Paul Théraneau (Fabrice Luchini) es un veterano de la política progresista de izquierda y es el actual alcalde de Lyon. Pasados los años gloriosos de la izquierda y del Estado de Bienestar en los años 50 y 60, hoy se encuentra desencantado y hastiado, en busca de repensar sus ideales de antaño de acuerdo a los nuevos tiempos. En este contexto, al imponente y pomposo edificio de la alcaldía de Lyon, llega una desorientada y joven Alice Heimann (Anaïs Demoustier), doctorada en literatura y profesora de filosofía, que debe acomodarse a un puesto creado de improviso para ella, con el objetivo de brindar nuevas ideas y perspectivas al alcalde.
Desde el drama con ligeros toques de comedia, la película se desarrolla con las claves del diálogo dialéctico entre el aspecto político y el filosófico, trabajada formalmente desde la austeridad de los planos/contraplanos y los momentos de síntesis, que reúnen a los protagonistas en un mismo plano en los puntos de coincidencia. En esencia Paul Théraneau empatiza genuinamente con Alice, en sus ideas de modestia y decencia que le permiten acercarse al ciudadano común, y paulatinamente la joven comienza a insuflarle motivación al alcalde, quien escucha sus ideas y la va ascendiendo en distintos proyectos (por ejemplo, liderar el programa por los 2500 años de la ciudad de Lyon), para envidia de sus colegas con un perfil basado en el marketing antes que en políticas públicas. Sin embargo, hete aquí que se da un choque dilemático para Théraneau entre la vocación y la carrera política, entre los genuinos ideales y las aspiraciones al liderazgo de su partido que podrían colocarlo en el camino de la presidencia de Francia, a las cuales es empujado por el entorno palaciego. Tenemos entonces una corte de adalides que demanda pragmatismo basado en las encuestas, un contexto contemporáneo de caída de los ideales donde reina el tiránico empuje del mercado a la productividad, que reduce a la izquierda a devenir edulcorada y light, sin poder tocar profundamente a los verdaderos conglomerados económicos. En este contexto: ¿en qué se convierte un político socialista de raza, con genuina vocación por la justicia social y la ampliación de derechos, sino en un estoico solitario, en una pieza de museo? Y he aquí, en medio de tanto murmullo, de tanta ambición de poder y tanto espectáculo, por qué Alice, la extranjera de ese mundo, la pensadora y lectora, se constituye en la confidente privilegiada de Paul Théraneau.
Obviamente que la película debe ser leída en el contexto de la profunda crisis política que atraviesa Francia, donde en las últimas elecciones triunfa la derecha moderada de Macron ajustadamente, frente al ascenso violento del neofascismo de corte liberal. En este orden de cosas, la pregunta que articula el director francés Nicolas Pariser en su segundo largometraje, Alicia y el alcalde (Alice et le maire, 2019), puede enunciarse de este modo: ¿cómo sostener un progresismo de izquierda convincente cuando lo que comanda son los oscuros designios de los anónimos mercados globales, cuando la desigualdad social es cada vez es mayor y la política se vuelve impotente para brindar soluciones concretas y crece el descreimiento en ella como motor de cambio? Y, por supuesto, este interrogante puede extenderse en la actualidad a todas las latitudes, donde es significativo el avance de las extremas derechas apañadas por candidatos que surgen de lo mediático y de las redes sociales, más que de la militancia sostenida en un compromiso con las ideas.
La historia que narra Alicia y el alcalde es austera en su contenido y sus formas y se apoya principalmente en la destreza actoral de Luchini. Sin embargo, tiene el valor de poner sobre la mesa y someter a discusión el actual problema de la crisis global de la política y la democracia como herramientas de transformación social frente al poder del mercado globalizado. El film no ensaya posibles soluciones, sino que muestra un estado de situación que pendula entre la amarga nostalgia por el pasado y un porvenir que se vislumbra con el triste regusto de la languidez y de lo incierto.
Calificación: 7/10
Alicia y el alcalde (Alice et le maire, 2019). Dirección: Nicolas Pariser. Guion: Nicolas Pariser y James Benjamin Shannon. Fotografía: Sébastien Buchmann. Montaje: Christel Dewynter. Elenco: Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi, Léonie Simaga, Antoine Reinartz. Duración: 103 minutos.
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