El 27 de octubre pasado, en Estados Unidos, más precisamente en Memphis, se registró un temblor de gran escala en las zonas aledañas a la tumba de Elvis Presley. Para los anclados en los parámetros culturales reinantes allá por la muerte del “Rey del rock”, la razón de este fenómeno fue clara: “la hija de”, estrenó una película sobre “la esposa de”. Para los aggiornados, Sofía Coppola, estrenó su nueva película que cuenta parte de la vida de Priscilla Presley. Revisionismo cinéfilo, feminismo, o cómo quieran llamarlo, la directora que ya nos conquistó en más de una oportunidad, se propuso un gran desafió que habrá puesto en una encrucijada a varios dinosaurios. ¿Cómo hace una persona que medio siglo atrás criticaba a Elvis por su baile, su ropa, por su música de negro, para defenderlo de esta nueva amenaza que constituyen las mujeres en igualdad? Como rezaba “el Rey” en Mente Suspicaz, “están atrapados en una trampa, y no pueden salir”.

En los primeros segundos de Priscilla (Coppola, 2023) suena música, ya desde la primera escena. Es sabido que la película no contó con autorización para usar las canciones de Elvis, por lo que se debió agudizar el ingenio y volver esa dificultad una fortaleza. Así, la primera canción que suena es Baby I love you, de Los Ramones, y podemos encontrar algo que la emparenta y la vuelve una gran elección. Para los que no saben, recordamos que el guitarrista de la mejor banda de toda la historia fue amigo de la hija de Presley, además de fanático del padre, y además “facho”. Resulta una gran elección, no solo por la letra de la canción, que se resume muy clara en su título, sino también porque, buscado o no, aporta a esa atmósfera cargada de contradicciones que Coppola muy bien describirá a lo largo de toda la película. Priscilla no viene a matar a Elvis, viene a contar. Pone una cámara en la habitación que el rey ocultaba, pero no para matar al muerto. Es imposible hablar de Priscilla sin hablar de su esposo, pero sin perder el enfoque, Sofía habla de Priscilla como podría haber hablado de cualquier otra mujer en el mismo escenario de mierda. Volviendo a la música, la no autorización para que suenen las canciones de Elvis, ayuda también a poner al astro del espectáculo en un fuera de foco, y a enmarcar los padecimientos de quien fue su víctima conyugal. Un tiro por la culata para los que velan por los billetes del “Rey”, y un contratiempo vuelto virtud por la directora.

Ahora sí, con Jacebo Elordi en el papel de Elvis nos vamos al pasto. Si querían borrar un poquito a Elvis no hacía falta poner un tipo que no se le parece en nada. Quizá empastillado como el “Rey”, de fiesta como el séquito de amigos pelotudos que tenía, uno podría verle algún rasgo común. Sí, frunce un poquito el labio, algo en la pera… pero, aunque en lo actoral no desentona, si no fuese por la mansión, por la pilcha o el contexto, a veces pareciera que estamos ante el novio de Tini Stoessel o “El Marido de Pampita”. Cailee Spaeny en el papel de Priscilla, por el contrario, está mucho más cerca en cuanto a parecido físico, y va pasando por los cambios estéticos de moda que vivió la protagonista que encarna, mucho más a la altura que su pareja. En cuanto a lo actoral, su trabajo sí es mucho más efectivo, sólido. Logra que el espectador entre en la historia y se ponga los zapatos de esa nena asaltada por el destino.

La historia de esta nueva película de Sofía Coppola comienza el día que Elvis Presley, mediante un recadero, contacta a quien tiempo después sería su esposa: una nena de catorce años. Lentamente va mostrando cómo se desarrolla esa relación, en principio asexuada, pero que se consolida el día de la boda, cuatro años después, con ella mayor de edad. Lo mejor de la película es la atmósfera, los colores: de la luminosidad y brillantez del exterior, a cómo la directora nos va encerrando en la pesadez y oscuridad que vive la protagonista. Algo muy parecido a lo que Sofía construyó en Lost in translation (2003), en la que Scarlett Johansson protagonizaba a otra mujer atrapada en un matrimonio de mierda. Acá, esa atmósfera pesada es mucho más densa, porque Scarlett tenía plan B, pero Priscilla está todavía más encerrada, y madura a fuego muy lento la decisión de huir.

Finalmente, aunque las cámaras están puestas sobre la protagonista, incluso con muchos momentos de Elvis fuera de campo por las giras, la cárcel que retrata la directora termina destruyendo la figura del “Rey del rock”. En superficie, esta nueva película de Sofía Coppola ensaya más una crítica al conjunto de la sociedad que al carilindo del Tupelo, pero éste igual recibe todos los golpes. Consuelo para los que no pueden separar la obra del artista: siendo muy pero muy benévolo y usando palabras muy claras, a Elvis se lo muestra más como un boludo que como un hijo de puta.

Priscilla (EUA, 2023). Guion y dirección: Sofía Coppola. Fotografía: Philippe Le Sourd. Edición: Sarah Flack. Elenco: Cailee Spaeny, Jacob Elordi. Duración: 113 minutos.

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