no tiene reparos en mostrar sangre y mutilaciones. Acá, sin embargo, no aparece una gota de sangre. ¿A qué se debe?
Teníamos un arreglo con el estudio en donde podíamos decidir que fuera una película prohibida para menores. No diría que no mostrar sangre fue una decisión creativa, sino un progreso creativo en preproducción. Vimos muchas películas de guerra y Steven Spielberg nos prestó su copia de Rescatando al soldado Ryan, que sigue siendo tan poderosa y potente como cuando se estrenó. Pero nosotros buscamos una tensión distinta; queríamos una película de suspenso. En el suspenso no podés apartar tus ojos de la pantalla y en el terror querés apartar los ojos de la pantalla. Es distinto y es otra tensión para la narración. No queríamos que la gente se distrajera intentando no ver. Queríamos que quisieran ver.
Y el articulo completo:
http://www.lanacion.com.ar/2046943-christopher-nolan-muy-poca-gente-conocia-la-historia-de-dunkerque
Gracias por la critica. Saludos!
Pablo, soy Gonzalo Beron Muñoz, estamos en contacto.